Dulce Xerach, la política que fue feliz en la literatura
Falleció a los 56 años, fue consejera cabildicia, diputada y viceconsejera de Cultura, pero pasó página y se volcó en escribir y en la docencia
Conmoción. Así puede resumirse la reacción este viernes en el mundo de la cultura, la política y la arquitectura al conocerse la noticia del fallecimiento de Dulce Xerach Pérez. Y en esos tres campos porque Dulce Xerach, que tenía 56 años y cuyo cuerpo sin vida fue encontrado en Madrid, donde estaba de viaje, fue promotora, gestora cultural y escritora; en la política dejó su huella en el Cabildo de Tenerife y el Gobierno de Canarias y en cuanto a la arquitectura fueron numerosos su artículos y estudios sobre la misma, una pasión que compartía con su esposo, el arquitecto Fernando Martín Menis.
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La actividad política y profesional de Dulce Xerach Pérez ha estado vinculada al mundo cultural y fue una de las impulsoras de espacios como el Tenerife Espacio de las Artes o el espacio El Tanque y en los últimos años del Círculo de Bellas Artes de Santa Cruz de Tenerife, que llegó a presidir .
Era licenciada en Derecho por la Universidad de La Laguna y doctora en Arquitectura por la Universidad Europea, de la que era docente.
Vinculada a la Agrupación Tinerfeña de Independientes y después Coalición Canaria, su carrera política comenzó en el Cabildo de Tenerife en 1995 pero también fue diputada en el Parlamento de Canarias y ocupó la Viceconsejería de Cultura en el Gobierno de Canarias.
Formó entonces parte de aquella generación de jóvenes que en gran medida circuló en torno a figuras ya consolidadas en la política como Adán Martín -su cuñado- y Manuel Hermoso.
Precisamente esa relación de parentesco político con Adán Martín hizo que el nombramiento de viceconsejera de Cultura, siendo él presidente, recibiera críticas desde algunos ámbitos políticos y culturales. Ya entonces Dulce Xerach comprobó que las mujeres tienen que hacer un esfuerzo adicional para demostrar su valía, algo que la irritaba pero que afrontó con valentía. Porque así era.
Otro sambenito que le colgaron y contra el que se revolvía fue el de adicta a la moda y pija. A ambos respondía con claridad: «Es verdad que me gusta vestirme bien. No iba a ser viceconsejera de Cultura yendo con vaqueros todo el día, tenía que guardar una cierta imagen. ¿Pija? Soy de Tacoronte y cuando era pequeña las calles no estaban ni asfaltadas. Ahora me importa solo lo que piense la gente que quiero o la que respeto. Me ocurre, por ejemplo, cuando Juan Cruz criticaba mi política cultural pero no hago caso a críticas de personas que no tienen ni idea de lo que está hablando».
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Los comienzos en la política
¿Por qué y cómo entró en política? Así lo contaba la propia Dulce Xerach en 2014 en una entrevista en el periódico 'Diario de Avisos': «Me metí muy joven y muy convencida. Cuando tenía 15 años me quería afiliar a ATI. Estudiaba en el Colegio Los Salesianos en La Orotava y allí, precisamente, se creó un primer núcleo del partido: la Agrupación Independiente de La Orotava (AIO). En ese entonces se sumaron Isaac Valencia -que era antiguo alumno- y los hermanos Isidoro y Paco Sánchez. Los de la asociación de padres estaban muy implicados en el proyecto y, algo muy curioso y hoy impensable, había mítines en la cancha de baloncesto del colegio. Con 12 años ya había decidido estar en política porque viví el Golpe de Estado junto a mi abuelo, que era comunista. Me quedé impactada con el proceso de valentía de Adolfo Suárez y del rey. Por todo eso, al cumplir los 18 años me fui a afiliar».
Su etapa como diputada marcó el inicio del desencanto con la política: «Pasé de la acción total a la inacción».
