El Valle de Agaete huele a rama

La fiesta comenzó el día anterior, cuando los romeros caminaron al anochecer hacia el Pinar de Tamadaba en busca de La Rama, aunque muchos aprovecharon las primeras horas de la mañana para cumplir con el ritual de una sola vez. El ambiente se llenó del aroma a poleo, pino, eucalipto y retama bajo el imperante sol que solo era soportable entre cervezas y en el ambiente festivo, ya que ni un solo hueco quedó a la sombra. Con todo, ninguno de los vecinos bajó el ánimo, ni siquiera los más pequeños, que se unieron a los cantos y al baile en primera fila.

El sonido del bucio daba inicio a la intensa jornada, que se vivió en compañía de familia y amigos. La Rama de San Pedro bajó despacito, al ritmo de la música que resonaba poderosa en todo el barranco. La Banda de Agaete dio el relevo a la de Guayedra a mitad del trayecto hacia la ermita, donde esperaban los tradicionales papagüevos y, por supuesto, el patrón, al que honraron con sus ramajes. Según fuentes de la Policía Local, no hubo que lamentar incidentes en una fiesta que los lugareños y visitantes calificaron como «la más auténtica de toda la isla».

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