Olivia M. Stone, tras su periplo por Canarias en 1884, puso el nombre de la isla más desértica a su finca en Dover, al sur de Gran Bretaña. A lo largo de su descripción de Fuerteventura, la autora establece en su libro 'Tenerife y sus seis satélites' similitudes de varios lugares de la isla con Gran Bretaña
Necesitas ser registrado para acceder a esta funcionalidad.
Opciones para compartir
La viajera británica más famosa, Olivia M. Stone, se llevó tal recuerdo de su estancia en Fuerteventura en 1884 que, al regresar a Gran Bretaña, bautizó con su nombre a su villa o pequeña finca de Dover. Así lo publica el investigador histórico Daniel García Pulido, haciéndose eco de las indagaciones realizadas por María Isabel González Cruz, doctora en Filología Inglesa por la Universidad de La Laguna (ULL).
Ambos, García Pulido y González Cruz, están unidos por desentrañar a la viajera Olivia Mary Hartrick Stone más allá de su libro 'Tenerife y sus seis satélites', publicado en 1887 con ilustraciones de su marido. Daniel García, quien ejerce su labor profesional como técnico especialista del Fondo de Canarias de la Biblioteca General y de Humanidades de la Universidad de La Laguna, cita textualmente a la doctora González al publicar: «De Olivia M. Stone sabemos que vivía junto a su marido, John Harris Stone, en una casa en Dover (Kent), a la que habían puesto el nombre de Fuerteventura, y que tenían decorada con abundantes recuerdos de Canarias».
Como una granja inglesa, pero sin chimeneas
A su artículo 'Sobre la literatura de viajes y los viajeros. Olivia M. Stone. Aproximación a una biografía desconocida' (2019), el investigador histórico añade que la viajera británica, al recorrer Fuerteventura, «dejó constancia al visitar La Oliva que algunas haciendas o casas le recordaban a granjas inglesas por su tipología y su arquitectura». Y García Pulido cita la traducción de Juan S. Amador Bedford donde la viajera describe: «El comedor, y de hecho toda la casa, nos recordaba a una granja inglesa, obviando la ausencia de chimeneas».
Más adelante, Daniel García encuentra en esta traducción del libro de literatura de viajes que Stone recalca que las habitaciones de la vivienda donde se alojó en La Oliva tienen un «aspecto anticuado inglés».
Por eso, concluye el investigador, «es muy plausible que ese parecido haya hecho que Olivia Stone, ya de regreso en Inglaterra, al adquirir una villa o pequeña finca en el sur de aquella nación, le recordase aquellas casas de Fuerteventura que vio en La Oliva y le hiciesen bautizar la vivienda con el nombre de la isla».
En su artículo, García Pulido destaca que el casamiento de los luego viajeros por Canarias John Harris y Olivia Stone se produjo en 1878; que posiblemente la localidad de nacimiento de Olivia Mary Hartrick (apellido de soltera) sea Wexford, en Irlanda, en 1855, en el seno de una familia de cinco hermanos; y que los hijos de la pareja fueron tres.
El investigador desvela además que el marido, el abogado John Harris Stone, se desposó por segunda vez el 29 de diciembre de 1900 con Lillie Tully, «prueba evidente de que Olivia M. Stone debió haber fallecido en el transcurso del último decenio del siglo XIX».
Daniel García termina su artículo dejando claro que «la identidad de Olivia Mary Hartrick Stone era una deuda pendiente con una viajera que nos ha legado, posiblemente, una de las mejores obras de literatura de viajes existentes sobre las islas».
Antigua, como un día de verano en Inglaterra
En la edición y traducción del profesor majorero Marcos Hormiga sobre los días pasados en la isla a principios de 1884, la viajera la llama «una Fuerteventura arraigada en la pobreza» que, conforme avanza por los pueblos y llanos a lomos de camello a ratos, caminando otros, describe que «[...] en lugar de ser un vasto desierto arenoso, tal y como se nos había inducido a pensar, la vemos casi enteramente compuesta de un buen suelo, sólo que necesita riego».
En la edición de Hormiga también saltan otras similitudes con su tierra natal que quién sabe si la llevó a ponerle el nombre de Fuerteventura a su casa en el verde condado de Kent. A su paso por Antigua, Olivia Stone escribe que «el tiempo a las ocho en punto, esta mañana (59º F (15ºC), me recordaba un día de verano en Inglaterra, cuando todo el mundo intenta imaginarse que es verano, y cada cual, en secreto, desea una buena llamarada en la chimenea».
Semillas de tagasaste
Más hacia el sur, cuando mira la lluvia caer en Tiscamanita, compara con su país. «Cuando llueve en Fuerteventura lo hace con furia; tiene que recuperar el tiempo perdido. En Inglaterra no hay prisa; las nubes pueden dejar caer el agua pausadamente fuera de sus entrañas».
Si Fuerteventura se la llevó en su retina hasta el punto de repetirla en el nombre de la granja británica de Dover, el investigador Daniel García Pulido desvela un último detalle de la huella del viaje por Canarias. Olivia se llevó algo más, pero en sus bolsillos: semillas del tagasaste canario que habría intentado plantar en Gran Bretaña e Irlanda, imposible saber si con éxito o no.
Comentar es una ventaja exclusiva para registrados
¿Ya eres registrado?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.