Décadas después, su desencanto por la política lo resumía así en aquella entrevista: «Cuando entré en el Parlamento fue una ruptura definitiva. Me sentí inutilizada, veía cómo se desperdiciaban los talentos de esas 60 personas que estaban ahí. Pasé de la acción total a la inacción e, incluso, tuve que vivir cómo mi grupo político me impedía hablar de Cultura, que es donde yo tenía experiencia. Estuve los cuatro años en el Parlamento de Canarias porque me había comprometido con Adán Martín de que lo iba a hacer, pero… ¿cómo es posible que me pusieran en la portavocía de empleo sin yo saber de eso? Es una pena que la democracia haya degenerado tanto, porque con un buen Parlamento las cosas serían diferentes».
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En una entrevista concedida en 2024 al programa 'La Merienda' de la radio autonómica, resumía con claridad su forma de entender la vida pública: «La política es para una época, no para toda la vida».
De todas formas, se empeñaba en esa entrevista en mirar su paso por la política como si el vaso estuviera medio lleno: «Pude cambiar un poquito el mundo, dando más cultura a la isla. Gracias a más gente, pero yo puse mi granito de arena», decía en esa conversación.
Ese desapego por la política tenía una excepción: su devoción por Adán Martín, al que siempre recordaba con un grupo de amigos cuando se cumplía el aniversario del fallecimiento del expresidente. De él dijo: «Adán tenía una visión del mundo muy abierta, no se cerraba a nada. Siempre intentaba sacarte lo mejor que tuvieras. Escogía los equipos más diversos y sabía que podían chocar en cualquier momento… Sabía escuchar y diferenciar lo importante de lo urgente, aunque no se olvidaba de lo primero. Te podía pedir toda la entrega del mundo, porque él daba más. Vivías para el trabajo pero era tan apasionante que éramos felices. Y eso se trasmitía a la gente de la calle, había una sensación de que se podía dormir tranquilo porque estaba Adán Martín detrás…».
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Aquel tuit del abuso
En la entrevista de 2024 en la Radio Canaria también habló del precio de haber sido mujer en política. Recordó que el movimiento 'Me Too' la empujó a revelar, a través de un tuit que fue muy comentado, que había sufrido abuso de poder y acoso por parte de un superior en 1991, una experiencia que la vetó en muchos espacios y la enfrentó a techos de cristal. Nunca puso en público nombres y apellidos a esa figura masculina, pero tampoco hacía falta: solo había que mirar por dónde transitó en la gestión pública y cuándo fue 'cancelada': «No se hará justicia. Lo que ocurrió hace veinte años no se va a solucionar ahora», confesaba, convencida de que la desigualdad persistía aunque menos visible.
Tras catorce años en la primera línea, decidió dar un paso al lado. Reconocía que la política se le había vuelto «aburrida» y que por salud mental había dejado incluso de leer las noticias. No sintió miedo, aseguraba, porque tenía claro que quería prepararse para lo que vendría después: montó su propia empresa, se doctoró y se dedicó a la docencia universitaria y a la literatura.
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Entre declaraciones y confesiones sobre su vida, Xerach también se permitió rescatar la dulzura de sus meriendas de infancia -galletas María con mantequilla y rosquetes compartidos con sus primas- y confesar que, aunque le costó desprenderse de la etiqueta de política, la vida fuera de ella le resultaba «maravillosa».
Literatura
En su faceta de escritora, creó la figura de la inspectora María Anchieta, protagonista de sus obras 'Robo en Sao Paulo' (2014), 'Asesinato en una playa de Londres' (2015), 'Secuestro en Hong Kong' (2019) y 'Muerte en la Bienal de Venecia' (2022)
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Dulce Xerach participaba como colaboradora en varios medios de comunicación de las islas, con innumerables artículos sobre arquitectura en los periódicos 'El Día' y 'La Provincia'.
CANARIAS7 deja constancia expresa de su más sentido pésame y traslada sus condolencias a familiares y seres queridos por tan dolorosa pérdida.
Descanse en paz.
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