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Dos vecinos de Las Palmas de Gran Canaria, la pareja que forman Francisco Mendoza y Maritza Grande, junto a los perros Tula, Zurrón y Cartucho, quedaron atrapados por el temporal de nieve y frío que congela la Península. Llevan varias semanas conduciendo su caravana por España, Portugal y Francia, pero una potente nevada los atrapó en un monte de Soria en la tarde del domingo y tuvieron que ser auxiliados por la Guardia Civil este lunes para poder seguir su camino.
Iban por Villar del Río (Soria) en dirección a Avellaneda (La Rioja) cuando el GPS los adentró por una pequeña carretera que atravesaba un monte en medio de la nada. «Cuando llegamos a la cima empezó a nevar», explica Mendoza, «y nos quedamos bloqueados». Como desconocían el entorno y la madrugadora noche los envolvió, decidieron pasar la noche en la caravana. «Íbamos preparados, con mucha comida y calefacción, pero hubo momentos en que estuvimos preocupados porque no sabíamos muy bien dónde estábamos ni lo que teníamos alrededor», expuso el hombre.
A ello tampoco contribuía el hecho de que, de vez en cuando, los golpes de los copos de nieve contra los cristales de la caravana interrumpían su sueño. «Como casi todos los canarios que venimos a la Península en invierno, buscábamos un poco de nieve, pero pensábamos que la veríamos en un pueblo bonito, no en mitad del monte», explica tras pasar la noche a temperaturas por debajo de los cero grados. Al final fue la nieve la que los encontró
. «Al día siguiente, cuando aclaró el día, respiré». Desafortunadamente, se habían acumulado más de 15 centímetros de nieve y no podían avanzar ni retroceder. Lo bueno fue que uno de los dos teléfonos daba señal. Llamaron al 062 y en menos de una hora había a su lado un equipo del Servicio de Protección de la Naturaleza (Seprona) y otro de Grupo de Rescate e Intervención en Montaña (GREIM) de la Guardia Civil.
«Estuvieron con las palas quitando la nieve y nos colocaron las cadenas en las ruedas porque yo no sé hacerlo», comenta más tranquilo Francisco Mendoza desde Zaragoza. Ahora se ríe este nacido en Gáldar. «Lo curioso es que esto le pasa a un cebollero en la Sierra de la Cebollera», explica, mientras agradece el trabajo de la Guardia Civil.
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