Secciones
Servicios
Destacamos
Necesitas ser registrado para acceder a esta funcionalidad.
Compartir
Un cuarto de siglo después de su descubrimiento, el declive del drago de Gran Canaria (Dracaena tamaranae) «continúa imparable, con una grave reducción de su población natural» debido, principalmente, a la sequía que asola su hábitat.
Así lo mantiene uno de los codescubridores de la especie, junto a los biólogos Águedo Marrero y Manuel González-Martín, el geógrafo Rafael Almeida, quien detalla que «sólo en los tres últimos años se han marchitado seis individuos» por la principal amenaza que se cierne sobre este endemismo.
La probable continuidad de la sequía y de otras anomalías climáticas (olas de calor, aumento de la temperatura, etc.), el hecho de que apenas quedan 74 individuos silvestres y su actual incapacidad para reproducirse de forma natural pueden significar la «puntilla final» para el drago de Gran Canaria y su desaparición en la naturaleza «en un plazo de tiempo relativamente corto, tal vez no superior a un siglo», augura Almeida.
Este Máster en Gestión Ambiental resumió su situación en las XXIX Jornadas Forestales de Gran Canaria afirmando que «la amenaza de peligro de extinción ha empeorado desde la fecha de su descripción científica como nueva especie», en 1998. «Es cada vez más crítica, con una población que mengua a un ritmo cada vez más acelerado», expuso en la ponencia 'Dracaena Tamaranae 25 años después'.
«Resultaría paradójico que la última especie de drago descrita para la ciencia, 104 años después de su antecesora, Dracaena serrulata (1894), acabe siendo la primera en desaparecer de su medio natural», lamenta.
Almeida hace un seguimiento anual de los ejemplares silvestres, que al catalogarse la especie se pensaba que eran unos 30. Luego, explorando la mayoría de rincones en los que podrían existir otros individuos, los barrancos del suroeste, llegó a contar más de 80.
No obstante, al hacer balance de las medidas acometidas para su conservación, «no sería justo afirmar que se ha perdido todo este tiempo» porque gracias a distintas acciones «hoy en día crecen numerosos ejemplares dentro y fuera de su hábitat, en un número muy superior al de sus efectivos naturales».
Almeida lamenta que la mayoría de las medidas emprendidas para la conservación del drago de Gran Canaria «se han caracterizado, sobre todo, por su carácter más o menos improvisado», siendo «más bien fruto de iniciativas puntuales que de una planificación programada».
De hecho, «la Administración continúa a remolque de los acontecimientos» y 25 años después de ser catalogada «sigue pendiente la redacción e implementación del preceptivo plan de recuperación» por parte del Gobierno de Canarias.
Además, sería urgente realizar un estudio de la diversidad genética de su población natural. Mientras tanto, año tras año se producen nuevas pérdidas que agravan cada vez más su pervivencia.
Publicidad
Publicidad
Publicidad
Publicidad
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para registrados
¿Ya eres registrado?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.