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Gabriela Vicent
Las Palmas de Gran Canaria
Sábado, 9 de diciembre 2023
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El arqueólogo gallego visita el Museo y Parque Arqueológico Cueva Pintada de Gáldar para hablar de su proyecto de investigación, junto a Carlos Otero, sobre la prostitución en el noroeste de España. El estudio traza la genealogía de los paisajes de la explotación sexual a partir de las ruinas de los clubs de alterne que florecieron durante los años 70 y 80 del siglo XX junto a las carreteras nacionales de nuestro país. Los investigadores tratan los yacimientos con el mismo rigor científico que si de pequeñas Pompeyas se tratara, dibujando el perfil de una España de luces de neón, situada en los márgenes de una sociedad cambiante. La conferencia se celebrará el 13 de diciembre, a las 19.00 horas, con entrada libre, hasta completar aforo.
-¿Cuál sería la definición exacta del término arqueología de los prostíbulos?
-Realmente esta línea de trabajo se enmarca en lo que se conoce como arqueología del pasado contemporáneo o arqueología del pasado reciente, de larga tradición en el ámbito anglosajón, pero que en España ha tardado un poco más en cuajar en el ámbito académico. Esta tendencia estudia las sociedades del presente a partir de las materialidades que produce el capitalismo, el modelo neoliberal de depredación del territorio en el Antropoceno, la era geológica en la que estamos y que se caracteriza por el impacto crítico que el ser humano genera en el planeta.
Dentro de este marco, participamos de una línea de investigación sobre la esclavitud sexual, fenómeno que en nuestro país está muy bien representado por una escenografía arquitectónica peculiar: los prostíbulos de carretera conocidos popularmente como puticlubs. Por lo tanto, la arqueología de los prostíbulos se hace cargo del estudio de estas ruinas que pueblan las carreteras españolas desde la década de 1970.
-¿Quién creó esta denominación?
-En cierta medida, somos pioneros en la península ibérica, pero la arqueología de los prostíbulos se ha venido desarrollando en otros contextos. Arqueólogas recuperan las huellas arqueológicas de las prostitutas en las urbes estadounidenses del siglo XIX (Gilfoyle 2005; Yamin y Seifert 2019; Fellows et al. 2002), en ciudades mineras del desierto de Atacama, entre las ruinas que quedaron del momento de apogeo de la explotación del famoso nitrato de Chile, o en barrios populares de Teherán en época contemporánea.
Nuestras colegas, parafraseando al antropólogo uruguayo de la Universidad del País Vasco, Gabriel Gatti, están elaborando toda una 'cartografía del abandono', buscan visibilizar vidas desaparecidas en la vorágine de la explotación capitalista y su consecuente depredación de territorios, cuerpos y memorias.
-¿Cómo surge la inspiración para iniciar esta investigación junto a su compañero Carlos Otero? Tengo entendido que hay una conexión con su infancia y juventud...
-Carlos Otero (Instituto de Ciencias del Patrimonio, CSIC) y yo (Instituto de História Contemporânea, Universidade NOVA de Lisboa) llevamos a cabo proyectos de arqueología de campo en zonas rurales y rururbanas (espacios mixtos) desde hace más de 25 años. Tanto él como yo somos de generaciones que hemos sido 'aculturadas' en este paisaje de la esclavitud sexual, un paisaje que hemos blanqueado y asumido con total normalidad desde la infancia.
Lo normal en la adolescencia, en las despedidas de soltero era visitar uno de estos puticlubs. Incluso en la propia familia tíos y padres llevaban a los hijos para tener su primera experiencia sexual, una suerte de rito de paso, asumido como algo natural. Buena prueba de esta normalización del fenómeno es que desde jóvenes nos planteábamos, a modo de chanza o broma, el realizar algún día esta arqueología de los puticlubs.
Obviamente, con el paso de los años, esta visión cómica pasó a ser tragicómica para derivar en una reflexión crítica sobre este fenómeno, estrechamente ligado al machismo estructural de la sociedad española y a la violencia generada por el mismo.
-¿Cómo se trabaja, arqueológicamente hablando, en un puticlub?
-Como en cualquier otro yacimiento arqueológico. Carlos y yo elaboramos planimetrías con la estación topográfica, identificamos áreas de actividad y niveles de uso y recogemos materiales en superficie, que son incorporados a una base de datos.
