Estreno con ilusiones y desafíos

Hay que irse más de cinco años atrás, concretamente al 19 de mayo de 2018, para ubicar el último partido de la UD en Primera. Fue, como va a ser este sábado (18.30 horas, Gran Canaria) en su regreso, en el Gran Canaria, aunque entonces en un contexto diametralmente opuesto al de esta ocasión. Descendido a Segunda tras una temporada que avergonzó a todos (cuatro entrenadores, fichajes de risa y caída en picado imparable, entre otras aberraciones), el equipo compareció ante su gente por obligación reglamentaria.

Todos se hubiesen ahorrado aquel encuentro de saldo. Ilusiones rotas que, pasado el tiempo, y de vuelta al mismo escenario competitivo, han regenerado a cotas inimaginables, con 25.000 socios y augurios a la altura del escudo. Así se vive en la previa del partido frente al Mallorca e inaugural de una temporada, la 2023-24, en la que el sueño compartido es el de haber llegado para quedarse.

Así se entiende esta nueva UD, en la que el jefe en la cancha sigue siendo el mismo, Jonathan Viera, pero con recursos más diversificados tras acudir al mercado y pendiente, también, de cerrar la lista de la compra. García Pimienta hace bien en fortificarse para lo que viene, un calendario sin tregua y con exámenes finales cada semana, y se justifica la necesidad de una plantilla amplia, con posiciones dobladas y con futbolistas polivalentes, capaces de asumir varios roles.

Van a ser necesarios todos en una travesía en la que se quiere coger vuelo sin mucha tardanza. De ahí la importancia de comenzar llenando la despensa desde el principio. En el desafío de la permanencia, todo lo que se suma nadie lo arrebata, es una carrera en la que, por encima de la forma, impera el fondo, entiéndase acumular puntos de la manera que se pueda. Por mucho que el entrenador pondere el estilo, discurso valiente y que le ha dado éxito y fama desde que llegó, la supervivencia pasa por los resultados.

Que se lo pregunten al Mallorca de Javier Aguirre, el visitante en cuestión, tan criticado por sus maneras como empoderado por el oficio que sacó para escapar del descenso y seguir entre los grandes. Pocos se pueden permitir en Primera lucir palmito y abrillantarlo con victorias. Otra cosa es intentarlo y, frecuentemente, el camino más corto para ganar es merecerlo. La UD aspira a estar en este vagón, el de los que se esmeran por jugar bien. Así subió y de la misma manera quiere seguir porque, dicho por los jugadores, no sabe hacerlo de otra forma.

La primera prueba llega ante un Mallorca que no va a regalar caramelos. Si tiene que meterse atrás, ni se molestará en disimular. Vive cómodo sin la pelota, acude a la acumulación de hombres cuando se ve exigido y arriba tiene un tanque como Muriqi que se busca el sustento en solitario. Pocas ideas pero muy claras. En suma, un rival directo por la permanencia que viene a no perder y si le dan la mínima, a hacer sangre.

Pocas previsiones se pueden hacer ante una cita que pilla a todos de estreno, con pocas referencias de lo que son capaces de hacer y a medio trayecto en la activación física. Una montaña de incógnitas que no da vértigo a la UD, cuya configuración inicial será la que se ha dejado ver en pretemporada, incluyendo a un Sergi Cardona que todavía sigue por aquí. Demasiado tiempo esperando este momento como para escatimar sudor y talento. Que se note.

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