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Intensidad o unidad

DEL DIRECTOR ·

La ministra Ione Belarra parece haber cogido la bandera de la radicalización

Francisco Suárez Álamo

Las Palmas de Gran Canaria

Domingo, 5 de febrero 2023

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El acto de Podemos ayer en Madrid sirvió para dejar dos impresiones: la ministra Irene Montero asume su derrota y ya habla abiertamente de un retoque en profundidad de la ley del 'solo sí es sí' y, quizás para compensarlo, el partido sube el tono en su arremetida contra banqueros y empresarios. Sobre esos dos extremos parece moverse ahora un partido que, a pesar de sus muchas diferencias con el PSOE, ni se plantea dejar el Consejo de Ministros, como tampoco parece pasar por la cabeza de Pedro Sánchez el cese de los ministros de Podemos. Y no será porque no se hayan dicho cosas que merecían lo primero o lo segundo.

Frente a ese ejercicio de intensidad dialéctica impostada para compensar el fiasco de la ley del 'sí es sí', en Canarias Podemos cierra una confluencia con Izquierda Unida de cara a las elecciones de mayo. Ya la hubo en 2019 pero con alcance bastante más limitado: ahora se extiende a ayuntamientos y cabildos. La decisión tiene su calado: las dos formaciones a la izquierda del PSOE son conscientes de los riesgos de una división en la cita electoral, máxime con Alberto Rodríguez y los suyos tirados al monte y con las agrupaciones ecologistas aliadas con el exdiputado. Veremos lo que sucede en mayo pero el sistema electoral canario, sumado al modelo proporcional de reparto de actas plenarias, castiga la dispersión, sobre todo si es en el mismo espectro ideológico. El día que esas izquierdas lo asuman y actúen en consecuencia, igual llegan a algo. Por eso, insisto, la decisión de Podemos e IU en Canarias tiene su valor.

En cuanto a lo del acto de Podemos ayer en Madrid, la ministra Ione Belarra parece haber cogido la bandera de la radicalización. Su discurso contra banqueros y empresarios supone ir un par de pasos más allá de lo que había dicho ese partido en los últimos días. Es como si en Podemos estuviesen convencidos de que así ganan votos, pero se les olvida que esos agentes económicos a los que demonizan mantienen la actividad productiva. Lo harán mejor o peor, pero desde luego no cometen ilegalidad alguna. Y si Belarra quiere cambiar las reglas del juego y que tener beneficios sea delictivo, pues que lo plantee abiertamente en el Congreso e intente conseguir los votos suficientes. Si no, mejor callarse. Aunque solo sea por coherencia. Lo que no vale es cargar contra la economía privada y después, cada martes, ir al Consejo de Ministros a compartir mesa y mantel con quienes sí hablan con esos empresarios y banqueros.

Y lo dicho en el caso de Belarra, vale también para Yolanda Díaz.

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