Llevamos a cabo un análisis pormenorizado de las fases constructivas de los locales (arqueología de la arquitectura); elaboramos fotogrametrías digitales del interior de los edificios y echamos mano de la fotointerpretación y del dron para ver la evolución en el tiempo de estos puticlubs.
También llevamos a cabo encuestas etnográficas para calibrar la época en que fueron utilizados. A su vez, podemos sistematizar cronotipologías de puticlubs para cada período histórico (años 70, 80, 90). Lógicamente este tipo de estudios integrales sólo se pueden hacer en aquellos locales que estén abandonados, por razones obvias.
-Sus estudios se centran desde 2021 en inmuebles que proliferaron a partir de los años 70 y 80 del pasado siglo XX en las carreteras nacionales de nuestro país ¿Cuáles serían las características principales de estos negocios?
-Lo explicaré con un ejemplo concreto. La central térmica de Anllares (1982) fue dinamitada por orden del gobierno español en 2020 para cumplir con los compromisos de la denominada transición ecológica. En ese paisaje ruinoso del Antropoceno, reflejo de la depredación del territorio y la minería intensiva del carbón, únicamente queda en pie la infravivienda del antiguo puticlub, que todavía sobrevivió como mesón algunos años.
Creado a finales de los años 70 para dar servicio a los obreros que construían la central, el salón principal del puticlub recordaba a una cantina de pueblo, con su chimenea francesa en una esquina y la barra lineal. Tras la inauguración de la central, el negocio se amplió con un adosado en donde se habilitó, en los 80, una nueva escenografía acorde con la identidad 'putera' y el modelo de masculinidad de la época: la barra americana, con curvas sinuosas, espejos y bolas de discoteca. El universo sensorial es muy importante en los puticlubs (las luces, el humo, perfumes, la música), con su mezcla de falsa elegancia, entre lo kitsch y lo gore.
-Este modelo de puticlub fue desapareciendo progresivamente con la construcción de las grandes autopistas y autovías...
-En Anllares vemos fosilizada esa evolución que llevó en la década de 1980 al puticlub canónico de carretera, muchas veces asociado a un mesón, y con recreaciones historicistas que remiten en gran medida al pasado medieval. En aquella época, el hábitat disperso y la presión demográfica explican el modelo de dispersión de aquellos puticlubs que salpicaban las carreteras nacionales.
La construcción de las autovías, la desertificación demográfica de la España vaciada y la primacía del tiempo sobre el espacio llevó a una remodelación del negocio, caracterizada por la concentración de dos o tres grandes puticlubs en lo que denominamos 'nodos puteros'.
-¿Se puede describir el perfil del cliente, del 'putero'?
-El perfil del putero es transversal y transgeneracional. España es el paraíso de la explotación sexual en Europa y el tercero a nivel mundial en el ránking de consumo de prostitución, tras Tailandia y Puerto Rico. De acuerdo con datos oficiales aportados por la Policía Nacional a la memoria de la Fiscalía del Estado de 2019, el alegal negocio de la prostitución mueve cinco millones de euros diarios.
En 2012 el Centro de Inteligencia contra el Crimen Organizado del Ministerio del Interior estimó en 45.000 las mujeres en situación de prostitución en España (lógicamente hay muchas más, pudiendo llegar a 150.000). Cuatro de cada diez españoles varones en edad adulta han sido 'puteros' alguna vez.
-La invisibilización y deshumanización de la mujer son algunos de los aspectos más destacados de la actividad ejercida en este tipo de locales. ¿Qué aspectos de su investigación han contribuido a devolver el protagonismo y la dignidad a estas personas?
-Efectivamente, lo rompedor de esta arqueología es que es una herramienta que nos permite hacer público aquello que no se quería hacer público, porque el modelo de negocio se basa en la discreción y la invisibilización de lo que acontece dentro de esas paredes.
Mostrar esa materialidad es un viaje a la sordidez, a lo cutre, a la crueldad de la trata de personas, es ridiculizar con la realidad la autoimagen que los 'puteros' proyectan de sí mismos. Hemos trabajado en cárceles, campos de redención de penas y campos de concentración franquistas, pero aquí, en estos puticlubs, no hay voluntad alguna de que perdure de alguna manera la memoria de las explotadas, auténticas desaparecidas sociales. A su vez, mostramos las brutales condiciones de vida de unas mujeres que malviven en celdas, drogadas, alcoholizadas, mal alimentadas, en cárceles con alambre de espino y un control riguroso de los accesos y de las salidas.
