Tasarte: atardeceres únicos a la sombra de Inagua
Fomentar la agricultura y lidiar con el calor son dos retos del pueblo de La Aldea, que echa de menos la ropa vieja de pulpo del bar Oliva, que cerró en la playa en 2023
Tasarte es uno de los pueblos más aislados de Gran Canaria. Se encuentra dentro de las lindes municipales de La Aldea de San Nicolás y vive entre riscos y barranco, en una localización idónea para el cultivo de tomates, sandías, papayas, aguacates, mangos o plátanos. Alrededor de 500 habitantes viven alejados del ruido. Entre la sombra, en lo alto, de Inagua y un valle extenso, con una cuenca hidrográfica de más de 10 kilómetros.
Una de estas personas que lo habitan es Justo Ramírez, presidente de la Sociedad Cooperativa Agrícola de Tasarte, que gestiona Coparlita. Desde su casa ubicada en el caserío de Las Casillas, cerca de la playa, cuenta que aquí «todo sigue más o menos igual» con el estilo de vida de siempre y con los mismos vecinos «de toda la vida». «Mi vida aquí es muy tranquila, esto no lo cambio por nada en el mundo», dice. Se dedica al sector agrícola desde siempre. «Las sandías que plantamos tienen algo especial gracias al clima. Las condiciones que tenemos aquí son únicas», añade. En los años 50 «había una gran actividad económica», cuenta este vecino grancanario de 60 años mientras señala varias montañas que por aquellos años estaban llenas de plantaciones de tomates, uno de los cultivos más valorados de Tasarte.
Sobre el futuro agrícola, este vecino cree que no hay relevo generacional. «Personas jóvenes que se dediquen a esto no hay, si no eres un profesional de la agricultura estás perdido, me da pena», confiesa mientras mira de reojo su pequeño rincón donde tiene todas las herramientas que usa en su finca. Además, llegar a algunos de sus terrenos tampoco es sencillo. «¿Sabes lo que tampoco cambia? El mal estado de parte de la carretera GC-205, que es competencia del ayuntamiento», indica con gesto contrariado. «Los que trabajamos aquí no damos abasto para cambiar las gomas de nuestros vehículos», concluye antes de ofrecer al periodista un vasito de agua para lidiar con «estos calores».
Porque es común que cuando hay ola de calor Tasarte se achicharre y el termómetro llegue a superar los 40 grados.
De vuelta al vehículo y tras comprobar de primera mano los baches y pequeños socavones en parte de la carretera, la playa se abre paso entre cultivos de fruta y verdura. Allí espera Gomauro Oliva Quillo, uno de los hijos de Francisca Rosa Suárez, dueña del bar más famoso de este trozo de costa y que en 2023 decidió cerrar sus puertas. Tenía la ropa vieja de pulpo más codiciada de la isla. «Mira, aquí estaba el Bar Oliva», señala Gomauro -así lo conoce todo el mundo aquí- con tristeza. «Desde que cerramos noto que esto ha perdido un poco de afluencia, muchos solo venían por la ropa vieja», cuenta con nostalgia.
La playa, de callaos y con algunas casas, varias de alquiler vacacional, es un lugar prácticamente virgen, sin apenas intervención humana. «Desconexión» es la palabra que más se escucha. En esta zona no hay cobertura, por lo que los móviles quedan en un segundo plano y la lectura, las cartas, el esnórquel o simplemente contemplar el horizonte azul cobran un mayor protagonismo. «Solo se escucha el ruido de las olas y el canto de alguna pardela. Aquí me siento tranquilo, demasiado incluso», admite Oliva, que acaba de llegar a este enclave tras acabar su jornada laboral en Puerto Rico.
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«Este sitio es muy especial. Además, cualquiera que venga a quedarse se siente como si estuviese en familia», explica Oliva apoyado en una barandilla que limita la playa. «Si a alguien le hace falta pan o sal ahí está cualquier vecino para dársela», afirma. Ahora no hay supermercado ni bar en la playa, y el comercio más cercano queda a 15 minutos en coche, arriba, en el pueblo.
Otro de los motivos por lo que la playa de Tasarte es especial es por sus vistas y atardeceres. «Si el día está claro se ve el Teide a la perfección e incluso algo de La Gomera», apostilla. Además, gracias a su ubicación, la puesta de sol es «única». «Todavía no he visto un atardecer que supere al que se puede apreciar aquí», afirma Oliva mientras observa el solarium que pusieron hace unos años. «Se olvidaron de poner un baño, aunque sea portátil», dice justo antes de irse directo al mar.
Más de 300 años de historia
En el último cuarto del siglo XVIII nace en Tasarte la devoción a San Juan Bautista. Más de 300 años de idas y venidas, en los que se han perdido algunos actos como las carreras de cintas, los fuegos artificiales o la famosa 'escala en hi-fi'. Junio es el mes festivo del pueblo, coincidiendo con el 24 de junio, día del patrón del barrio.
En las pasadas fiestas se conmemoró el centenario de la celebración de la primera misa en el enclave aldeano. En la antigua edificación de la escuela pública se improvisó un pequeño altar con manteles y una sábana blanca, utilizando como trono una caja de coñac. «Fue muy especial, al final lo que nunca podemos perder es nuestra identidad como pueblo», apunta una vecina.
Serie 'Una vuelta a la isla redonda'