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Martes, 19 de diciembre 2017, 07:29

La red social Facebook es un escaparate de emociones, máximo representante de las penas y alegrías –muchas fingidas– de sus millones de usuarios. En ella hombres y mujeres sin distinción de clases, procedencia o creencias se muestran de una forma u otra. Nada nuevo. Respetable en todo caso. Pero leo con asombro ante mi desconocimiento el desgarrador testimonio de la número dos del gigante creado por Mark Zuckerberg. Su mano derecha, Sheryl Sandberg, jefa de operaciones de Facebook, se confiesa y muestra su caída emocional al perder a su marido de forma inesperada cuando estaba gozando de los privilegios de su posición en un viaje de placer. Como ella narra, su regreso a Estados Unidos, el tener que dar la noticia a sus hijos, fue el momento más duro vivido nunca. Sumida en el silencio, dolorida por la pérdida, cuenta que lo peor fue el aislamiento al que se enfrentó. Y de eso precisamente trata el libro que acaba de publicar Sandberg, Opción B, de la nueva vida que ha debido forjar a marchas forzadas. Pero antes tuvo que publicar un post en Facebook que ha generado desde entonces un millón de Like (Me gusta), 75.000 comentarios. En esa publicación una de las ejecutivas más poderosas del mundo hacía lo que hace el resto, mostrar sus debilidades, sus penas, su vida. Y eso, dice Sheryl Sandberg, eso es Facebook. Un negocio redondo en el que Zuckerberg cuenta los abortos sufridos por su mujer y la felicidad que inunda su casa desde que por fueron padres. Con ello se demuestra el poder que tiene compartir y nos iguala a todos.

Pero no hace falta hacer uso de la realidad virtual para confesar los más recónditos sentimientos. Es el caso de Sharon E. Smith, que durante tres años estuvo escribiendo cartas a su marido muerto, el pintor José Hernández. Esta peculiar relación epistolar le sirvió como terapia, y ahora esas cartas íntimas salen convertidas en el libro Lo que dejaste. En realidad la escritora estadounidense afincada en Málaga escribía en el muro de Facebook de su marido muerto, un muro virtual que solo le devolvía el silencio de la ausencia.

Aunque según recuerda Sheryl Sandberg en la tradición judía el duelo dura 30 días, ni mucho menos fue así en su caso. Necesito mucho más. En el de Sharon E. Smith, tres años se alargaron los escritos que le han servido de terapia. Las dos, curiosamente, tiraron del mismo soporte para superar el dolor y ahora, las dos, comparte su proceso en sendos libros.

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