Crónica de un interrogatorio que no se produjo: «Si me pregunta mi defensa qué se me ha olvidado…»
García Ortiz, sin toga, se erigió en maestro de ceremonias en una comparecencia ensayada mil veces y sin las incómodas preguntas de las acusaciones
Álvaro García Ortiz se quitó la toga, pero, aun sin sus vistosas puñetas, se erigió como el maestro de ceremonias absoluto en la hora larga ... que duró su 'no-interrogatorio' en el Tribunal Supremo. Lo inaudito de contemplar un interrogatorio sin preguntas llego al absurdo de que el propio imputado, al final de su monólogo, todavía quiso introducir nuevas ideas que se le habían quedado en el tintero y obligó a su letrado, el abogado del Estado Iñaki Ocio, a repreguntarle cuando ya había dado por cerrado el discurso de su 'cliente.
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«Si me pregunta mi defensa qué se me había olvidado…» fue la orden a Ocio, que provocó risas en los que seguían la comparecencia en directo a través de pantallas y sonrisas en el tribunal y los asistentes dentro de la sala. La orden sirvió para que García Ortiz, como si en la apertura de un año judicial se tratase, siguiera con el 'speech' que traía de casa, donde probablemente habría ensayado mil veces su alegato, que desmenuzó de memoria. Que el 'no interrogatorio' estaba preparado quedo fuera de toda duda.
García Ortiz preparó también concienzudamente su argumentario para negarse a responder a las preguntas de las acusaciones, tanto populares como particulares (el abogado del novio de Isabel Díaz Ayuso). Sin actores incómodos en el tablero –la Fiscalía solo hizo dos preguntas de compromiso para no interferir en el medido discurso- el imputado se dedicó a hacer un relato de su versión de los hechos, sin evidentemente entrar en las cuestiones espinosas. Conforme iba avanzando en su 'mitin judicial' el imputado fue tranquilizándose para acabar casi regodeándose en sus palabras.
Divagaciones sin interrupciones
Minutos y minutos de divagaciones sin interrupciones, porque las preguntas de su abogado en realidad lo único que hacían eran dar pie una nueva perorata. Una suerte de «cuente, cuente…» continuo en el que (obviamente) se pasó de puntillas en el doble borrado casi profesional de datos denunciado horas antes por la UCO y en el que no hubo forma de someter a contradicción sus afirmaciones sobre lo que pasó la noche y la mañana de aquellos 13 y 14 de marzo de 2024 cuando se filtró el famoso correo de Carlos Neira, el abogado del novio de Ayuso en el que éste reconocía el doble delito fiscal de su cliente.
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Y hasta ahí llegó la declaración histórica, que no fue. Harina de otro costal será saber cómo la sala valorará el primer 'no interrogatorio' de un fiscal general de la historia de la democracia como imputado y la negativa del más alto cargo del Ministerio Público del país a someterse a un interrogatorio real con contradicciones para defender su inocencia.
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