Ajuy, ese «pueblo pequeñito» que cabe en el corazón
Fiestas patronales ·
María del Pino Alonso abrió las fiestas de San Juan con un recuerdo a los marineros de antesA Manuel Avero, Marcial Fernández, Víctor Figueroa, León Avero, Miguel Alonso y Juan Trujillo, marineros todos, dedicó María del Pino Alonso Brito su pregón de las fiestas de San Juan en Ajuy, en el municipio de Pájara. Maruca, como la conocen, habló del «pueblo pequeñito, que es el lugar que más quiero en el mundo» y lo hizo desde la mar y el recuerdo de sus pescadores, con mención aparte para Periquín Figueroa, que lo mismo arreglaba un chinchorro que daba las instrucciones precisas para llegar al hoyo de los roncadores sin dejar de vigilar si subía la masa del biscochón con que brindar a la chiquillería.
En Ajuy, desgranó la pregonera, todo tiene su historia: «una piedra, una barca, una receta o una canción». Cuando habló de los marineros veteranos, lo hizo confirmando que lo suyo «sí que era economía circular: tendiendo las sardinas en el barranco y secándolas al sol para venderlas». Los pescadores cosían los chinchorros en la playa «y si algo se rompía, no se tiraba, se arreglaba».
En aquel pueblo marinero, no faltaba el papel de las mujeres «que bajaban todas juntas a sacar los barcos con un cabo y mucho fuerza. Ese recuerdo lo tengo desde que era muy pequeña y todavía me emociona».
Como es la mar del norte de Ajuy, Maruca Alonso Brito también recordó los días de temporal que cogían a los pescadores faenando lejos del soco del pueblo. «Se encendía una hoguera en el cantil para que los marineros viera el humo y supieran que tocaba volver a tierra. Nada de GPS, nada de radares, sólo humo, fe y el coraje de nuestra gente».
El pregón también volvió a las fiestas de San Ajuy de hace años. «Por aquel entonces, no había plaza, ni escenario, pero sí había algo que sobraba: ganas de reunirse, de celebrar, de sentirse pueblo».
Hoguera de San Juan, en la arena de la playa
De los actos de antaño de las fiestas, permanece la hoguera de San Juan. «Desde niña, la esperaba con una ilusión especial (...). Al principio, se hacían directamente sobre la arena de la playa. Con los años, pasaron a lo alto del pueblo y llegaron los fuegos artificiales».
En los recuerdos de Maruca, la actuación de la orquesta Rayos de Plata en las fiestas de su pueblo pequeñito marcaron un hito. «Para nosotros, en aquella época era como si viniera a Ajuy el mismísimo Quevedo o el Bad Bunny ese».
Las verbenas finalizaban a las ocho de la mañana «y allí estaban las vecinas preparando caldo de gallina para los resacados. Siempre había más resacados que caldo, y se le echaba más agua el caldo y listo. Y nadie se quejaba».
El pregón terminó como empezó: con una invitación a mirar y disfrutar el mar de Ajuy. «En este pueblo pequeño, pero grande en alma, dejemos a un lado por unos días los problemas, miremos al mar, abracemos lo nuestro y celebremos la vida». La pregonera ya había empezado invocando al mar «que nos ha dado y sigue dando el sustento». Ese mismo que, en cada ola, deja en la orilla «la tranquilidad y la paz de las puestas de sol».
El grito de viva San Juan de Maruca Alonso Brito fue el arranque de unas fiestas donde faltarán, por primera vez, las pellas de gofio amasadas por Periquín Figueroa. No lo dijo la pregonera, pero lo pensamos todos.