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Valeria Payán (i) y Mey Ung (d) posan en la sede de CANARIAS7. Arcadio Suárez

Mujer y joven, una «bomba de relojería» para la desigualdad

La cantera del feminismo ·

Valeria Payán y Mey Ung, activistas canarias, exponen las situaciones machistas que sufren y los pasos a dar hacia la igualdad

Dánae Pérez

Las Palmas de Gran Canaria

Lunes, 6 de marzo 2023, 23:23

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«Las mujeres jóvenes sufrimos una violencia específica, que es la infantilización, que recibimos de las administraciones, incluso en espacios que compartimos con hombres jóvenes, y hasta de nuestras compañeras mayores», reflexiona Mey Ung Lima, de 23 años, al ser preguntada por el tipo de machismo que más padece en primera persona.

«Me parece superinteresante lo de la infantilización», apostilla Valeria Payán Vargas, de 30 años, «nosotras tenemos unas dificultades enormes para que nos tomen en serio en la administración pública. A la hora de presentar un proyecto, por ejemplo, no nos valoran, no valoran nuestras propuestas más allá de nuestra edad. Hay una dificultad enorme para que vean nuestros conocimientos, nuestras habilidades», prosigue.

Las interlocutoras de este diálogo tienen bastante en común: las dos visten de violeta, las dos son activistas feministas y mujeres jóvenes; jóvenes y cualificadas. Valeria Payán, presidenta y cofundadora de la asociación Iguálate, estudió Derecho, cursó un Experto Universitario en Gobernanza y Participación Ciudadana y, luego, el ciclo superior en Promoción de Igualdad de Género. Por su parte, Mey Ung, presidenta de la asociación Mujeres Jóvenes de Gran Canaria - Ágora violeta, estudió el doble grado de Administración y Dirección de Empresas y Derecho el año pasado y, en la actualidad, continúa con su formación en ADE.

Pese a esa preparación en la que ambas han volcado sus esfuerzos, aseguran que sufren, como todas las mujeres jóvenes, situaciones que «no son justas» en el ámbito educacional y laboral. «Mujer y joven, ambas son una bomba de relojería que hace que surjan esas diferencias de trato que no son justas para nuestro propio desarrollo y refuerzan el síndrome de la impostora», señala la cofundadora de Iguálate.

Las jóvenes activistas charlan en su encuentro en CANARIAS7.
Las jóvenes activistas charlan en su encuentro en CANARIAS7. Arcadio Suárez

Mey Ung añade que las mujeres están acostumbradas a recibir un 'no' desde muy jóvenes y a lo largo de su trayectoria profesional, y vuelve a poner de relieve la edad: «Las mujeres pasamos de ser niñas a, una vez superada la treintena, mujeres mayores; ya no se nos considera en ese estado de plenitud, que sí que disfrutan nuestros compañeros varones. El sistema no está hecho para nosotras».

Por todo esto, a la estudiante de ADE le preocupa la brecha salarial que existe entre mujeres y hombres, que cifra en un 20%; es decir, las féminas tienen que trabajar dos meses y medio más para cobrar lo mismo que los varones. La joven muestra especial inquietud por las mujeres de mayor edad, quienes sufren una diferencia salarial más acusada -de 5.600 euros, en el caso de las canarias mayores de 65 años, según Hacienda-. También le preocupa la «brecha digital» que soporta este grupo poblacional, algo donde «hay que poner el foco».

Y es que las activistas tienen claro qué pasos hay que dar para avanzar en igualdad. Valeria Payán, por ejemplo, habla de la educación «desde edades tempranas, para que las personitas que están en primaria no vivan ese desconocimiento» que sí experimentó su generación. «Yo tuve que llegar a los 26 años para darme cuenta de las situaciones violentas que viví desde que nací», enfatiza. De hecho, ambas coinciden en que la educación en materia de igualdad «es una cuestión de voluntad política».

La presidenta de Mujeres Jóvenes agrega otras cuestiones, como el derecho a la información sobre la salud sexual, la seguridad en los espacios digitales y el consentimiento. Sobre este último, celebra la recuperación del derecho al aborto de las jóvenes de 16 y 17 años, sin necesidad del consentimiento paterno, a través de la Ley de la interrupción voluntaria del embarazo. Precisamente, para las dos activistas, el mayor derecho conquistado por el feminismo ha sido el de «un aborto en condiciones». Destacan, a su vez, la elevación de la violencia machista a problema de Estado y que «se legisle sobre ello».

Valeria Payán y Mey Ung celebran la elevación de la violencia machista a problema de Estado y que se legisle sobre ello

Hablando de machismo en primera persona, las activistas también mencionan las violencias sexuales y la hipersexualización de las mujeres jóvenes. La presidenta de Iguálate alude a tocamientos indeseados, por ejemplo, en locales de ocio nocturno y afirma con rotundez: «Eso es violencia».

En esta línea, sobre la conocida como ley del 'solo sí es sí', Mey Ung considera que «es muy buena» y celebra que se centre en el consentimiento y que tenga en cuenta la violencia e intimidación. Si bien, cree que la reforma de las horquillas para igualar las penas es positiva, ya que la norma debe «dar seguridad». Valeria Payán es más crítica: «Se adapta al convenio de Estambul, perfecto; unifica en un solo tipo penal, perfecto; pero, ¿qué pasa con la retroactividad de las leyes?, ¿qué pasa con estas personas que se pueden acoger a esa reducción de pena? Creo que es un error garrafal».

Y es que el feminismo, como todo movimiento, rebosa diversidad de opiniones, algo que ha quedado reflejado en el Gobierno de coalición con la ley trans. Ung y Payán confiesan que sus asociaciones no tienen un posicionamiento sobre la misma, pero sí piden respeto y sororidad. «El feminismo, que busca la igualdad, no puede ser discriminatorio», sentencia Payán. En cuanto a esa división del feminismo, lo tienen claro: «Es más lo que nos une, pongamos ahí el foco».

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