San Felipe: costa norteña, calma, surf y buena gente
El cultivo de plátanos y la costa norteña aguardan un pueblo en Santa María de Guía donde los deportes acuáticos y la tranquilidad del día a día conviven manteniendo su esencia
Jorge Reyes Billón
Las Palmas de Gran Canaria
Lunes, 4 de agosto 2025
¿Se imagina vivir entre el mar y plataneras? Pocas cosas suenan más canarias que esa. Parece incluso sacado de una fábula, pero para los vecinos de San Felipe, es el día a día.
Este barrio, ubicado en la costa del municipio de Santa María de Guía, es un rincón que ha sabido conservar su esencia marinera y agrícola, aunque también ha tenido que adaptarse a los nuevos tiempos. Azotada por los vientos alisios, la crecida constante del nivel del mar y la intensidad del oleaje, la localidad y sus habitantes conviven con el surf y los charcos naturales donde siguen disfrutando generaciones enteras.
Antiguamente, San Felipe era tierra de pescadores y agricultores. Hoy, aunque algunos vecinos siguen dedicándose a la pesca artesanal o al cultivo de plátanos, el barrio también es conocido por sus olas, que atraen a surfistas de todo el mundo.
Área ecológica prioritaria del litoral norte
Los ecosistemas marinos y costeros de la zona, sumado a su geología singular y sus paisajes rurales y tradicionales, convierten al barrio del municipio guiense en una zona reconocida en los plantes territoriales y medioambientales del Cabildo de Gran Canaria y Gobierno de Canarias. Por lo tanto, aunque no es un parque natural o una reserva, su valor ambiental está altamente protegido.
Sin embargo, no todos ven con buenos ojos lo que ha traído el turismo deportivo. Así lo cuenta, por ejemplo, Rubén Francisco García Sosa, vecino del barrio desde 1957: «Tengo 85 años, y desde que me acuerdo, la zona no ha cambiado mucho, más bien el mundillo del surf lo ha empeorado».
«Desde que está la avenida, esto se llena de chiquillos por las mañanas con sus tablitas»
Rubén Francisco García Sosa
Vecino del pueblo
A sus quejas, añade el «error de frenar la obra de un dique para construir una avenida que quitó metros de playa y visión a los que llevamos aquí toda la vida». Aunque lamenta esta transformación alegando que «no hay unión en el barrio» y que «los que mandan aquí no sudan», asegura que no cambiaría lo suyo por nada del mundo, resumiendo San Felipe con sabiduría: «Lo mejor que hay es el aire puro, el ruido del mar y unas buenas cervecitas fresquitas al sol».
A pesar de ser un barrio pequeño, no solo el surf ha llamado la atención desde fuera de Canarias por San Felipe. Colindante con El Roque y justo a la entrada del camino al barrio, el bar Charco de San Lorenzo ha sido parada para un buen almuerzo -sencillo pero auténtico-, de gente de todo el mundo.
Amada Moreno Luján, dueña del conocido establecimiento de la zona, narra cómo han podido atender a miles de personas que llegan gracias a internet y a lo que a ella le gusta llamar «el boca a boca»: «Aquí viene gente de todas partes: Canadá, Estados Unidos, Francia... Muchos nos encuentran por Google o Facebook. Antes venía más gente solo a beber, pero ahora hemos apostado por la comida y, gracias a Dios, no nos podemos quejar. Es cierto que en verano hay más lío y abrimos toda la semana, pero en invierno, que es más tranquilo, solo de viernes a domingo».
Además de esas reservas familiares de ocho o hasta quince personas, Amanda, orgullosa pero discreta, comenta que han podido atender a personalidades reconocidas por todos: «No me gusta mucho hablar de eso porque vienen en su tiempo libre a disfrutar de sus amigos o su familia, pero es la verdad. Hemos tenido la suerte de acoger a gente como Quevedo, que grabó aquí su videoclip de 'Lisboa', o a Fernando Alonso en sus inicios, que venía aquí con su expareja. También vienen muchos políticos, pero los tratamos a todos siempre como un cliente más, estoy segura que es lo que desean».
San Felipe sigue siendo un lugar para quienes aman el mar bravo y la sencillez de la vida costera. Sus fiestas del Carmen, sus charcos, su pescadito siempre fresco y su mangata entre el vaivén de las olas, conquistarán siempre a locales y afuerinos.
Injustamente infravalorado, el norte de Gran Canaria esconde secretos que sólo el que los visita es capaz de disfrutar. La autenticidad de sus gentes, su paisaje sin artificios y el ritmo pausado conforman un pueblo donde el tiempo va más lento. En San Felipe, con las tardes de charla junto a la marea y el aroma a salitre es más que suficiente.
Serie 'Una vuelta a la isla redonda'