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Mascarillas y oligarcas rusos

Del director ·

El G7 dijo que iba a acabar con los paraísos fiscales

Francisco Suárez Álamo

Las Palmas de Gran Canaria

Viernes, 15 de abril 2022, 06:34

El caso de las mascarillas sanitarias que ha hecho de que de repente nos olvidemos del hermano de Isabel Díaz Ayuso para centrarnos en el primo del alcalde Martínez Almeida, sus contactos con un empresario que huele el dinero y el hijo de un noble con pasado bastante innoble, pone de manifiesto la facilidad con que circulan los capitales dentro y fuera de los países, y como los controles son escasos, de manera que en cuestión de segundos una presunta comisión millonaria pueda estar en una cuenta bancaria en un país con tendencia a la opacidad.

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Salvando las distancias multimillonarias, tiene ciertas similitudes con lo que le ha pasado a los oligarcas rusos aliados de Putin. Unos hombres (mujeres, casi ninguna, que ya sabemos que en esto Putin es 'clásico') que en cuanto vieron venir que habría sanciones y que podrían afectar a sus negocios, empezaron a mover capitales en cantidades industriales desde sus bancos en países europeos a paraísos fiscales. De manera que las sanciones les han hecho literalmente cosquillas, a lo sumo.

Lejos quedan los tiempos en que las grandes economías occidentales, sentadas cómodamente en el club del G7, anunciaron que iban a poner coto a este tipo de operaciones. Todos intuíamos que era una simple operación de maquillaje, básicamente porque no se lo pueden permitir. El Reino Unido, por ejemplo, no quiere prescindir del negocio bancario que opera desde la City londinense con los paraísos fiscales, con los caribeños casi como un barrio más de la capital británica. Otro tanto le sucede a Holanda y Luxemburgo, que son miembros de la UE pero con unas peculiaridades bancarias que tampoco desean perder. Añadamos al listado Malta, Chipre y algunos microparaísos más, donde no se pregunta al cliente del banco de dónde procede el dinero y qué piensa sobre los derechos humanos, sino de cuántas decenas de dígitos será la primera transferencia.

En ese caldo de cultivo, los amigos del primo del alcalde Almeida son aprendices de brujo. Pero con gran espíritu emprendedor: vieron una oportunidad de negocio en medio de la locura desatada al inicio de la pandemia y se lanzaron a hacer caja, pero luego gastarlo o transferirlo lejos del control fiscal español. Como un oligarca ruso pero en pequeñito...

Ahora se encuentran en los juzgados y veremos en qué acaba el procedimiento, pero no parece que haya deseo de ir al fondo del asunto, que es la existencia de esos chiringuitos fiscales.

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