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Ángel Domínguez posa con su espumoso brut que triunfó en Asturias. Cober

Ángel Domínguez, de taxista a alquimista de la sidra en Valleseco

El Lagar de Valleseco ·

Desde el año 2020, su bodega no para de obtener premios internacionales. «Soy muy feliz cultivando mi tierra, no pido más», destaca

Rafael Falcón

Valleseco

Sábado, 21 de octubre 2023, 23:22

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La sidra de Valleseco cada vez tiene un mayor reconocimiento internacional. En el último Salón Internacional de les Sidres de Gala, desarrollado en Gijón, con la participación de 92 lagares procedentes de tres continentes, 7 lagares y 16 sidras de Valleseco obtuvieron un total de diez medallas: una Premium, un oro, seis platas y dos bronces.

En los últimos años se está produciendo una proliferación de bodegas en el municipio grancanario que se dedican a la elaboración de sidra. Quien lleva obteniendo reconocimientos internacionales desde 2020 es El Lagar de Valleseco. En este último certamen se alzó con la máxima distinción Premium a su sidra espumosa brut, al margen de la medalla de oro al brut semiseco, plata a su sidra natural ecológica y bronce al botellín bajo la denominación de lobo.

Este lagar está situando a Valleseco en el mapa internacional. ¿Pero cuál es su secreto? ¿Cómo surgió esta aventura? En una finca de 3 hectáreas, formada en bancales, y próxima al Área Recreativa de La Laguna encontramos a Ángel Domínguez trabajando en sus tierras. El propietario del Lagar de Valleseco es un auténtico alquimista de la sidra. Habla con pasión del producto, ama el campo y recalca que «soy feliz cultivando mi tierra, no pido más». Hoy en día ha elevado su producto a unas cotas insospechadas, ya que él nunca podría imaginar lo que le está sucediendo. Su historia es muy curiosa. Ángel, natural de Arucas, se casó y se fue a vivir a Valleseco. Allí compró una finca, que era un antiguo alpendre. Poco a poco fue cuidando sus terrenos y recuerda que el anterior alcalde del municipio, Dámaso Arencibia, promovió el cultivo de manzaneros y así lo hice. Aquellas manzanas que cultivaba eran de uso familiar, aunque la mitad «se la comían los conejos», relata.

Pero todo cambió a raíz de una anécdota que supuso un cambio radical en todo. «Un buen día mi amigo Mundo, en la parada de taxis del Hiperdino de Triana, me dijo que le echase una mano en la vendimia, ya que él tenía viñedos en Firgas. Recuerdo que aquel día acabé destrozado y luego fuimos a comer juntos, y ahí se sumaron más compañeros del taxi. Mundo me preguntó qué hacía con las manzanas que cultivaba y le dije que repartía en la familia y nada más. Entonces me comentó que por qué no hacía sidra. Esto fue en el año 2010. En la Granja del Cabildo se realizó un curso sobre la sidra y acudí. Ahí empezó todo. Mundo me dejó una prensa para mi primera producción y a varios viticultores les encantó», afirma orgulloso. A partir de ese instante empezó una aventura que hoy en día alcanza cotas de un nivel insospechado. Cultivo ecológico y artesanal, este es el sello de El Lagar de Valleseco. Poco a poco, Ángel Domínguez fue introduciéndose más en el mundo de la sidra y la manzana reineta de su municipio es una fruta muy preciada. Con una producción anual que oscila entre los 6.000 y los 7.000 litros, El Lagar de Valleseco produce sidra natural y espumosa de una calidad sublime.

En 2020 se presentó por primera vez a un concurso internacional y en estos tres años ya suma unos 20 premios. Lograr la categoría Premium con su espumoso brut ha sido «la guinda al pastel», destaca. Ángel Domínguez es una persona modesta, pero a través de su lagar ha contribuido a poner la manzana de Valleseco en un escaparate relevante, lo que ha motivado el aumento de lagares en el municipio e incluso ha colaborado en la presencia de la manzana reineta en los supermercados Spar de Gran Canaria.

En su finca es feliz. Ha inventado una especie de teleférico para recoger la cosecha. Cuando empieza a hablar de la producción es un libro abierto. Prensar la manzana, llevar el mosto a los tanques, pendiente de las analíticas, fermentaciones, etiquetado, etc. Ha aprendido con el día a día, con la técnica de errores y aciertos, aunque en su caso los errores han sido escasos viendo los resultados. «He dado palos de ciego, pero bajo la investigación propia y con Mundo, que fue mi gran profesor, he ido avanzando», destaca este agricultor que dejó el taxi para ser feliz en sus terrenos.

Sus productos se pueden adquirir en los comercios de Valleseco y en La Molina y Mercado de Vegueta, en Las Palmas de Gran Canaria. A pesar de los múltiples reconocimientos internacionales, Ángel Domínguez recalca que «el éxito mata al artista» y apostilla una frase que para él es filosofía de vida: «Hay que vivir con los pies en la tierra y los ojos en el cielo». Así vive Ángel Domínguez, un agricultor que ha situado la sidra de Valleseco en lo más alto.

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