Borrar
Buque metanero
Polémica tras el gas licuado: ¿contamina más?

Polémica tras el gas licuado: ¿contamina más?

Un experto analiza el coste medioambiental de la alternativa al transporte por gaseoducto, esto es, los buques metaneros

A. Herranz

Viernes, 1 de abril 2022, 06:11

Necesitas ser registrado para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

Para llevar el gas natural desde el punto de origen al de consumo hay dos grandes alternativas. Por un lado están los gasoductos , la opción más idónea cuando las distancias entre ambos puntos es considerada media o corta. Se trata de tuberías grandes en las que puede caber un coche con una presión muy alta.

Por otro lado, cuando las distancias son más largas y, sobre todo, cuando hay que cruzar mares, la alternativa está en el gas natural licuado (GNL). En este caso, el gas se va comprimiendo y enfriando hasta que se convierte en líquido, a -160ºC, de tal forma que un metro cúbico de gas licuado equivale a 500 metros cúbicos de gas normal.

Para transportar este gas licuado se utilizan los buques metaneros, encargados de llevar la materia a las plantas de regasificación, donde se almacena y se va 'desenfriando' y convirtiendo de nuevo en gas a medida que se necesita.

Algunos estudios dudan de la idoneidad del gas licuado a la hora de luchar contra el cambio climático. Es cierto que, históricamente, el gas ha sido considerado un "combustible puente”, más limpio y con menos emisiones de dióxido de carbono que el carbón o petróleo, y una herramienta potencial para ayudar a abordar el cambio climático.

Pero el GNL “no es ni limpio ni particularmente bajo en emisiones”, según un informe de Natural Resources Defense Council, una ONG internacional dedicada al impacto medioambiental. Según este trabajo, las inversiones masivas en nueva infraestructura para respaldar esta industria, incluidos oleoductos, instalaciones de licuefacción, terminales de exportación y camiones cisterna, “bloquean la dependencia de los combustibles fósiles, lo que dificulta aún más la transición a una energía real baja en carbono y sin carbono”.

Sin embargo, Rafael Riquelme, experto de la Comisión de Energía del Colegio Oficial de Ingenieros Industriales de Madrid, considera que ambos tipos de gases “contaminan lo mismo”. “Lógicamente, llegar a la misma distancia, teniendo las dos alternativas, usar un buque contamina más por el uso de los motores”, pero a renglón seguido añade que el gasoducto utiliza estaciones de compresión que queman el propio gas para impulsarlo, lo que acaba suponiendo también un consumo energético.

Según sus datos, la media de pérdidas de un gasoducto de transporte en España está en torno al 0,5 %. “Es decir, si yo llevo gas natural licuado a Huelva y lo meto en un tubo de transporte para que sea consumido en Madrid, las pérdidas de gas natural en el transporte son menos del 0,5%. Pero si consigo generar energía eléctrica a partir de ese gas natural en Huelva y la quisiera consumir en Madrid, podría tener unas pérdidas del 8%”, expone como ejemplo.

Consumo energético del transporte

La licuación del gas natural se ha de producir en los países de origen. Un proceso que, según explica Riquelme, sí conlleva un consumo energético considerable.

Mientras, mantener frío ese gas es un proceso más eficiente porque, como si fueran un botijo, los buques que lo transportan van liberando pequeñas cantidades de gas para mantener la temperatura de la carga. Ese gas liberado es consumido por los propios motores del buque metanero.

En España, el 46,9% del gas llega a través de gasoducto, y el 53,1% restante como Gas Natural Licuado (GNL). En estos momentos tenemos seis plantas regasificadoras: Bilbao, Reganosa, Huelva, Cartagena, Sagunto y Barcelona. En Asturias está la de El Musel, aunque está hibernada y no es operativa. La razón por la que España tiene tantas plantas es diversa.

Por un lado, en su momento, los planes gubernamentales pasaban por crear muchas más plantas a tenor de los crecimientos de población que estaban previstos a principios de los años 2000, aunque la crisis económica de 2008 hizo que se abortaran muchos de aquellos plantes.

En aquellos mismos años, se decidió que la dependencia energética de nuestro país no podía recaer en más de un 30% en un único proveedor, por lo que, pese a los contratos de larga duración con países proveedores de gas como Argelia, se apostó por aumentar las aportaciones de otros proveedores de materias primas (como Nigeria o Qatar). Además, las renovables no estaban tan desarrolladas como ahora. “La fotovoltaica aún no se había desarrollado y la eólica estaba empezando tímidamente y gracias a muchas ayudas”, detalla Riquelme.

El impacto del 'fracking'

Con la intención de dejar de comprar gas natural a Rusia, los países europeos están buscando nuevos proveedores de gas licuado. Aunque España ya compra a Estados Unidos, este país podría ser el gran beneficiado del conflicto de Rusia con Ucrania y sus consecuencias energéticas. “Estados Unidos va a dejar de tener como competidor a Rusia en el mercado europeo, por lo que va a poder incrementar sus exportaciones de gas”, augura el experto de la Comisión de Energía del Colegio Oficial de Ingenieros Industriales de Madrid.

Cabe señalar que Estados Unidos cuenta con una gran reserva de gas de esquisto. Su extracción se realiza con el controvertido sistema conocido como 'fracking', que en España se prohibió por cuestiones medioambientales. Básicamente, consiste en inyectar agua a presión a determinados niveles para romper la roca y liberar el gas.

La propia agencia de la energía de Estados Unidos reconoce que estos sistemas de extracción están “abriendo grandes reservas de gas natural que antes eran demasiado caras de desarrollar” pero que “producir gas natural con esta técnica tiene algunos efectos sobre el medio ambiente”.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios