La preocupante desaparición de las abejas
ODS 15 | vida de ecosistemas terrestres ·
La acción humana está acabando lentamente con la población de esos insectos fundamentales en la vida diaria del planetaSecciones
Servicios
Destacamos
ODS 15 | vida de ecosistemas terrestres ·
La acción humana está acabando lentamente con la población de esos insectos fundamentales en la vida diaria del planetaNecesitas ser registrado para acceder a esta funcionalidad.
Opciones para compartir
Desde hace varias décadas, a Albert Einstein se le atribuyen estas palabras: «Si las abejas desaparecen al hombre le quedan cuatro años de vida». Una asignación errónea, su origen está en los apicultores belgas, pero no quita relevancia al significado de la oración. El papel de estos insectos en el día a día del planeta es esencial.
Las abejas son responsables de la polinización de la tercera parte de los cultivos, además, en torno a un 5% de las especies vegetales dependen críticamente de estos animales. Un actor principal que cada vez pierde más peso y no es por la aparición de alternativas, sino por la desaparición de estas.
Hace poco más de cinco años, la Plataforma Intergubernamental sobre Biodiversidad y Servicios de los Ecosistemas (IPBES, por sus siglas en inglés) alertaba de la lenta desaparición de estos insectos.
Según su investigación, el 40% de los polinizadores invertebrados, en particular abejas y mariposas, se enfrentan a la extinción. «El 37% de las poblaciones de abejas están disminuyendo, un claro ejemplo de que el modelo agroalimentario predominante nos está llevando a un callejón sin salida», señala el texto del IPBES. Situación que no ha mejorado con el paso de los años.
A unos 400 kilómetros al suroeste de Rabat (Marruecos), las abejas tienen su particular reino en la Reserva de la Biosfera de Arganeraie. Casi 2,5 millones de hectáreas protegidas por la Unesco, que alberga la colonia más antigua sobre la Tierra, la colmena colectiva única de Inzerk.
Una megaestructura natural de cinco pisos de puntales de madera y barro seco donde cada compartimento da cobijo a una colmena cilíndrica de mimbre, cubierta con una mezcla de tierra y estiércol de vaca.
Sin embargo, desde hace unos años el zumbido provocado por los 200 aleteos por segundo se oye cada vez menos. En los últimos meses, la Oficina Nacional de Seguridad Sanitaria de Productos Alimentarios de Marruecos (ONSSA) ha monitorizado el descenso de la población de estos insectos. «No hay ninguna enfermedad», esta es la conclusión.
Ahora el diagnóstico precisa de la búsqueda de otras variables. El éxodo rural es una de ellas, los campos cada vez están menos poblados y las colmenas menos atendidas. «El abandono de colmenas es un fenómeno sin precedentes en Marruecos«, señala la ONSSA. Pero, no es la única.
La mano del hombre está presente en el entorno de estos insectos. Su hogar (las colmenas) o su lugar de trabajo (flores) en muchas ocasiones están contaminadas con sustancias químicas. Los insecticidas, herbicidas o fungicidas se aplican a los cultivos, pero llegan a las abejas a través del polen, el néctar, el aire o el agua y el suelo. Estos plaguicidas, por sí solos o en combinación con otros, pueden ser tóxicos para las abejas.
No obstante, la huella humana no se queda ahí. Estos pequeños animales invertebrados también son, según varios estudios, muy sensibles al cambio climático. El actual clima invernal, extremadamente suave y con temperaturas parecidas a las de la primavera, está teniendo un grave efecto secundario en la naturaleza. «Lo ideal sería tener un buen periodo de frío de 2 a 3 meses. Pero este cambio de calor al frío destruye las colonias», advierten los expertos.
Varias investigaciones han revelado que las abejas melíferas en Polonia están respondiendo a los cambios en el clima adelantando la fecha de su primer vuelo de invierno, como parte de un fenómeno a menudo conocido como «desplazamiento de las estaciones». El primer vuelo de invierno se ha adelantado más de un mes durante 25 años de observaciones, «y esto se atribuye a las temperaturas más altas», apuntan los investigadores.
A ello se suman periodos de sequía más frecuentes. Esto repercute en forma negativa en la producción de miel y polen de las abejas y en su función vital en el medioambiente. El descenso de las poblaciones de abejas a nivel mundial se conoce desde hace más de medio siglo, pero en los últimos años su ritmo se ha acelerado.
Sin embargo, los apicultores aseguran que «la extinción de las abejas a corto plazo es poco probable». A pesar de ello, el impacto de esta problemática es doble en España, según el informe «Impactos, vulnerabilidad y adaptación al cambio climático de la apicultura mediterránea», presentado por la Oficina Española de Cambio Climático (OECC)
La península ibérica es una de las zonas del planeta más sensibles al cambio climático por su ubicación y por su tejido socio-económico, muy relacionado con los impactos climáticos. Y, además, España es el primer país del mundo en número de colmenas y la merma de esta población puede provocar, según este texto, un fuerte impacto en la biodiversidad del país.
Publicidad
Publicidad
Publicidad
Publicidad
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para registrados
¿Ya eres registrado?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.