De «la mejor fabada del mundo» al cachopo definitivo: Asturias, más cerca que nunca de Canarias

Lo que una la gastronomía, que no lo separe nadie. Ese matrimonio eterno tuvo una reciente cita en Oviedo, donde Las Palmas de Gran Canaria se unió a la compañía aérea Binter, que conecta Canarias con Asturias con seis vuelos semanales, y al grupo Barceló, cuya decidida apuesta por la alta cocina en sus hoteles lo ha convertido en un referente en este sentido.

Un confortable vuelo con Binter, donde la gastronomía de calidad y gratuita acompaña al viajero hasta su destino, fue el inicio de un viaje gastronómico de primer nivel que supera con creces todo lo que podamos conocer sobre la célebre y admirada gastronomía asturiana. Aquí se come mucho, es cierto, y muy bien. Desde unas tradicionales y sabrosas cebollas rellenas de bonito, plato humilde y lleno de sabor que forma parte de la identidad de Asturias, hasta un fantástico pastel de cabracho o unos escalopines al cabrales, que un servidor pudo disfrutar en Gijón tras un paseo por el histórico barrio de Cimadevilla y la icónica playa de San Lorenzo.

Claro que Asturias también es el concepto gastronómico del joven chef Xune Andrade, que además de contar con una estrella Michelin y un sol Repsol, defiende a rajatabla la importancia del territorio en la cocina y la viabilidad de su entorno. Su restaurante, Monte, está ubicado en la pequeña aldea de San Feliz, en el concejo de Lena. «La primera estrella Michelin de la Montaña Central de Asturias, que puede ayudar a que nuestra zona tengo un buen futuro», afirmó el chef tras conseguir el prestigioso premio.

Fue él quien cocinó mano a mano con la herreña Iciar Pérez, de Poemas, en el hotel Oviedo Cervantes de Barceló, deslumbrando a los comensales con un menú solvente, poderoso y sin duda muy arraigado a su tierra. Esa sopa de cebolla y pan de queso tan personal, ese recuerdo de un pote asturiano, donde Andrade imprime su sello sin querer ofender a los puristas o la famosa tarta de quesos asturianos de su restaurante, para muchos la mejor que existe. Un chef sorprendente que se alejó de la ciudad para triunfar y poner en valor el mundo rural y los productos de su entorno.

Asturias, por supuesto, además de potes, sidras, pastel de cabracho o el cabrales, también es fabada, quizás el plato asturiano más internacional, y cachopos, sin duda uno de los más consumidos en todo el territorio nacional. Y en Oviedo, precisamente, está la mejor fabada del mundo en 2022, elegida en el concurso que celebra el Ayuntamiento de Villaviciosa, que ya supera las diez ediciones y que cuenta en su jurado, entre otras personalidades relevantes de la cocina, con Elena Arzak, con tres estrellas Michelin.

El ganador en esta última edición fue el restaurante Cocina Cabal. La clave, según el cocinero de este local, es «el compango, formado por un chorizo de Tineo y una morcilla de una carnicería del mercado del Fontán». Además de utilizar la Faba Asturiana, certificada con la Indicación Geográfica Protegida, y que «permite absorber mejor los sabores». Resultó el ganador por encima de un centenar de aspirantes de todo el país.

En Oviedo también se encuentra uno de los grandes clásicos de la ciudad, el restaurante La Corte de Pelayo. Allí presumen de tener el mejor cachopo de Asturias, y así lo acreditan habiendo sido los ganadores del primer Campeonato Regional de Cachopos y Cachopinos de Asturias. Sus ingredientes: babilla de ternera, lacón, jamón ibérico, espárrago blanco, pimiento del piquillo, queso, jugo de conejo y pitu rebozado con pan rallado panko.

En ese elegante restaurante, de servicio impecable y gran producto, pude disfrutar, entre otros platos, de unas destacadas alcachofas fritas con jamón, uno de los destacados de la casa. Con grandes ventanales que permiten unas privilegiadas vistas a la Plaza de La Escandalera, punto de encuentro de los ovetenses, que enlaza la zona comercial, el caso antiguo y el centro político. Como es obvio, y muy a mi pesar, no pedí su famoso cachopo porque para eso hay que ir con un buen equipo. Limitaciones del comensal solitario.

Estamos, en definitiva, ante uno de esos destinos a los que hay que ir a conocer, a beber y a comer. Porque Asturias, de paisajes imponentes, luce con orgullo sus verdes campos, su generosa hospitalidad, sus impolutas ciudades y su rica gastronomía. Allí se va a disfrutar en todos los sentidos y de todas las maneras. Y nunca estuvo tan cerca y tan fácil.

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