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Hermine descargó millones de litros de agua en los campos de La Aldea de San Nicolás y subió cinco metros de altura el nivel de sus tres grandes presas, pero, como contrapartida, ha dejado a sus vecinos sin agua de abasto. El alcalde Tomás Pérez no podía ocultar este lunes su preocupación. «Arrastró al menos dos tramos de tuberías con las que impulsamos el agua desde la desaladora al pueblo, y encima, también afectó a los pozos de donde la planta extrae el agua que luego desala».
El regidor municipal explicó que los operarios trabajan a marchas forzadas para restituir primero esas conducciones que se llevó la escorrentía. «El problema es que el barranco sigue corriendo y lo estamos haciendo con mucha dificultad». Y luego les quedará comprobar si los pozos están en condiciones. Temen que les haya llegado lodo.
Dado este escenario, el Ayuntamiento insistía este lunes en sus redes sociales en pedir a los vecinos que en lo posible redujesen al mínimo el consumo de agua de abasto. Pérez dijo que el municipio tiene reservas, pero que no darán para mucho, de ahí que todos sus esfuerzos se centraban ahora en restablecer el servicio cuanto antes.
A esta grave incidencia se le unieron múltiples daños provocados por las escorrentías en calles y en casas particulares que resultaron inundadas. Además, el alcalde informó también de que todavía este lunes quedaban algunas viviendas y granjas aisladas porque las vías de acceso, en buena parte de los casos, de tierra, fueron literalmente arrasadas.
La buena noticia les llegó a primera hora de la tarde, cuando el Cabildo les reabrió la GC-200 hacia el norte, hacia Agaete. Y es que hasta ese momento los aldeanos solo tenían operativa su conexión con el resto del mundo por Mogán, por el sur. Al cierre de esta edición seguía cerrada la vía que les une con el centro, con Artenara, por la GC-210.
No era la única vía de carácter insular que este lunes sigue afectada. Según informó Obras Públicas en sus perfiles en redes sociales, las consecuencias de Hermine mantuvieron todavía cerrada al tráfico una decena de carreteras. A las que ya resultaron dañadas el domingo se les sumó un desplome en la GC-80, la que une Telde con Santa Brígida, a su paso por La Atalaya. El consejero insular, Miguel Ángel Pérez, anunció a primera hora del día su cierre al tráfico por seguridad.
También tuvo que actuarse más tarde en la GC-1, en Telde, a la altura de Las Huesas, en dirección norte. La caída de parte del muro de contención obligó a cerrar el carril derecho, lo que dio lugar a largas retenciones en la autovía. Y más avanzado el día también cerraron la GC-605 al completo, la de Ayacata a la Presa de Las Niñas.
Por lo demás, este lunes siguen cerradas la GC-210 entre Tejeda y Artenara y el tramo entre este último municipio y La Aldea; el acceso a Tirma por la GC-200; la GC-800 entre El Sabinal y Marzagán, en la capital; el acceso al Sao (Agaete) por la GC-231; la GC-550, entre Temisas (Agüimes) y Santa Lucía; la GC-350 entre el cruce de Firgas y el de Moya y la GC-500 desde la playa del Cura a Taurito (Mogán). Hace apenas unas horas reabrieron la GC-310, la via junto al Jardín Canario y el cruce entre esta y la GC-320, que lleva a La Angostura (Santa Brígida).
Por lo demás, los municipios del sur y sureste de la isla andan recobrando poco a poco la normalidad. En Mogán hicieron balance y contabilizaron hasta 60 incidencias. Solo en este municipio cayeron 117 litros de precipitación acumulada. Se inundaron varias rotondas, como la de Lomo Quiebre, Playa del Cura o Agua La Perra, aunque quizás lo más llamativo fue la caída de piedras que en Puerto Rico aplastó un coche y dañó una moto.
En Ingenio tampoco pararon en estos dos días. Tuvieron que cerrar al tráfico varias calles y el acceso a Guayadeque y a Los Aromeros por El Burrero. También hubo desprendimiento de piedras en la GC-100 tras la entrada a Aguatona y se cayó el muro de contención en Poeta Juan Nuez.
Quizás lo más aparatoso lo sufrieron los vecinos de Las Majoreras. Desde primera hora de ayer una treintena de operarios trataba de limpiar los desperfectos provocados. Fátima Ramírez, que reside en Hermanos Tomás y Castor Gómez Bosch, se queja de que la calle, con una fuerte pendiente, carece de imbornales que absorban bien el agua. «Fue sobre las once de la noche y esto parecía un río». Se le inundó el garaje a la altura de sus tobillos. «Llamé a los servicios de emergencias, pero nadie vino».
Carmelo Pérez, edil de Obras, sostiene que la clave está en la calle La Pinta y anuncia que el Ayuntamiento hará un muro que impida que el solar aledaño descargue piedras y tierras en el barrio cada vez que llueve de forma intensa.
En Santa Lucía se registraron inundaciones en tres casas de la calle Valencia, se desalojó otra en la de Benartemi por una posible caída de un techo, se intervino en varios colegios, cayó un muro en la calle Felipe II, y se cerró la bajada al cementerio de Pozo Izquierdo. En Agüimes y San Bartolomé, por su parte, reseñan incidencias menores, aunque en la zona turística se llegaron a inundar algunos establecimientos hoteleros, una riada abrió un tajo en las Dunas y hubo que abrir la Charca al mar. El canal de Maspalomas aún llevaba agua este lunes.
La cara más positiva de Hermine estuvo en las presas. En las ocho del Cabildo se estima que hasta ayer habían entrado 500.000 metros cúbicos y en las tres de la Comunidad de Regantes de La Aldea el nivel de las aguas había subido cinco metros. A la de Caidero de la Niña le faltan 10 metros para rebosar y a la de Siberio, siete u ocho.
Por su parte, Juan Morales, ranchero de la Comunidad de Regantes Aldea Blanca y Acequia Alta de Sardina del Sur, apunta que en la presa de La Sorrueda, en Santa Lucía, habían entrado hasta ayer 1.600 horas de agua, es decir, 61.000 metros cúbicos, por lo que el nivel de altura del embalse subió dos metros.
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