El acusado niega haber matado a un halcón y un testigo asegura que fue él
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Un cazador fue juzgado por haber disparado a una especie protegida en La Sorrueda. El fiscal no tiene dudas, la defensa insiste en su inocenciaNecesitas ser registrado para acceder a esta funcionalidad.
Saúl R. L. negó de forma insistente haber sido el autor del disparo que acabó con la vida de una preciosa hembra de halcón tagarote en el barranco de La Sorrueda durante una jornada de caza. El acusado afirmó que él no fue quien dio muerte a esta especia protegida el 28 de octubre de 2018, como así sostiene un testigo presencial que fue quien denunció los hechos ante el Seprona y ayer, en la vista oral, se ratificó: «No tengo ninguna duda de que fue este señor», afirmó señalando al acusado de un delito contra la fauna por el que el fiscal pide una condena de dos años de cárcel, cuatro de inhabilitación para cazar y pescar, el pago de las costas y una cuantiosa indemnización al Cabildo Insular.
En esta vista, celebrada ante el Juzgado de lo Penal número 3 de Las Palmas de Gran Canaria, el fiscal delegado de Medio Ambiente, Carlos Fernández Seijo, manifestó no tener dudas: «La intencionalidad está clara y la autoría también», destacó en su informe final en un juicio en el que la defensa, ejercida por el letrado Pedro Sánchez, insistió en todo momento en que había «lagunas y el único elemento que apunta al acusado Saúl es la declaración de Aníbal -el testigo-. El resto de hechos planteados por el Ministerio Fiscal son simples conjeturas», determinó.
Dos años. El fiscal pide una condena de dos años de cárcel, cuatro de inhabilitación para cazar y pescar, el pago de las costas y una indemnización al Cabildo Insular, que está como acusación.
Los hechos se remontan a octubre de 2018 cuando Saúl R. L. acudió al barranco santaluceño para disfrutar de una jornada de caza junto a otros tres amigos. En el sitio donde empezaron a disparar sus escopetas contra palomas vivía dentro de una casa cueva Aníbal conocido como 'el portugués', quien al percatarse de la presencia de los cazadores, estuvo observando por donde caminaban ya que, según él, estaban disparando cerca de su morada. De forma paralela, a pocos metros había un grupo de escaladores subiendo una pared que también escucharon los disparos e, incluso, vieron como impactaron perdigones cerca de donde se encontraban, por lo que dijeron a los cazadores que tuvieran cuidado, según declararon.
Estos jóvenes siguieron con su actividad cinegética hasta que, según narró Aníbal 'el portugués', vio como el acusado disparó desde cerca a una hembra de halcón tagarote que volaba con un lagarto en el pico. De inmediato se dio la vuelta, vio a Saúl R. L. en el lugar desde donde habían disparado y corrió hasta el lugar donde cayó el ave. Lo recogió y observó como estaba herido de muerte con ocho perdigones en su cuerpo, como así determinó posteriormente el veterinario Pascual Calabuig. «Cuando llegue vi a las cuatro personas cazando por encima de mi cueva y dispararon tan cerca que hasta que me cayeron perdigones encima. Me enfadé y se los recriminé hasta que uno de ellos me dijo 'portugués de mierda, el otro día no te quejaste cuando te dejamos las palomas'», declaró el testigo.
Ellos, prosiguió, «siguieron disparando y al cuarto de hora veo cuando caía un halcón. Vi quien disparó y el halcón cayendo, era Saúl, este señor, el acusado sin duda alguna», se ratificó. «Su hermano gemelo estaba más arriba y no tenía ángulo de disparo. Tengo claro que fue él, no hay lugar a la confusión. No fue un disparo accidental, fue intencionado ya que ellos disparaban a todo lo que se movía, gatos, palomas y demás», añadió. El testigo detalló que el ave protegida «cayó a menos de diez metros y llevaba un lagarto en las garras. Ellos le dijeron a Saúl que no lo había soltado y además me gritaron 'portugués, ya tienes la cena'».
A preguntas del fiscal, el testigo apuntó que «cuando cayó el ave siguieron cazando y no se mostraron preocupados. Luego dispararon a mis placas solares, a los bidones, me amenazaron porque les grité que habían matado al halcón», exclamó.
Esta versión fue corroborada por los escaladores que estaban en la zona, aunque ellos no vieron al autor del disparo mortal. «Solo escuchamos el tiro y cuando el halcón cayó. Luego, el señor de la cueva vino y nos pidió si hacíamos fotos porque él no tenía cámara, por eso las sacamos y en ese momento vino un cazador y nos increpó. Nos dijo que porque estábamos haciendo fotos, que quien éramos para hacerlo y que, si seguíamos así, nos iban a tirar los móviles al monte o a una charca. Incluso, otro cazador al que gritamos que habían matado a una especie protegida, nos dijo que había sido un compañero sin querer ya que no distinguió bien qué tipo de ave era. Que fue algo accidental», contaron estos tres jóvenes.
A continuación, narraron que, «como no hacíamos caso a los cazadores y hacíamos fotos del ave herida, se pusieron nerviosos y se agruparon para empezar a dar tiros hacia todos lados. Me sentí intimidada porque llevaban armas y eran más que nosotros. Estábamos amedrentados», manifestó una de las chicas que estaba escalando en la zona.
Por su parte, el acusado negó haber disparado al halcón y contó que «había mucha gente por la zona cazando, más de una decena de personas, y pudo haber sido cualquiera. Pero no fuimos nosotros así que no entiendo por qué este señor -en alusión al testigo- nos echó la culpa. No es cierto», destacó.
Sus compañeros de caza también declararon en la misma línea, aunque todos reconocieron que no se preocuparon por el ave, no llamaron a nadie para alertar del hecho y siguieron cazando como si nada hubiese ocurrido.
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