La materialidad no miente. Mostrar y hacer público este modelo de explotación sexual es la mayor contribución de esta arqueología. Eso y colocar la cuestión en el debate público y en los mass media. La explotación sexual es una actividad delictiva consentida y tolerada por las autoridades, una realidad endémica y estructural del país que se relaciona con las mafias del tráfico de personas, el narcotráfico y la corrupción política. Pero que también tiene que ver con el machismo estructural de la sociedad española y el modelo de masculinidad promocionado por el nacionalcatolicismo durante la dictadura franquista.
Generaciones enteras de españoles hemos sido aculturados en esta realidad, educados en un entorno que ha normalizado el paisaje de los puticlubs en las carreteras nacionales. Creemos firmemente que debemos ir más allá de los buscadores de ruinas y los nostálgicos de las carreteras nacionales, analizar materialmente esas escenografías arquitectónicas que nos interpelan y emplear el registro arqueológico como herramienta de denuncia y arma política.
-¿Cuál es el ejemplo más insólito o sorprendente de sus hallazgos?
-Es un viaje a lo sórdido, a lo escatológico, a la España cañí. Habría muchos ejemplos para comentar. Pero yo me quedo con dos. Las celdas del Blanco y Negro (Bembibre, León), tienen un vano de 30 x 30 cm y las mujeres carecían de cama. Seis pivotes de hormigón sobre los que se tiraba una plancha de madera y un colchón. Debajo de la plancha, en esa cubeta definida por los pivotes, es el único sitio en donde quedan restos vinculados a ellas: una botella de whisky, un jarabe para el ácido úrico y una revista del corazón de los años 90 que se hace eco de la boda de la hija de la Duquesa de Alba. Estas mujeres encerradas, desaparecidas, explotadas, alcoholizadas, se proyectaban en otras vidas posibles, como una manera de huir virtualmente de la explotación.
El segundo ejemplo sórdido son los restos de las fiestas de Navidad que no faltan en un puticlub en ruinas: papanoeles cutres, bolas luminosas del árbol y merchandising variado de Merry Christmas. No puedo dejar de pensar en esas mujeres extranjeras, alejadas de su casa, engañadas y en manos de mafias, sufriendo ese ambiente navideño en nuestro país. El 85% de las mujeres que ejercen la prostitución en España son extranjeras
-La gente piensa que la arqueología habla del pasado. Ustedes defienden, por el contrario, que habla del presente y el futuro. ¿Cuál es el futuro que se vislumbra en cuanto al infame negocio de la trata de mujeres tras sus investigaciones?
-Es un problema estructural de la sociedad española. Las nuevas generaciones vuelven a llenar este tipo de establecimientos. Hace falta todavía mucha didáctica y voluntad política real para encarar esta cuestión. Creemos que dar a conocer estos restos materiales en toda su crudeza es la mejor manera para abrirnos camino en el espacio público y aportar una visión alternativa que contribuya a la toma de decisiones políticas.
-Supongo que sus trabajos no habrán estado exentos de críticas, dentro y fuera de su profesión? ¿Me equivoco? ¿En qué han consistido exactamente estas discrepancias?
-Hay de todo, como en botica. Suele ser habitual que, durante mucho tiempo, a nadie le importe este tipo de registro arqueológico, y, cuando aparece alguien que pone su mirada en él, entonces se encienden todas las alarmas. Como dije antes, la arqueología del pasado reciente todavía no es entendida por gran parte del mundo académico. A este respecto, hay colegas que restan valor a esta aproximación a la materialidad de los puticlubs, y la sitúan en la línea banal de los 'urban explorers'.
Por otro lado, colegas más comprometidas con la arqueología feminista han criticado el hecho de que seamos varones los que estamos iniciando este estudio, inédito hasta el momento. Pero también muchos y muchas colegas nos han trasladado su interés sincero por el proyecto. Sobre todo, jóvenes asociaciones de estudiantes de arqueología de diferentes universidades españolas.
El desmesurado impacto mediático de nuestro trabajo ha llevado el debate a las redes sociales y al apartado de comentarios de los periódicos digitales, en donde podemos encontrarnos la perspectiva típica del señor facha, o la de aquel siempre preocupado por dónde se mete el dinero, aunque desconozca por completo que este proyecto carece de financiación.
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