El 67,4% de las mujeres jóvenes de entre 18 y 25 años ha recibido comentarios sexuales o sexistas inapropiados en espacios públicos. El 36,2%, tocamientos sexuales no deseados y una de cada diez ha sufrido un intento de violación. Son datos del estudio Sexualidad de las mujeres jóvenes en el contexto español presentado esta semana por el Instituto de las Mujeres. Dos días después, se hizo viral el vídeo de los cánticos machistas de los jóvenes universitarios del colegio mayor Elías Ahuja de Madrid.
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Que el feminismo está cambiando el contexto social y la cultura predominante es un hecho, que lo hace lentamente, también. Por eso, frente a las masivas críticas que ha generado ese comportamiento inexcusable de estos universitarios salen en su defensa quienes quieren verlo como una «simple novatada», y una «tradición» asumida incluso por las universitarias del Santa Mónica, a quienes iban dirigidos los «unga unga» de estos pijo machirulos.
Quitarle hierro a esta manifestación tan obvia de la cultura de la violación significa tolerar y auspiciar este comportamiento y otros que le van a la par porque, si es «una broma», llamar a las mujeres «putas», también se entenderá que es para echarse unas risas llamar a un hombre homosexual «maricón» y que no es 'bullying' sino «cosas de chiquillos» patear al «rarito» de la clase.
Alguna razón debe tener el que hayan aumentado los delitos de odio en España, también en Canarias, un 133%, según los últimos datos publicados. Y puede que uno de los motivos sea ese: que cuando unos hombres en edad penal se comportan como si no hubiéramos pasado por un proceso civilizatorio los llamamos «pibes» haciendo cosas de «pibes» contribuyendo con ello a perpetuar un intolerable comportamiento.
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