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Carolina Buriticá, una de las madres impulsoras de la Plataforma de Educación Inclusiva de Canarias. Cober

Atención a la diversidad

«¿La victoria? Que mi hija vaya al aula ordinaria, como el resto»

Carolina Buriticá impulsa, junto con otras dos madres, una plataforma de educación inclusiva para luchar por los derechos del alumnado con discapacidad

Dánae Pérez

Las Palmas de Gran Canaria

Sábado, 3 de mayo 2025, 23:32

La luz vibrante del sol lo baña todo en el Paseo de Meloneras, en el sur de Gran Canaria. Son las 11.18 horas de un viernes cualquiera. Hace calor y el sosiego de quienes están de vacaciones se mezcla con el ritmo más acelerado de quienes trabajan. Y en medio de esa jungla de contrastes, en la que el mar brinda una tregua a unos y a otros, está Victoria, recién salida del coche de su madre, dispuesta a hacer el ejercicio del día en sus patines.

La niña, de 8 años, se desenvuelve risueña con el entorno. Sonríe como por defecto y saluda a quienes encuentra en el camino. Incluso, acude rauda a ayudar a un empleado en apuros, al que se le cae la mercancía de una carretilla. Nadie más en el lugar siente ese impulso. El artículo que recoge pesa un poco, pero ella no desiste, consigue devolverlo a donde estaba y una mueca alegre en el hombre al que ha ayudado.

Su madre, Carolina Buriticá, denunció en rueda de prensa esta semana, arropada por la Asociación Síndrome de Down Las Palmas y la Federación de Ampas de Gran Canaria (FAPAGaldós), la «vulneración del derecho a una educación inclusiva» que sufre Victoria, que además de 8 años tiene síndrome de Down.

La situación, con la que lleva lidiando desde abril de 2023, la ha llevado a iniciar una batalla legal de la mano del abogado Juan Rodríguez Zapatero y a impulsar la Plataforma Canaria de Educación Inclusiva, junto con otras dos madres con casos similares.

«La iniciativa nace, en primer lugar, de la situación personal que tenemos. Nos hemos visto en una situación de desamparo, en la que todas las instituciones nos habían dado la espalda. Hemos tenido una peregrinación administrativa, primero, con el centro, después con la Consejería de Educación y las diferentes administraciones públicas», señala.

El «desespero», la «burocracia» y el «muro de la Consejería, en el que todo se deniega», llevó a varias familias que atraviesan una situación similar a reunirse y crear un grupo de WhatsApp, para permanecer en contacto. Ese chat, con unos cien miembros, «fue a más» hasta convertirse en la plataforma, que goza de representación en cada isla.

Buriticá destaca que la propuesta cuenta con el asesoramiento de Laura Abadía, «asesora en el derecho educativo para las personas con discapacidad, que se encuentra en Madrid», y que ya han solicitado un encuentro personal con Educación para «elaborar una ley en condiciones, tal y como dice la Lomloe y la convención de los derechos de las personas con discapacidad». «No le estamos pidiendo a la Consejería que reconozca nada, el derecho ya está, solo que lo ponga en marcha», aclara.

«La mamá loca»

La particular lucha de Buriticá comenzó en el curso 2023-24. Según su relato, los problemas se desencadenaron cuando el centro donde está escolarizada su hija, el CEIPEl Tablero, propuso pasarla a un aula enclave (espacio destinado al alumnado con algún tipo de discapacidad en centros ordinarios).

Ella asegura que la menor dejó de realizar actividades con sus antiguos compañeros y compañeras, y de «pisar»el aula ordinaria, lo que derivó en «cargarse el área que mejor funciona» en la pequeña, el social. «Sus compañeros de verdad querían estar con ella, la querían en sus cumpleaños, la integraban. Mi hija dejó de tener esa socialización que necesita para desarrollar su lenguaje y habilidades sociales», repara.

También detectó un retroceso en su aprendizaje, ya que pasó de dar asignaturas como Lengua o Matemáticas a solo tres: Autonomía personal, Relación con el entorno y Comunicación, que ella resume en «aprender a comer y a lavarse los dientes». «Es muy triste y es discriminatorio que un niño, en capacidad de aprendizaje, tenga que aprender a hacer lo que ya sabe de casa», reseña.

La madre de Victoria lamenta que, desde que empezó a reclamar los derechos de su hija, se la ha tachado de «la mamá loca», aunque se muestra «completamente segura» de lo que está «luchando».

Las familias han solicitado un encuentro personal con la Consejería de Educación para «elaborar una ley en condiciones»

Le entristece de igual modo que muchas familias con niños y niñas sin diversidad no entiendan su lucha o la de otras personas en una situación similar: «Lo único que queremos es que nuestros hijos tengan derecho a la educación como el resto, porque cuando a un niño lo metes en un aula enclave, automáticamente lo estás sacando del sistema».

Buriticá articula estas frases pensando en el futuro, en lo autónoma que puede llegar a ser su hija, en función de la educación que reciba. Para explicarlo toma prestadas las palabras de una de las madres fundadoras de la plataforma: «A nuestros niños, en el aula enclave o en los colegios específicos, tal vez les enseñan a ir a comprar el pan. Pero si no les enseñan a ganarse el pan, ¿cómo van a poder conseguir hacerse autónomos en la vida?».

24 horas para Victoria

Esta madre dedica prácticamente las 24 horas de su día a día a su hija pequeña. A raíz de otro desencuentro con el CEIP El Tablero este curso, decidió no llevar más a la pequeña al centro.

Así, mientras busca una salida para esta situación, es ella quien se ocupa de la formación de la niña la mayor parte del tiempo: «Las mañanas las dedicamos a hacer un poco de ejercicio, hacemos deberes, rellenamos fichas, dedicamos un ratito a la lectura o hacemos actividades digitales». Por las tardes, Victoria recibe clases de apoyo para reforzar sus conocimientos, que costea la propia familia.

Buriticá compagina la maternidad con su trabajo, gracias a que cuenta con una jornada «muy reducida». «Con un sueldo no llega, hay que costear el abogado, las clases de apoyo extra...», apunta.

El propio nombre de su hija supone toda una declaración de intenciones y considera que la victoria solo llegará cuando a la niña «se le conceda el derecho de acceder a un aula ordinaria, como el resto, con esos recursos y adaptaciones razonables». También, cuando se consiga «una norma que se ajuste a la convención de los derechos de las personas con discapacidad» y que haya voluntad para ponerla en marcha.

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