Tomás García Rodríguez inicia la maniobra de descarga del patudo de 251 kilos desde el 'San Horacio' al muelle de Gran Tarajal. /
Tomás García Rodríguez inicia la maniobra de descarga del patudo de 251 kilos desde el 'San Horacio' al muelle de Gran Tarajal. /
Pescó esta semana el primer atún rojo de la cofradía de Gran Tarajal, que hasta este martes era el segundo de toda Fuerteventura y el más grande (251 kilos) de las tres cofradías majoreras, pero Tomás García Rodríguez no entiende a qué tanto revuelo ahora cuando lleva unos veinte años dedicado a esta zafra. «Hasta me han felicitado cuando es lo que he hecho toda mi vida, incluso cogí uno de 390 kilos un año», asiente extrañado mientras descarga el patudo del 'San Horacio' al muelle. Se subió a un barco por primera vez a los trece años con su padre y todavía hoy no cambia la profesión por ninguna otra.
Tomás, con la bamba en la mano, suma casi 40 años de vida profesional dedicada a la pesca artesanal. /
Tomás (1971, Gran Tarajal) no sólo acumula 39 años de experiencia sino que reconoce que tiene el requisito fundamental del pescador artesanal: la paciencia. «La pesca no es ir a la mar y coger pescado: tienes que echar muchas horas y tener mucha paciencia. Y eso es lo que me sobra a mí, la paciencia. Hay gente que quiere ir y coger pescado enseguida, y eso no es así, el pescado no siempre come. Hay que esperar a que coma, hay que estar en la mar».
Como aquella primera vez con su padre Tomás García Sánchez, sigue madrugando lo mismo, aunque el trabajo de marinero artesanal ha ganado en comodidades por las cañas eléctricas y otros adelantos tecnológicos a bordo. Con 52 años, puede presumir de que «sé pescar», no sólo porque 17 de los 39 años aprendiendo con su padre sino porque trabajó un año embarcado en África, en Mauritania: «yo sabía que era duro, pero estuve en la costa porque quería aprender de otros patrones y lo hice, porque yo hasta entonces no estaba muy curtido en la pesca del atún».
El ejemplar de atún rojo, tras ser izado, al fondo Tomás García aún a bordo del 'San Horacio'. /
El personal de la cofradía pesa el atún rojo y confirma los 251 kilos mientras Tomás, al que conocen como Tomasín, reitera que «para mí es un pescado normal, no sé qué tienen ahora con los patudos». Sí reconoce que la pesca del patudo es «un poco trabajosa porque tienes que calar, tienes que coger caballa grande para echarle a los delfines, porque estos pescados vienen con mantadas de delfines. El atún rojo está debajo de los delfines, que se te ponen alrededor del barco al echarle las caballas. Tú le echas la liña, que es un anzuelo solo con un nylon».
Una vez que pica el patudo, Tomás puede estar media hora, dos horas, hasta cinco horas. «Una vez en el muelle el atún rojo, se ve fácil, pero normalmente las dos horas jalando no te las quita nadie».
Lorenzo Brito Castro, patrón mayor de la cofradía de Gran Tarajal, coloca el patudo de Tomás García para trasladarlo a las neveras. /
Aparte de la pesca del atún rojo, Tomás hace de todo lo que se puede hacer en la mar. «La del barrilote, que es con caña y liña, a diferencia del patudo que es con liña solo; la del bonito, que es con caña, pero para levantar desde el agua, caña para atrás [y hace el gesto], aunque te tira a la cintura y es bonita porque coges tres, cuatro, cinco toneladas. La otra es bamba, que es una caña larga con un trozo de nylon en la punta y el anzuelo, y se cogen pescaditos de quince a treinta kilos».
Cuando no hay barrilote, ni bonito, como el resto de pescadores de Gran Tarajal, cala con la traíña de cerco para coger carnada y dedicarse a la pesca artesanal propiamente dicha.
Todas esas modalidades de pesca le gustan porque « a mí me gusta coger pescado».
El 'San Horacio' es el cuarto barco que tiene Tomás, porque cuenta los dos que usaba al mismo tiempo con su padre. «Cuando se jubiló, me quedé con el más grande y vendí el otro». Su barco tiene esta zafra un cupo de 2.000 kilos de patudo y allá se va este lunes temprano para no volver en unos tres o cuatro días.
El trabajo de la pesca artesanal es el mismo, « madrugar, coger carnada, volver a madrugar para pescar», las cañas eléctricas ayudan cuando va a lo hondo. «Pescan solas, cuando antiguamente pescaba a la mano con alambre. Usaba cuatro kilos de alambre para pescar en lo hondo, a cherne, a merluza. Ahora, con esos carretes de 2.000 euros, le das para arriba y para abajo y pescan solos. Sólo tienes que desenganchar el pescado».
Antes de irse del muelle, de una vez deja su postura sobre la energía eólica marina, que el Gobierno central ha situado frente a la costa de Gran Tarajal, en la Chernera, el pesquero de años del sector del sur. «Esa gente que quiere poner eso, que se pongan los molinos en las puertas de sus casas, no en la puerta donde yo trabajo. Yo y mis compañeros pescadores. No puede ser, no puede ser».