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Que un juez ordenase la incautación del teléfono móvil de nada menos que el fiscal general del Estado pareció en su día algo imposible de ... superar. Pero sí ha habido alguien capaz de rebasar ese listón: el propio García Ortiz. Ahora sabemos, gracias a un informe de la Unidad Central Operativa de la Guardia Civil, que cuando los agentes se personaron en el despacho del fiscal general y se llevaron su móvil, ese teléfono no era el mismo cuyo rastro se quería seguir. Y lo insólito es que García Ortiz no advirtió de ello a los agentes.
Desde el punto de vista jurídico no sé cómo se llamará eso, y para ello están los jueces del Tribunal Supremo, pero desde la lógica y el sentido común es inaceptable que el máximo representante del Ministerio Fiscal juegue a hacer trampas en un procedimiento judicial. O presuntas trampas, por aquello de mantener las formas. Si García Ortiz quiere hacerlas al envite, el mus, el tute o el póker, allá él y quienes compartan la partida, pero hacerlo con unos agentes del orden público que estaban cumpliendo con una orden dictada por un magistrado no es de recibo.
Igualmente desde ese sentido común, uno empieza a entender por qué el fiscal general se ha mantenido en un mutismo absoluto en todo momento. Suena a que ha esperado a ver si la treta colaba y pasaba de largo el amargo cáliz de tener que dar explicaciones. Pero igualmente eso tropieza con lo que se espera de un fiscal, y sobre todo de quien lleva el apellido 'general' en el cargo. ¿O es que García Ortiz pensaba que en la UCO son tontos? ¿O que les sobra el tiempo y no tienen otra cosa que hacer que perderlo con estas triquiñuelas de patio de colegio?
Tras aquel primer escueto informe de la UCO que decía que en el móvil investigado no había mensaje alguno relativo a los correos en torno a la investigación de Hacienda al novio de Díaz Ayuso, el presidente Pedro Sánchez sacó pecho y dijo que había que pedir disculpas a García Ortiz. Este viernes, tras confirmarse lo del cambio de teléfono, Sánchez también ha estado callado. Debe ser que anda de compras de última hora para los Reyes Magos y quién sabe si buscando un teléfono móvil de última generación para regalárselo a 'su' fiscal general...
La investigación sobre la filtración de los documentos entre Hacienda y la representación legal del novio de Díaz Ayuso prosigue adelante y García Ortiz se mantiene como investigado. Pero ahora ya empieza a ser sospechoso de, como mínimo, un intento de tomar el pelo a la UCO y al juez instructor. Y solo eso hace del todo indefendible su continuidad en el cargo.
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