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El retratista de los palmeros

El retratista de los palmeros

Cualquier familia palmera que se preciara pasó por el estudio de Miguel Brito entre 1895 y 1932. Durante esos casi 40 años el fotógrafo palmero hizo más de 21.000 fotografías, la mayoría son retratos individuales, de familias o grupos. El Cabildo de La Palma ha retomado la digitalización de este importante archivo fotográfico.

Rosa Rodríguez y Santa Cruz de Tenerife

Jueves, 16 de julio 2020, 07:58

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Hacerse una fotografía a finales del siglo XIX o en el primer tercio del XX en el estudio de Miguel Brito (186-1972) costaba entre seis y 18 pesetas. Casi una fortuna de aquella época, pero fueron muchas las familias, pudientes y más humildes, las que sucumbieron a la magia de verse eternizadas en papel. Miguel Brito retrató a miles de palmeros entre 1895 y 1932, el tiempo suficiente para ver cómo cambiaban las modas y cómo a los pacientes modelos cada vez les era más familiar la cámara fotográfica.

El archivo fotográfico de Brito suma 21.384 negativos en placas de vidrio y desde 2007 es propiedad del Cabildo de La Palma. El pasado mes de junio se comenzó la segunda fase de su digitalización, que se inició en el año 2010. El consejero insular de Cultura y Patrimonio Histórico, Primitivo Jerónimo, fue quien adquirió la colección y ha sido el impulsor de esta tarea de recuperación tanto en 2010 como ahora.

La mayoría de las fotografías que hizo Brito en esos años son retratos de personas, familias o grupos de amigos. Casi todas fueron hechas en el estudio e ilustran lo que era la iconografía típica del retrato de la época, explica Zara Rodríguez, la restauradora encargada de la digitalización del archivo. A ella le llama la atención «los cambios en la vestimenta, los cortes de pelo y en la pose». Para tomar imágenes fuera del estudio y en entornos rurales, Brito elegía los patios de las viviendas como si fueran un estudio externo. Más escasos son las escenas callejeras, los paisajes o las labores del campo, pero sí destacan varias series de acontecimientos relevantes como las Fiestas Lustrales o la visita del Rey Alfonso XIII en 1906.

Además del valor de las fotografías, el archivo tiene un plus y es que todos los negativos están numerados y registrados en los libros del estudio fotográfico y que también se conservan. «Existen pocos libros de registros y cuentas en los archivos fotográficos, de ahí su valor», asegura Rodríguez.

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