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Así ha engordado la factura eléctrica en las dos últimas décadas

Así ha engordado la factura eléctrica en las dos últimas décadas

Primas a renovables, déficit acumulado, tasas e impuestos son un 64% del recibo, más allá de los vaivenes de precios

Domingo, 12 de septiembre 2021, 00:42

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Con unos precios exactamente iguales que en España, en Portugal apenas han notado estas semanas la subida de la luz. El sistema ibérico (el que comparten ambos países para determinar los costes de la electricidad) es igual en toda la Península. Pero aquí los ciudadanos ven cómo sus recibos se han incrementado notablemente. Y allí no. ¿Es posible?La factura lusa, como las de otros muchos países europeos, no carga con miles de millones en costes extraordinarios que los diferentes gobiernos han ido elevando el recibo sin que el ciudadano se haya dado cuenta, hasta que los precios se han disparado, como este verano.

De todo el importe que pagan los ciudadanos en cada factura de la luz, casi tres cuartas partes son costes fijos en sus más múltiples acepciones. No es un peso similar todos los meses. Hay periodos en los que 'el fijo' tiene un mayor peso; y otras temporadas en las que el consumo –lo que realmente se gasta en electricidad en cada hogar– representa algunos euros más. Pero, por lo general, ese consumo no suele representar más de un tercio de todo el recibo. Veamos cómo y por qué.

¿Cómo? Por cada 100 euros del recibo medio, 36 euros van a parar a pagar el coste del consumo que se haya realizado. Los otros 64 euros proceden de distintas partidas. Estos porcentajes ha cambiado en los últimos años, ya que el peso del fijo ha sido cada vez mayor.

¿Y por qué? Los cargos son la gran cuestión que explican cómo es posible que el recibo eléctrico español sea de los más abultados de la Unión Europea:0,22 euros por kilovatio/hora, en 2020, según Eurostat. Es el quinto más caro, superado por Alemania (0,30), Dinamarca, Bélgica e Irlanda. «Hay dos fenómenos distintos», explica Alberto Martín Rivals, socio responsable de Energía en KPMGEspaña. «Las primas a las renovables históricas y el déficit de tarifa», apunta.

Una bola de nieve imparable

En 2001, el Ejecutivo de José María Aznar tomó una decisión que aún pesa hoy, agravada por los gobiernos de disinto signo que llegaron posteriormente. El entonces ministro de Economía, Rodrigo Rato, decidió que por ley, el precio de la luz no podía subir más de lo que lo hiciera la inflación. Así, se evitaba trasladar a la factura cualquier alza inesperada de precios. Eso sí, a costa de comenzar a generar una deuda que empezó a hacerse bola de nieve y que estuvo a punto de atragantársele a quienes le sucedieron en el cargo. Cuando José Luis Rodríguez Zapatero llegó al poder, el déficit de tarifa (como así se denomina) se desbocó por completo y llegó a rozar los 30.000 millones de euros.

En realidad, ese déficit es la diferencia entre lo que pagaban los usuarios en el recibo por la luz y lo que realmente les costaba a las eléctricas producir, distribuir y comercializar la electricidad. Con el déficit imparable, el siguiente gabinete, el de Mariano Rajoy, decidió atajarlo con una reforma integral, la de 2013, con la que el sistema comenzó a generar superávit, aunque ya acumulaba una deuda que se sigue pagando a día de hoy en el recibo:aumentó el importe de los peajes (la parte fija del recibo); se asumieron los costes extrapeninsulares; ose aplicaron recortes a la retribución de las renovables. Aunque esta última decisión también ha costado dinero, porque España ha perdido gran parte de las demandas de los fondos afectados en el arbitraje internacional.

Uno de los grandes cargos que tiene el recibo procede de justo antes de la crisis financiera de 2008, cuando el Gobierno de Zapatero aprobó un régimen de primas a las entonces incipientes energías renovables que aún siguen pagándose 16 años después. «Fueron subvenciones muy generosas a renovables, como la solar, cuando todavía eran poco eficientes», explica Alberto Martín Rivals. No hubo límites ni ningún mecanismo de ajuste que permitiera contener la factura. Y el consumidor paga por aquella decisión de hace más de una década más de 7.000 millones de euros en su recibo.

Solo entre el déficit tarifario y las primas los consumidores actuales pagan 30 de cada 100 euros. Y aun así, no se cubren todos los costes: existen otros muchos, incluidos en el recibo, como las tasas de la Comisión de Competencia, las de residuos radiactivos, mecanismos de capacidad (para garantizar el suministro en cualquier época del año)...

Por último, se encuentran las cargas impositivas. El IVA de la luz en España era, hasta junio, uno de los más elevados de Europa: gravaba la factura con un tipo del 21%, que temporalmente se encuentra ahora en el 10%. Además, se aplica el Impuesto Eléctrico del 5,1%, lo que eleva aún más el recibo. Y por detrás, se encuentran otras tantas tasas y tributos que abonan las compañías generadoras de electricidad, y cuyo impacto también se refleja en el importe final de la factura que llega cada mes a los hogares.

Independientemente de cómo evolucione el precio de la luz, los consumidores seguirán cargando en los próximos años con todos estos conceptos que no siempre vienen reflejados de forma transparente en el recibo. Una losa histórica que agrava la situación de las familias cuando el coste de generación repunta, como está haciendo este año.

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