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Juanfi Bautista, conocido empresario del ocio y de la restauración, en uno de sus negocios en el sur de la isla. Arcadio Suárez
Caravana electoral: San Bartolomé de Tirajana

Bajo la alargada sombra del Siam Park

Dos caras ·

San Bartolomé de Tirajana vive en un delgado equilibrio entre la ciudad que se vive y la que se visita. Y en los dos frentes quedan cosas por hacer | Mientras los centros comerciales obsoletos lastran la imagen turística, la ciudadanía se queja de deficiencias en los servicios públicos, como el alumbrado

Gaumet Florido

San Bartolomé de Tirajana

Martes, 16 de mayo 2023

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San Bartolomé de Tirajana no es un municipio cualquiera. Ha de equilibrar dos realidades no siempre compatibles: residencia y turismo. Es una localidad en la que se vive y de la que se vive, que ha de ser al mismo tiempo hogar y escaparate. Y eso no es fácil. Lo condiciona todo, incluso a la hora de hacer balance.

Pesan demasiado en la balanza la sombra alargada del Siam Park, la ansiada, y también discutida, infraestructura turística llamada a ser tirón tractor del destino que nunca termina de salir adelante, o la sombra de los centros comerciales obsoletos y decadentes de Playa del Inglés. Tanto pesan como para que si uno piensa en San Bartolomé tienda a ver esa foto y no la de otras realidades fruto de estos 4 años, como la ejecución de otra fase más de la remodelación de la Avenida de Europa, la renovación de casi todo el paseo entre Maspalomas y Meloneras y del de Las Salinas en Castillo del Romeral o el inicio de las obras del Mercado Municipal.

Lo cierto es que, por razones no imputables al gobierno local actual, Siam Park sigue siendo un proyecto y los centros comerciales, un lastre. Respecto al primero, este gobierno, con Conchi Narváez de alcaldesa y Samuel Henríquez al frente de Urbanismo, tuvo a punto la licencia de obras para el parque acuático, pero llegó el Tribunal Supremo, mandó pararlo todo y volver a la casilla de salida.

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Y respecto al segundo, el Ayuntamiento ha ido dando pasos que han cristalizado más en los despachos que en la calle. Ya declaró en ruina el centro comercial Metro y hasta reservó una partida para tirarlo si los propietarios no se ponen de acuerdo, pero ahí sigue, como un agujero negro en medio de la milla de oro.

Y con el Plaza de Maspalomas se puso duro, les clausuró las instalaciones tras los daños por un incendio y ahora ultima su reapertura parcial, pero, con todo, a día de hoy sigue cerrado. Algo similar ha pasado con el Toboplaya. El Ayuntamiento se hizo con el suelo, un estercolero en plena fachada de Playa del Inglés, tras años de litigio judicial, pero aún no han empezado las obras para recuperar ese espacio.

Vista parcial de San Fernando, en San Bartolomé de Tirajana. Arcadio Suárez

Esta fachada turística preocupa a sus vecinos. Por ejemplo, Juanfi Bautista, empresario del ocio y de la restauración, reclama la puesta al día de esos centros comerciales. Pero es que Eloísa Marrero, empresaria ahora dedicada al tercer sector como presidenta de la ONG Elomar, coincide con Bautista al fijar en Playa del Inglés y su mejora entre las prioridades del mandato que viene.

«No puede que ser que en San Bartolomé las terrazas carezcan de música»

Con todo, donde Juanfi Bautista observa «carencias claras y evidentes» es en la oferta de ocio para los turistas, que califica de «paupérrima». Alude a un déficit que, según entiende, no es achacable a los empresarios, ni siquiera a los políticos y técnicos municipales, sino a unas normas «obsoletas». Y pone un ejemplo. No comparte que se monten discotecas al aire libre sin permiso, contra las que, por cierto, el Ayuntamiento está actuando, pero «lo que no puede ser es que en San Bartolomé las terrazas carezcan de música, es inaudito».

Y también pide mejoras en las playas y en sus accesos, otro caballo de batalla de este mandato, aunque ya encaminado. Estuvieron dos años sin servicio de hamacas ni chiringuitos y hasta tres de ellas perdieron sus banderas azules en 2022. Hoy, en cambio, las han recuperado, las enseñas y los servicios.

Eloísa Marrero, en el almacén donde conserva los alimentos que luego reparte entre las familias más necesitadas. Arcadio Suárez

Si se pulsa a los vecinos sobre el San Bartolomé más residencial, entonces salen a relucir dos impresiones, una positiva y otra un tanto más negativa. La positiva la apunta Eloísa Marrero, que ante la realidad evidente, visible a pie de calle, de un municipio de contrastes, donde hoteles de lujo conviven con núcleos de infraviviendas y numerosos sintechos, subraya que este Ayuntamiento ha hecho una apuesta por los servicios sociales y ahora las ong están recibiendo muchas más ayudas para la gente necesitada. Solo la que ella dirige, Elomar, atiende a unas 200 familias, y eso, entre otras cosas, gracias a la colaboración municipal, que ahora le acaba de ceder un local bajo el Estadio de Maspalomas tras el inicio de las obras del Mercado.

Un deficiente mantenimiento de zonas públicas

Y la cara menos positiva es la que tiene que ver con los servicios públicos o el mantenimiento, que es donde pone su mirada Jorge Espinosa en su calidad de dirigente vecinal de barrio, en este caso, de Fataga. «San Bartolomé necesita trabajar en la mejora de las instalaciones». El pago donde vive es un claro ejemplo, con el tanatorio cerrado, la cancha abandonada o la zona deportiva paralizada e inacabada. Su queja va muy pareja a las constantes reclamaciones este mandato por la falta de luz en muchas calles o también por lagunas en el servicio de limpieza.

Jorge Espinosa, junto a su hijo, en la plaza de Fataga. Arcadio Suárez

Jorge Espinosa hace una última petición. Alaba «la cercanía» del gobierno local con el vecino en estos cuatro años, pero insta a todos los partidos a que piensen más en el interés general que en el partidista. Lo dice respecto a un municipio que este mandato ha sufrido varias convulsiones políticas, porque, de entrada, empezó como cuatripartito y acabó como tripartito tras la expulsión de CC en 2021, y que, además, ha sido portada en toda España por la polémica por un congreso nacional de altos funcionarios con demasiados excesos para el que San Bartolomé desembolsó 400.000 euros. Los grupos políticos locales sí hicieron piña, en cambio, para defender la cementera de Ceisa en el muelle. Porque con el pan no se juega. Y si es de El Pajar menos.

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