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Sonrisas, el perfume a poleo y eucalipto, el sonido del bucio y ojos brillando de la emoción. Este miércoles se celebró en Agaete la Rama de San Pedro, y aunque este año los romeros y romeras no pudieron bajar con frondosas ramas impregnadas de sentimiento desde el pinar de Tamadaba, las ganas y la ilusión de los vecinos y vecinas del Valle llenaron de aromas cada rincón del municipio.
Este lunes se decretó una ola de calor y una alerta por riesgo de incendios forestales que imposibilitaron la tradicional subida al pinar de Tamadaba, esto supuso «una gran tristeza y un sentimiento agridulce» para los romeros, tal y como mencionó Josefa Bolaños, «nacida, criada y dando la lata desde siempre en El Valle», tal y como ella misma indicó.
Pero ni el calor ni ninguna alerta impidieron que la fiesta se viviese con el mismo sentimiento. «Mi hijo y mi nieto subieron la noche del lunes, bajaron a las 5.00 horas de la mañana del martes y a las 7.00 horas mi hijo estaba en su puesto de trabajo. Esto es una devoción que no se puede explicar, va en la sangre», explicó Josefa.
Este año, las ramas se recogieron en la finca La Laja, mientras de fondo se escuchaba a la Banda de Agaete tocar 'Cielito lindo' y se veía a los romeros bajar por un camino empinado y de piconera, que ayer se convirtió en un camino de rosas.
Mientras la gente se hacía un hueco y las fuerzas de seguridad intentaban proteger a la banda de música, Cristo Suárez miraba una foto que estaba colocada en un árbol y rodeada de ramas. En ella se veía a un hombre sosteniendo una rama. Era la foto de un querido amigo, ya fallecido, que recordaba con mucho cariño. Después de sonreír y decirle algo en voz baja gritó: «Vamos, vamos, esa banda, que no suena. ¡Viva San Pedro!
Gustavo Suárez, jefe de la Policía Local de Agaete agradeció a los participantes de las fiestas el «buen comportamiento» con el que se han desarrollado las mismas. «La gente se ha portado muy bien, quiero darle las gracias a todos porque así dan ganas de hacer fiestas». A pesar del sofocante calor, la gente no se quiso perder esta cita. Según Suárez, entre «3.000 y 4.000 personas» quisieron disfrutar de estas fiestas que transcurrieron «sin ningún tipo de incidentes».
La Rama continuó, las temperaturas seguían subiendo y con ellas, las ganas de pasárselo bien. En mitad del camino, por el parque de El Sabillo, los más pequeños aprovechaban para tomarse una dulce granizada fresquita o jugar con los papagüevos, mientras los mayores tomaban otro tipo de bebida no tan dulce, pero igual de fresca.
Como broche final a esta celebración, San Pedro esperó en las puertas de la Iglesia a la Banda de Guayedra y a la de Agaete, que venían acompañados de personas que aprovecharon la ocasión para ofrecer su rama y pedirle salud, paz y tranquilidad.
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