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Familia a la sombra durante un episodio de ola de calor. EFE
Cuando los avisos por ola de calor no cuentan toda la realidad

Cuando los avisos por ola de calor no cuentan toda la realidad

Aemet o Ministerio de Sanidad, dos mapas y distintos niveles de alerta. Dos formas de medir el impacto del calor que buscan proteger la salud de los ciudadanos

Lunes, 26 de agosto 2024, 07:18

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¿El calor mata? «Yo creo que ya nadie lo duda, ¿no?», responde al otro lado del teléfono Julio Díaz Jiménez, investigador y codirector del Observatorio en Cambio Climático, Salud y Medio Ambiente Urbano del Instituto de Salud Carlos III. Las cifras hablan por sí solas. «Las altas temperaturas mataron el año pasado, fundamentalmente en los cuatro meses del verano, a 8.352 españoles», alertaba esta semana un estudio firmado por científicos del ISGlobal. «Si sabemos que el calor afecta a la salud, ¿por qué no alertamos las olas de calor con criterios de salud?», se pregunta.

Estos son dos mapas del pasado viernes 9 de agosto, el día del inicio de la última ola de calor. El primero pertenece a la Agencia Estatal de Meteorología; el segundo es del Ministerio de Sanidad. ¿La diferencia? Uno se centra en la salud y el otro en la meteorología.

«Nos ha llevado tres años este trabajo», explica Díaz, el impulsor junto con Cristina Linares Gil. La biblia de este proyecto es el informe titulado «Determinación de umbrales de mortalidad por ola de calor según regiones isoclimáticas en España». Para cada una de las zonas, se elevan de 52 a 182, el estudio fija la temperatura máxima diaria a partir de la que aumenta la mortalidad de forma estadísticamente significativa. Y aquí radica la otra gran divergencia con el sistema de alertas de la Aemet.

Los avisos por calor de Aemet toman solo como base las temperaturas de una serie histórica y se activan cuando el calor previsto se sale de lo normal para la época estival. En cambio, la nueva línea de trabajo de Sanidad abarca desde aspectos socioeconómicos como el nivel de renta hasta las características demográficas de la población y su vulnerabilidad. También tiene en cuenta «el carácter rural o urbano», «la frecuencia con que están sometidos o no a las olas de calor», «las infraestructuras urbanas con la existencia o no de zonas verdes» y «la calidad de la vivienda», destaca el informe de Linares y Díaz. «Es una mejor representación del posible impacto del calor en nuestra salud», detalla el investigador del Instituto de Salud Carlos III.

Dos formas de ver el riesgo

El impacto del calor en el cuerpo es igual para todos, pero no son lo mismo 36 grados en Sevilla que esos 36 grados en Gijón. En el último aviso por ola de calor, el viernes 9 de agosto el tercio norte, según los datos de la Aemet, estaba libre de riesgo. Para Sanidad, rojo.

Los avisos de la Agencia Estatal de Meteorología 'saltan' al superar unos límites de temperatura. En Santander, la alerta amarilla se activa al llegar a los 34 grados de máxima; el naranja en los 37 y el rojo en los 40. El umbral de Sanidad lo rebaja hasta los 26,1 grados. Una diferencia de 7,9 grados. «No digo que no haya que dar voz y conocimiento a las alertas meteorológicas porque son necesarias, pero si sabemos que el calor mata, repito, mata habrá que hacerlo con los criterios de sanidad, ¿no?», denuncia Díaz.

O con criterios más allá de los meteorológicos, porque «quizá no solo es el calor el que mata», aclara el investigador del ISCIII. También influye cómo se hace frente a él. El mapa sobre estas líneas recoge las muertes atribuibles al calor registradas en el Sistema de Monitorización de la Mortalidad Diaria (MoMo).

En el pasado verano, Galicia acumuló más defunciones atribuibles al exceso de temperatura que Murcia. Y A Coruña es la provincia que registró la mayor tasa de mortalidad. La temperatura a partir de la cual se disparan los fallecimientos en A Coruña se sitúa en los 27,5 grados, mientras que en Murcia alcanza los 38,8 grados. «No entiendo por qué no se avisa a la ciudad con las alertas de Sanidad», repite en varias ocasiones Díaz en la conversación telefónica. «Me llevan los demonios». Sin embargo defiende que «hay cultura del calor. Conocemos sus riesgos y su impacto». Aunque también, señalan sus estudios, éste está infraestimado.

En el verano histórico de 2023, si el sistema diseñado por Linares y Díaz, hubiera estado activo; las alertas por calor habrían 'pintado' de rojo el mapa en muchas más ocasiones. Una de las principales conclusiones a las que estos investigadores llegaron en su estudio «Determinación de umbrales de mortalidad por ola de calor según regiones isoclimáticas en España» es que en el 52,6% de los casos en los que se sobrepasan las nuevas temperaturas de disparo de la mortalidad detectadas para estas zonas ahora no se activarían las alertas de Aemet. O lo que es lo mismo no se activaría el plan de prevención de olas de calor cuando es un riesgo para la salud.

«En el 52,6% de los casos en los que se sobrepasan las nuevas temperaturas de disparo de la mortalidad detectadas para las zonas isoclimáticas no se activarían las alertas de Aemet»

«Los ciudadanos tenemos que exigir a nuestros gobernantes responsabilidad», señala Diaz. «En nuestra mano está decidir si se plantan más árboles o losetas. Esto también es luchar contra el calor», denuncia.

En la actualidad y hasta el 30 de septiembre, el Ministerio de Sanidad tiene activo en su página web un sistema de suscripción gratuito de alertas por cada una de las zonas isoclimáticas. A primera hora de la mañana, el usuario registrado recibe en sus dispositivos móviles un mensaje de texto o un correo electrónico con la información de su región y el nivel de alerta del día. ¿Por qué si hay alerta roja no llega al móvil como las notificaciones de protección civil sin suscripción? «No lo sé, yo solo soy un investigador», responde Díaz.

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