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Pandemia o campaña electoral

En Ferraz han apostado fuerte pues está por ver que, en realidad, sea el revulsivo que esperan

Domingo, 10 de enero 2021, 10:11

Está tardando Salvador Illa en dejar la cartera de Sanidad y dedicarse por completo a la precampaña. No se puede estar al timón de la gestión de la pandemia y con la mente compartida o puesta en Catalunya. En circunstancias normales ya sería motivo de polémica, ahora más que nunca que se acumulan las muertes y el número de contagiados al alimón de las temperaturas más bajas estiladas en invierno y la relajación de la población en las fiestas navideñas.

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A nadie se le escapa que una campaña electoral empieza mucho antes de las dos semanas estrictas reguladas por ley. Hay que recorrer muchos kilómetros y estar de salto en salto por los medios de comunicación, aunque la prohibición de actos multitudinarios favorezca la presencia en internet. Illa no deja de ser pieza de la operación clásica de La Moncloa: mandar a uno de sus ministros a la comunidad autónoma que se tercie como candidato a la Presidencia. En Canarias fue el caso de Juan Fernando López Aguilar, que había tomado la responsabilidad de ser el titular de Justicia en el primer Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero. Aquellos comicios en las islas fueron en mayo y, sin embargo, él dejó de acudir al Consejo de Ministros en el mes de febrero. Entonces no había coronavirus y la economía iba como un tiro. Hoy por hoy, es al revés: todavía la vacuna no se ha expandido y el horizonte económico pinta muy mal.

Por otro lado, si tan imprescindible resulta Illa en Madrid, que se quede y se olvide de Catalunya. En Ferraz han apostado fuerte pues está por ver que, en realidad, sea el revulsivo que esperan. Subir en escaños el PSC lo hará fruto del batacazo que se prevé que padezca Ciudadanos, lo que implicará necesariamente que el resto de siglas aumente su representación en la Cámara. Pero de ahí a condicionar los pactos futuros media distancia. La fórmula tendrá éxito para el PSOE si, a la hora de la verdad, ERC gana a JxCat y se posibilita el tripartito. De lo contrario, ERC seguirá atado a Carles Puigdemont y la lealtad al 'procés'.

Con todo, Pedro Sánchez se la juega en Catalunya. En función del acuerdo que surja, la alianza que se forje entre los partidos, podrá condicionar o no el debate territorial y, por ende, las exigencias y expectativas de sus socios que, a su vez, tienen de interlocutor a Pablo Iglesias. Una cita con las urnas que determinará lo que resta de legislatura y encenderá ya del todo (o no) las alarmas en Podemos. El fiasco en Galicia y Euskadi no puede permitirse otro chasco. Porque si tan mal está que Illa compagine aún su tarea en Madrid con la faena de encabezar el PSC en los comicios, igual de mal será que Podemos se mantenga en el poder para romper un año antes de las elecciones generales y tratar así de evitar el desgaste que los distintos sondeos están certificando a modo de tendencia. Se ve que algo tiene, de piscología de la ambición, que nadie quiere dejar o se agarra hasta el último instante a la comodidad gubernamental o del escaño... Aunque la ciudadanía tiene criterio. Máxime, en tiempos de recesión y paro.

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