Pensamiento crítico: pensar mejor para decidir mejor en el día a día
La segunda edición de las jornadas temáticas de la comunidad de Vocento Líderes con Propósito volvió a inspirar reflexiones sobre la importancia del pensamiento crítico para las personas, para la empresa, para la sociedad… Un aspecto aún más esencial en la era de la Transformación Digital y de la Inteligencia Artificial
Alberto Velázquez
Viernes, 28 de noviembre 2025, 08:50
Entre las diversas acepciones de la palabra 'pensar' en el Diccionario de la Real Academia, podemos encontrar «Formar o combinar ideas o juicios en la mente», «Tener la intención de hacer algo» o «Tener en consideración algo o a alguien al actuar»… Definiciones que implican valores como proactividad o empatía. Y en el caso de 'pensamiento', encontramos «Conjunto de ideas propias de una persona, de una colectividad o de una época»… que se ajusta como un guante a los rigores de unos tiempos en los que la automatización, con la Inteligencia Artificial en primer tiempo de saludo, amenazan nuestra capacidad de pensar, de razonar.
En este escenario, el pensamiento crítico se convierte en esencial, como detallaron durante sus participativas exposiciones Tomás Pereda, subdirector general de la fundación Máshumano, consultor senior de recursos humanos y miembro del comité asesor de Líderes con Propósito, y la filósofa Fátima Álvarez, autora, entre otras publicaciones, del libro 'Tomarse la empresa con filosofía', y formadora de estudiantes universitarios, profesorado y empresas. Ambos compartieron sus conocimientos en una activa sesión organizada por la comunidad Líderes con Propósito, de Vocento, con representantes de empresas como Deloitte, ISS, L'Oreál Groupe, Santander, Ecoembes, CEU San Pablo, Picnic y Tendam.
Como destacó Pereda en la introducción: «Hace tan solo unos años, no éramos conscientes de que reflexionar sobre el pensamiento crítico llegara a ser, incluso, esencial para la civilización. Aún más con la irrupción de la IA, ya que nuestro pensamiento es un punto de vulnerabilidad de cara al presente y al futuro, porque hay máquinas que están pensando de una manera muy seductora…». Tiempo, por lo tanto, para impulsar una «Segunda Ilustración» en la era de la Cuarta Revolución Industrial, en la que el pensamiento crítico nos permitirá ir más allá en nuestra forma de pensar, de trabajar, de vivir.
Álvarez recurrió, por su parte, a ejemplos, como el de un tamiz (o un colador), que sirvió como metáfora para identificar al pensamiento crítico, la herramienta que permite quedarnos con la parte de pensamiento útil para avanzar en la sociedad del siglo XXI. De hecho, señaló cómo 'crítico' procede del griego antiguo 'krinein', 'cribar', 'discernir'. «Hay que desarrollar (subrayó) la capacidad de tener pensamiento crítico y convertirla en competencia (del mismo modo que cuando queremos aprender, por ejemplo, un idioma: todos tenemos capacidad, pero hay que esforzarse para adquirir la competencia). Debemos ser, por lo tanto, exploradores, para adquirir y desarrollar esta capacidad práctica que nos ayudará a pensar mejor para decidir mejor en el día».
Personal, profesional, social
Ambos especialistas incidieron en la relevancia del pensamiento crítico para modular nuestros valores, para aportarnos un criterio moral que nos ayude a decidir de forma eficaz cuando nos enfrentamos a los (diversos) dilemas de la vida cotidiana. Una tarea, aunque de interés general, de indispensable desempeño personal («No hay que subcontratar el pensamiento de los demás»), en escenarios diarios en los que sale a nuestro paso la tentación de opinar de forma constante e inconsciente y ante la que se necesita como 'kit de supervivencia' una terna de elementos básicos para poder avanzar: «Contexto, criterio, valores».
Con ejercicios que sirvieron para reflexionar sobre la esencia del pensamiento crítico, en un entorno de distendido intercambio de ideas y consideraciones, Pereda y Álvarez condujeron una jornada en la que se recordó el desafío de la 'Human Augmentation': mejorar las capacidades humanas, tanto físicas como cognitivas, mediante el uso de tecnologías. Un contexto en el que, recordó Álvarez: «Reivindicamos, después de que estuviese de moda la 'Inteligencia Emocional', el equilibrio entre el 'hombre sintiente' y el 'hombre pensante', en procesos no automatizables, de personas sensibles al contexto, a la autocorrección, con valores como la responsabilidad y la flexibilidad».
Dos escenarios de pensamiento: el divergente, más creativo, y el convergente, más centrado en llegar a una solución bien definida que convivieron durante esta jornada celebrada en la sede de Vocento en Madrid. Una cita con ejemplos basados en el sentido común, pero, paradójicamente, complejos de poner en práctica, aún más en el caso de las empresas, en plenos procesos de transformación digital, de tecnología a discreción, para enfocar sus planes estratégicos.
Una ruta, como destacó Pereda: «complicada, ya que para pensar (como decía Kant), debemos ser valientes, esforzados,… pero nuestra mente está diseñada para protegernos, para pensar que tenemos razón». Ruta ante la que podemos prepararnos de cara a lo definido, también la Real Academia, como propósito: «Objetivo que se pretende conseguir» o (importante el matiz) «Ánimo o intención de hacer o de no hacer algo».