Agustín Cerezales: «El mar de la isla enseñó a Carmen Laforet a amar la libertad»
El hijo de la ilustre escritora ofrece el jueves una charla en la Casa-Museo Pérez Galdós sobre los vínculos galdosianos de la autora
GABRIELA VICENT
Las Palmas de Gran Canaria
Lunes, 14 de febrero 2022
Carmen Laforet nació un año después de la muerte de Benito Pérez Galdós. Esto no impidió a la escritora que revolucionó las letras españolas con solo 23 años entablar una profunda amistad con el más insigne escritor canario de todos los tiempos que duró hasta su muerte. Esta vinculación cobra más relevancia si cabe cuando se acaba de conocer que la autora de 'Nada' será nombrada este año hija adoptiva de Gran Canaria.
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Agustín Cerezales Laforet (Madrid, 1957) es escritor e hijo de escritora. En 2021 publicó 'El libro de Carmen Laforet. Vista por sí misma', donde bucea en el archivo personal de su madre para sacar a la luz su universo literario y personal a través de cartas, escritos y fotografías inéditas. El próximo jueves, día 17 de febrero, Cerezales visitará la casa natal de Galdós para ofrecer una conferencia en la que se referirá a la historia de una amistad atemporal entre dos escritores. Uno de ellos era su madre, Carmen Laforet, autora de la novela que lo cambió todo en 1945. 'Nada' fue un cañonazo para la primera generación de posguerra, igual que lo fue Pérez Galdós para la mojigata sociedad española de finales del siglo XIX.
El legado de Carmen Laforet se guardó 'in memoriam' en la caja de seguridad 693 de la Caja de las Letras del Instituto Cervantes. Contenía varios ejemplares de la biblioteca personal de la escritora, pero sólo de dos autores: Elena Fortún y Benito Pérez Galdós. «Para ella es como si hubiera conocido a Galdós», señala Agustín Cerezales. «Era un amor incondicional, aunque ella literariamente no se sintiera inspirada por su novelística porque era más barojiana en ese sentido». A pesar de la distancia temporal y literaria entre ambos autores, el hijo de la escritora considera que Galdós «para ella era como un abuelo espiritual, le acompañó durante toda su vida. Incluso en su vejez, al final Galdós era lo único que leía», explica Cerezales.
Todavía hoy hay muchos isleños que desconocen el hecho de que Carmen Laforet llegó a Gran Canaria con solo dos años y vivió en la isla toda su niñez y adolescencia. «Todo lo que aprendí en esa playa, que ya no es verdad, me parece lo más importante y lo más verdadero que he aprendido en mi vida». Hablaba Laforet de la playa de La Laja. El libro de Agustín Cerezales recoge esta profunda declaración de amor a Gran Canaria. «Ella conservaba acento canario», reconoce Cerezales, «mantuvo siempre un recuerdo que le marcó para siempre, aunque se resistía siempre a volver». La playa de La Laja fue la de su primera infancia. «El contacto con el mar le enseñó muchas cosas, el amor a la libertad y eso era lo que para ella significaba ser libre», dice su hijo.
El segundo libro de Carmen Laforet, 'La isla y los demonios', está inspirado en Gran Canaria. En él desvela sus ilusiones de adolescente con el telón de fondo de la Guerra Civil española. En uno de sus pasajes, se describe a sí misma como «una muchacha que siempre está en la isla, mirando al mar y a los barcos y queriendo marcharse de allí». Se puede pensar que la época que le tocó vivir no fue fácil. «Pero ella diría que ninguna época es fácil», rebate Agustín Cerezales, poniéndose en el lugar de su madre, «la libertad, que es un tema central en su obra, exige muchos sacrificios, pero también hay que entender lo que cada uno concibe por libertad y ahí sí que entraríamos en una complicada discusión filosófica», añade.
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El escritor sí reconoce que Laforet vivió una época donde la libertad política o de costumbres no reinaba, pero, sin embargo, no considera que la visión de libertad de la escritora se circunscribiera a los condicionamientos sociales. «La libertad también es ser capaz de pensar por uno mismo y eso en cualquier época supone un esfuerzo, una dificultad, no es un regalo. Eso es lo que ella diría», afirma categórico.
«He evitado la visión subjetiva para que fluya la esencia»
Agustín Cerezales lleva sobre sus hombros el peso de ser el albacea del extenso archivo personal de su madre. Fotografías inéditas, manuscritos, recortes de prensa, correspondencia, objetos personales, anécdotas rememoradas y un sinfín de imágenes que componen el retrato más cercano, íntimo y real hasta la fecha de una de las autoras más importantes de todos los tiempos. No debe ser una tarea fácil. «Toda esta labor me ha resultado muy familiar y congruente», confiesa Cerezales, «lo que sí me ha sorprendido muy agradablemente es ver la coherencia que anuda toda su obra, su personalidad y sus manifestaciones», añade.
Efectivamente, le ha confortado enormemente el hecho de que «los hilos que recorren toda su escritura y su vida mantienen una coherencia muy grande y, en ese sentido, la labor ha sido un placer».
A pesar de todo, Cerezales no niega que su trabajo es también «un ejercicio de responsabilidad. Tienes que evitar la visión subjetiva para que fluya la esencia». La selección de textos en un archivo tan amplio también se ha convertido en algunos momentos en una tarea tediosa. «Ha sido mucho trabajo, pero muy grato y, lo más destacado es que siempre me he encontrado, en el transcurso de la investigación, con la misma Carmen».
Las interconexiones entre todas sus novelas sí han sido joyas descubiertas durante la recopilación de textos para 'El libro de Carmen Laforet. Vista por sí misma'. «Me he dado cuenta de la gran riqueza de su obra», dice.
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