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Imagen panorámica del pueblo de Tejeda. Juan Carlos Alonso
Una vuelta a la redonda

Tejeda: El anfiteatro natural con vistas a la cumbre

Perdido a 1.050 metros de altitud, Tejeda asoma como un mirador natural donde el Roque Nublo y el Bentayga vigilan un paisaje de riscos y barrancos. Sus calles empedradas respiran calma y tradición, y cada atardecer se vive como un ritual íntimo entre nubes y piedra

Jorge Rivero Pablos

Las Palmas de Gran Canaria

Miércoles, 6 de agosto 2025

Juan Carlos Alonso

Gran Canaria está salpicada de lugares que invitan a la calma, pero también al asombro. Sus paisajes, tan inesperados como sobrecogedores, despiertan un cosquilleo que va más allá del estómago y, en algunos casos, podría rozar el mismísimo síndrome de Stendhal. Tejeda es uno de esos rincones. Asentado en lo alto de la cumbre, a unos 1.050 metros sobre el mar, este pueblo parece suspendido entre nubes y riscos. Su nombre, según cuentan, podría venir de los antiguos tejas, unos árboles que hoy apenas se dejan ver en las islas. Otros dicen que se remonta a un antiguo gobernador, Texeda.

Tejeda es un anfiteatro natural, abrazado por la majestuosidad geológica de Gran Canaria. Un círculo volcánico de unos 17 kilómetros de diámetro sirve de base a este pueblo colgado entre barrancos, cuyo balcón se asoma a dos de los símbolos más imponentes y místicos de la isla. El Roque Nublo se alza como guardián silencioso sobre el casco urbano, imponente y eterno. Y, del mismo modo, el Bentayga no solo proyecta su sombra sobre el paisaje, sino que da sentido profundo a la identidad del lugar, por lo que representa para la memoria de los antiguos canarios.

Uno de los 'Pueblos más Bonitos de España'

La llegada a Tejeda es también un reconocimiento a su esencia única en Gran Canaria. Desde 2015, este pueblo forma parte de 'Los Pueblos más Bonitos de España', un título que va más allá de sus impresionantes panorámicas o su inclusión en el Paisaje Cultural de Risco Caído y las Montañas Sagradas -declarado Patrimonio Mundial por la Unesco en 2019-. Tejeda vive en sus calles, en las historias que sus piedras susurran, en su gente que protege y celebra su cultura, en su gastronomía, auténtico baluarte insular, y en la energía que despiertan sus laderas, escenario de infinitas aventuras al aire libre.

Tejeda y su éxodo rural

Fina Suárez, cronista oficial de Tejeda, presidenta de AIDER Gran Canaria y propietaria del Hotel Rural Fonda de la Tea. Juan Carlos Alonso

A pesar de ser uno de los destinos turísticos más reconocidos de la isla, Tejeda vive un «éxodo rural, que no es lo mismo que la España vaciada», señala Josefina Suárez, cronista oficial de Tejeda, presidenta de AIDER Gran Canaria y propietaria del hotel rural Fonda de la Tea. Fina, como la llaman sus conocidos, explica que la pérdida de población comenzó en los años 40, cuando «la gente se fue, para luego volver a su casa». Sin embargo, en los años 60 la emigración se hizo definitiva: «ya no regresaban; solo lo hacían los fines de semana o para visitar a sus familiare». Quizás como consecuencia de las políticas de aquella época, comenta: «Antes había un equilibrio natural entre las personas y el medio. Ese equilibrio se rompió. Se centró mucho en la ciudad, en la costa, y esto se dejó en manos de Dios».

«Hoy el pueblo está vivo, sobre todo gracias al turismo, pero somos pocos: apenas 1.800 vecinos», dice Suárez. El ir y venir de visitantes, tanto nacionales como extranjeros, mantiene con vida sus calles. Tejeda es uno de los destinos más visitados de la isla, y no es raro ver a quienes recorren muchos kilómetros solo para contemplar el atardecer. «Hay gente que viene expresamente para verlo», cuenta Luz María, trabajadora de la tradicional dulcería Nublo. Aun así, la esencia del pueblo sigue intacta. «Aquí pasas por la calle y todo el mundo te saluda: ¡hola! ¿qué tal? ¿cómo estás?», comenta con una sonrisa. «Los pocos que quedamos somos como una familia. Aparcar, hablar, conocernos... es otra calidad de vida», añade Fina.

«Hoy el pueblo está vivo, sobre todo gracias al turismo, pero somos pocos: apenas 1.800 vecinos»

Tejeda no solo enamora por su paisaje, sino también por su gastronomía, un orgullo local que Borja Marrero, chef con estrella Michelin en el restaurante Muxgo, representa con excelencia. Pero la tradición dulce del pueblo tiene un lugar especial en la Dulcería Nublo, que, como explica Luz María, «no es solo una parada dulce, sino forma parte del alma de Tejeda». Cada Navidad, cuenta, «las colas se hacen interminables, y gente de toda la isla viene a por sus palmeras y dulces, convirtiendo esta visita en una tradición familiar que une generaciones».

Luz María, trabajadora de la Dulcería Nublo. Juan Carlos Alonso

El arraigo que ni el fuego quema

La población de Tejeda ha sido, en las dos últimas décadas, uno de los principales focos de los devastadores incendios de 2007 y 2019. Para sus vecinos, aquellos días dejaron una profunda huella. «La sensación es de caos. Te hace sentir que no eres nada», recuerda Fina. Pero más allá del miedo, el pueblo volvió a demostrar su temple con una anécdota que ella misma relata. En medio de la evacuación, un vecino de unos 65 años -que había vivido toda su vida en Tejeda- no podía irse sin saber qué había sido de sus animales. Nunca había subido al Roque Nublo, pero ese día lo hizo junto a Fina, con calor y prismáticos, y con la esperanza de divisarlos desde lo alto. No pudo pudieron localizarlos. Pero la historia tuvo un final feliz: «Los bomberos los recogieron y los pusieron a salvo», cuenta. Porque incluso en medio de la emergencia, el vínculo con la tierra y con los suyos nunca se rompe.

1. Una pareja de visitantes en el mirador de la Plaza de Nuestra Señora del Socorro. 2. Un grupo de personas disfruta de la piscina municipal de Tejeda, con vistas al Roque Bentayga. 3. Una pareja de turistas camina de la mano por una de las principales calles de Tejeda. Juan Carlos Alonso
Imagen principal - 1. Una pareja de visitantes en el mirador de la Plaza de Nuestra Señora del Socorro. 2. Un grupo de personas disfruta de la piscina municipal de Tejeda, con vistas al Roque Bentayga. 3. Una pareja de turistas camina de la mano por una de las principales calles de Tejeda.
Imagen secundaria 1 - 1. Una pareja de visitantes en el mirador de la Plaza de Nuestra Señora del Socorro. 2. Un grupo de personas disfruta de la piscina municipal de Tejeda, con vistas al Roque Bentayga. 3. Una pareja de turistas camina de la mano por una de las principales calles de Tejeda.
Imagen secundaria 2 - 1. Una pareja de visitantes en el mirador de la Plaza de Nuestra Señora del Socorro. 2. Un grupo de personas disfruta de la piscina municipal de Tejeda, con vistas al Roque Bentayga. 3. Una pareja de turistas camina de la mano por una de las principales calles de Tejeda.

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