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Nuevo atentado arqueológico en un complejo aborigen de Gran Canaria que podría haber afectado seriamente a una singular manifestación rupestre de triángulos púbicos. Un particular ha convertido las cuevas de Lezcano, en Teror, en un estercolero, ha picado una de las paredes y le ha plantado una puerta en el vano de entrada. El Legado, grupo de trabajo e investigación del patrimonio histórico y arqueológico canario para su difusión y protección, ha denunciado en sus redes sociales esta nueva agresión, además de ponerlo en conocimiento del Cabildo y de los agentes del Seprona de la Guardia Civil.
La información no es muy precisa, pero, por los datos que maneja, y que también aporta otro divulgador de este patrimonio, Juan Santana, al menos una de las cuevas ha sido habitada por un okupa. No en vano, ha colocado una antena de televisión en la pared exterior del complejo.
«Los grabados no pueden verse debido a la cantidad de materiales que hay depositados en la cueva y en la propia pared donde se ubican, han usado cemento para poner puertas, han picado paredes, hay perros en su interior, han extraído material del interior, etcétera», detalla El Legado, que asegura que también ha alertado al Ayuntamiento de Teror. La persona que ha podido cometer estas infracciones, según este grupo, ya ha sido identificada.
Por los datos recabados por este periódico, la Policía Local de Teror ya estuvo en el yacimiento y este miércoles estaba previsto que lo hiciera la Guardia Civil. También acudió el inspector de Patrimonio Histórico del Cabildo, Javier Velasco, pero tuvo dificultades para acceder a las cuevas y tendrá que volver a intentarlo. Por lo pronto, anuncia que desde la institución insular se remitirá por escrito una petición al Ayuntamiento y a la Policía Canaria para que extremen la vigilancia del enclave.
Además, solicitará colaboración a la corporación municipal para identificar al posible propietario e instarle a que active un proceso de desahucio si se confirma que hay un okupa en una de las cuevas. «Una vez despejadas, habrá que acometer una limpieza y una posterior evaluación de los daños».
Recuerda Velasco que, por ley, por el solo hecho de albergar grabados rupestres, este yacimiento tiene la categoría de Bien de Interés Cultural, pero que queda todavía por delimitar expresamente su superficie.
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