Diversidad
La PAU se adapta a la enfermedad rara de Pablo: «Me ha ido bien»El joven es uno de los 175 estudiantes con necesidades educativas que hicieron la selectividad en Las Palmas. El Programa de Mentoría de la ULPGC fue clave
El aire ya eriza la piel en Tafira. Son las 20.00 horas de un viernes. Pero no es un viernes cualquiera, es la tercera jornada de la PAU en Canarias. El alumnado va y viene alborotado en la Facultad de Ingenierías de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria (ULPGC). Una parte abandona el lugar en los coches de sus progenitores. Otra, permanece en corrillos comentando los últimos exámenes. El frío también se queda y parece que solo la sonrisa de Pablo Arencibia puede hacerle frente. Una mueca de alivio que esconde cansancio y éxito: haber culminado, por fin, la selectividad.
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Pablo apuró hasta el último minuto para entregar su prueba de Matemáticas Aplicadas, con la que cierra este trance. Esta vez, la resolvió a mano: «Hice la mayoría de exámenes de la PAU con ordenador. Lo que a mí me pasa es que a mano escribo muy lento. Por suerte, con el ordenador voy más rápido». La pantalla y el teclado no suponen ningún tipo de ventaja para Pablo, más bien «le dejan a la par» del resto de alumnos y alumnas, tal y como apunta su madre, Araceli Díaz.
Pablo es uno de los 175 estudiantes con necesidades específicas de apoyo educativo (NEAE) que se presentó a la PAU este año por la provincia de Las Palmas. Él padece una enfermedad rara denominada Glut1, que en su caso deriva en déficit de atención o TDA, dificultando su escritura y concentración.
Se trata de un «trastorno metabólico genético raro caracterizado por la deficiencia de una proteína necesaria para que la glucosa cruce la barrera que separa la sangre del cerebro», entre otras, según informa la Organización Nacional de Enfermedades Raras de Connecticut, Estados Unidos (Nord, por sus siglas en inglés).
Uno de los empeños de la ULPGC es que el alumnado NEAE se enfrente a la prueba de acceso a la universidad en igualdad de condiciones. Para ello, efectúa una serie de adaptaciones en las sedes donde se celebra la PAU, con las que el estudiantado ya está familiarizado. Pueden ser muy variadas y van desde habilitar un espacio más apartado y silencioso hasta brindar un poco más de tiempo para la ejecución de los exámenes o facilitar algún tipo de herramienta para su desarrollo, como son los ordenadores.
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El equipo de la ULPGC cuenta con otra baza: el Programa de Mentoría, en el que estudiantes universitarios se prestan a ejercer como figuras de apoyo para el alumnado con necesidades.
Andamana Bautista, secretaria del tribunal de acceso a la ULPGC y coordinadora NEAE, señala que 11 estudiantes han desempeñado este servicio en el campus de Tafira este año, en distintos turnos. Otros cuatro lo han hecho en la sede de Telde y de Santa Lucía de Tirajana, tres en la de Gáldar, cuatro en la de Fuerteventura y dos en las de Lanzarote.
La coordinadora asegura que la estudiante mentora Irene Rivas «ha sido puntal» este viernes. La joven estudia el segundo curso de Educación Primaria y manifiesta que está «encantada» con la iniciativa. «Repetiré el año que viene», agrega.
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Sobre la función del estudiantado mentor aclara: «Somos siempre apoyo para lo que sea, ya sea para lo más mínimo, como entregar hojas, o si un estudiante se pone nervioso, calmarlo u ofrecerle salir fuera para despejarse. Pablo lo ha llevado bien él solo, no ha necesitado ayuda».
Gara Mendoza y Aisha Nieves también han participado este año en el Programa de Mentoría. Su sueño es convertirse en maestras y son conscientes de que las aulas, al igual que la sociedad, son diversas. Por ello, valoran muy positivamente poder familiarizarse con alumnado con TDAH, TEA, dislexia o discapacidad visual. «El mejor aprendizaje siempre es la práctica», resume Irene.
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«Quiero seguir estudiando»
Pablo conoce bien lo que es el esfuerzo. Su situación hace que se canse más y más rápido cuando estudia, por ello le ha dedicado «muchas horas» a la preparación de la PAU. «Si empezaba a las cuatro y veinte de la tarde, de repente se hacían las nueve de la noche», relata.
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Y no quiere parar aquí. El joven, que considera que la selectividad le ha ido «bastante bien», desea acceder a la universidad, o bien cursando el Grado en Historia en la ULPGC o el de Diseño de Videojuegos en la Universidad Atlántico Medio (UNAM). «Mi favorito es el Fortnite», confiesa risueño.
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Eso sí, lo que más echa de menos, después de este periodo de hincar codos, es jugar al fútbol con sus amistades y sonríe con especial fuerza cuando se le pregunta si está ante el verano de su vida: «Seguramente, tengo muchas ganas».
Sus padres, Araceli Díaz y Javier Arencibia, le escuchan también cansados por el terremoto que ha sido la selectividad, pero, sobre todo, «muy orgullosos».
«Es un momento en el que parece que se juegan el futuro y no es verdad, la vida tiene mil puertas», reflexiona Araceli, que agradece al colegio Claret el trabajo desarrollado con su hijo: «Nos han apoyado muchísimo y han confiado en él». Sobre el Programa Mentor, se deshace en halagos: «Nos ha encantado. Ha sido increíble».
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