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Lope de Vega puso a Fuente Obejuna en el mapa de la historia y de la literatura, pero, si hubiera vivido 100 años más tarde, quién sabe, también podría haberse inspirado en Agüimes y en un episodio hasta ahora desconocido de su pasado. Faneque Hernández, investigador e hijo adoptivo de este municipio, la rescata en una obra literaria que se presenta este viernes: 'La reata de los doce camellos', una propuesta de teatro en verso editada por Canariasebook que recrea la rebelión de los agüimenses de 1708 contra el intento del obispo de requisarles el trigo comunal. Todo quedó en nada. No hubo testigos para el proceso judicial posterior. Un pacto de silencio selló las bocas y los ojos de sus vecinos. Fue el particular todos a una de Agüimes, como en la 'Fuentevejuna' de Lope.
El Salón de Plenos del Ayuntamiento de Agüimes acogerá este viernes la presentación a partir de las 19.30 horas en un acto abierto al público. Junto al autor estarán el alcalde, Óscar Hernández, el prologuista del libro, el catedrático de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria Maximiano Trapero y el ilustrador de la obra Paco Suárez.
Esta será la que Faneque Hernández pretende que sea la primera estación de una aventura divulgativa que debe culminar con su puesta en escena, al estilo y manera de su última y exitosa propuesta teatral, 'La rebelión de los sureños'. De hecho, ya se han iniciado las conversaciones para hacerlo posible.
«Estamos ante una precuela de lo que fue el gran Motín de Agüimes, que tuvo lugar apenas 10 años después, entre 1718 y 1719», advierte, «de ahí que enseguida me di cuenta de que podría tener un interesante desarrollo literario». Al fin y al cabo, como apunta este profesor de Historia jubilado, también fue una gran revuelta, como la del motín, y comparten incluso algunos de sus protagonistas, como el malo de la trama, Francisco de Amoreto, el hacendado que luego fue suegro del primer conde de la Vega Grande.
El obispo Juan Ruiz Simón, que estaba falto de dinero porque aún debía al Papa los 2.800 ducados que le costó el cargo, se asoció con Amoreto para hacer negocio con la venta de trigo en Tenerife, donde, por cierto, el prelado de origen soriano residía hospedado en la que hoy llaman Casa-Palacio de los Machado, en La Orotava, con la viuda Catalina de Valcárcel ejerciendo de anfitriona. En Tenerife escaseaba el grano y se podía vender a precios más altos, así que lograron permiso de la Audiencia de Canarias para trasladar la mercancía desde Gran Canaria a la isla vecina.
Amoreto tenía trigo propio, porque lo cultivaba en sus tierras del sur, pero el obispo no, así que se le ocurrió requisarlo del Pósito o Cilla de Agüimes, el almacén comunal de todo el pueblo a cuenta del diezmo que los vecinos tendrían que pagarle en la próxima cosecha. Agüimes era entonces Señorío Episcopal y las tierras eran del Obispado.
Eso ideó Ruiz Simón, pero los vecinos se lo impidieron armados con sus útiles de labranza. La reata (por la cuerda que los mantiene unidos) de camellos que dirigía el administrador de las rentas del obispo llegó hasta la Cilla, que estaba donde hoy está el Bar el Populacho, en la plaza del Rosario, pero cuando ya estaban cargando los sacos en los animales, el pueblo se rebeló y se lo impidió.
Aquella rebelión luego no tuvo recorrido judicial porque todos, desde las fuerzas vivas hasta las autoridades, entre otros, el alcalde ordinario que nombró el Cabildo Catedralicio, Antonio Benítez de Rojas y Guzmán, que vivía en el que hoy es Hotel Rural Casa de los Camellos, sellaron un pacto de silencio. El Obispado se quedó sin testigos para castigar aquella afrenta.
Hoy se conoce aquel episodio gracias precisamente al motín. No en vano, la primera referencia de este incidente aparece en libro que le dedicó Vicente Suárez Grimón a aquella rebelión de los vecinos de Agüimes de 1718, cuando se levantaron contra el intento de Amoreto de quedarse en subasta pública con los terrenos que ellos plantaban en los Llanos de Sardina y del Polvo, por donde hoy en día se extiende Vecindario.
Ese suceso, el del llamado Motín de Agüimes, lo descubrió Suárez Grimón investigando en el Archivo Histórico Nacional. «Mezclado entre todos los papeles de aquel proceso, encontró un extraño documento, firmado a 21 de enero de 1719, en el que don Francisco de Amoreto, el señor de la Vega Grande, se presenta ante un escribano en Las Palmas, José Cabrera Bethancourt, y le pide que rememore y certifique por escrito lo ocurrido 10 años atrás, en 1708», advierte.
«Suárez Grimón citó el incidente en una página de su libro y resumió el escrito», pero luego se lo facilitó al propio Faneque Hernández y puso la semilla de una obra literaria que ahora ve la luz. ¿Qué buscaba Amoreto con aquel documento apenas 10 días después de que los reos producto del Motín de Agüimes hubiesen sido liberados y hubiesen regresado a la villa? «El caso iba a ser juzgado por el Consejo Real y quería demostrar que aquellos vecinos que se rebelaron contra él eran levantiscos, que tenían antecedentes», precisa el autor de este trabajo.
Todo esto lo ha recreado Faneque Hernández en una obra de teatro en verso en 6 escenas y 3 localizaciones, escrito en romance, aunque al final de cada escena añade versos con una métrica más compleja, como sonetos, tercetos, octavas, que serán los textos de las canciones. Además, la versión escrita, que es la que se presenta este viernes, incluirá una reproducción del famoso documento del escribano y una fundamentación histórica y genealógica en la que el autor explica el escrito, lo contextualiza y glosa a sus protagonistas, que no aparecen citados en aquel texto.
Dado este paso, Hernández ya piensa en llevarla a escena. «Pongo los textos a disposición, sin cobrar ni un euro. Y como esta Fuenteovejuna de Canarias es un hecho colectivo, me gustaría que la forma de llevarlo a las tablas fuese también un hecho colectivo, un modelo mixto entre actores profesionales y vecinos de la villa, como se hizo, con mucho éxito, con 'La rebelión de los sureños'.
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