Romería en La Isleta durante las pasadas Fiestas del Carmen. Arcadio Suárez

Las Palmas de Gran Canaria

Bronca al Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria por el ruido de las Fiestas del Carmen

Ángel Gabilondo, Defensor del Pueblo, emite un escrito criticando al gobierno de Darias por no medir con «exigencia» la contaminación acústica

David Ojeda Merino

Las Palmas de Gran Canaria

Sábado, 27 de septiembre 2025, 23:02

La guerra del ruido de Las Palmas de Gran Canaria sale de la ultraperiferia y escribe un nuevo capítulo, esta vez en Madrid y ante el Defensor del Pueblo. El organismo representado por el exministro socialista Ángel Gabilondo emite un escrito en el que reprende al Ayuntamiento por la «falta de cautela» en cuanto la contaminación acústica de las Fiestas del Carmen de La Isleta, celebradas el pasado mes de julio.

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Esta es la respuesta del ente a la información trasladada desde el gobierno de la ciudad, solicitada por Madrid tras las denuncias ciudadanas recibidas. Una vez estudiada la documentación entregada por el Ejecutivo de Carolina Darias se observaron errores en la planificación municipal de las fiestas.

Tras detallar en el texto los argumentos del Defensor del Pueblo, y justo antes de la firma de Gabilondo, se deja por escrito una sugerencia al gobierno de la ciudad: «Que el Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria, con ocasión de las Fiestas del Carmen, evalúe de forma previa la incidencia acústica que las actividades programadas puedan tener, adopte las medidas necesarias dirigidas a atenuar las molestias, incluyendo las limitaciones técnicas necesarias que garanticen el cumplimiento de los volúmenes sonoros máximos legalmente admitidos, y que realice inspecciones durante su desarrollo para comprobar su funcionamiento».

Este escrito es una muesca más en el relato de la guerra contra el ruido que se vive en Las Palmas de Gran Canaria, ese gran conflicto que influye, por ejemplo, en la celebración del carnaval, que no se libra de la polémica ni pese a su consideración de Fiesta de Interés Turístico Internacional.

También ha tenido polémicas recientes con la hostelería, sin ir más lejos esta misma semana con la resolución para la regulación de las terrazas del entorno de la calle Joaquín Costa y los duros comunicados de las asociaciones de restauradores como ARES, que finalizaba su misiva con la sentencia: «Alcaldesa, los que van a morir te saludan».

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El escrito del Defensor del Pueblo se muestra comprensivo con los vecinos que han presentado sus quejas y recuerda que este aspecto está regulado desde Europa. «La organización desde los poderes públicos de eventos culturales y festivos genera molestias también a los ciudadanos, para empezar porque se altera el ritmo ordinario de su vida, se producen restricciones de circulación en las calles, afluencia de personas extraordinarias y, desde luego, contaminación acústica; perturbaciones que padecen en especial quienes viven en un lugar próximo a la celebración de los eventos.

A la vez que señala que «durante las fechas en que se celebran las fiestas, la ciudadanía vecina de los lugares de celebración soportan dichas molestias como una carga general, teniendo incluso que llegar a sacrificar temporalmente su calidad de vida, viéndose afectados de forma provisional en sus derechos a disfrutar de un medio ambiente urbano sano y no sufrir contaminación acústica. Desde esta perspectiva deben soportar que otras personas se diviertan».

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Esta actitud contrasta con la que en muchas ocasiones se ha dado desde el propio Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria a los vecinos que han hecho saber su enfado con el ruido que se produce en sus calles, espacialmente donde se celebran eventos del carnaval, obligada la fiesta mayor de la ciudad a una itinerancia de sedes en los últimos años de su historia.

Toque de atención al gobierno

Además, la respuesta de Gabilondo expresa que tomando como referencia la información solicitada por el Defensor del Pueblo para evaluar la queja sobre las Fiestas del Carmen, existen ciertos elementos sobre los que llamar la atención al gobierno de Las Palmas de Gran Canaria.

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En concreto, en el documento se expone que «de las actuaciones practicadas se desprende que ese ayuntamiento, si bien prohibió la existencia de atracciones para no perturbar acústicamente más allá de lo razonable, no efectuó ninguna de las dos cautelas cuya confirmación el Defensor del Pueblo le requería, a saber: Si las bases anuales de las fiestas incluyen en las licencias y resoluciones de adjudicación un condicionado ambiental sobre contaminación acústica, gestión de residuos, control y vigilancia de los horarios de apertura y cierre de las atracciones; y si para las mencionadas fiestas se procede a dejar en suspenso los objetivos de calidad acústica, y, en tal caso, si tal decisión se adopta previa valoración de la incidencia acústica de la medida y se adoptan medidas dirigidas a atenuarlas molestias».

Las Fiestas del Carmen de 2025 se prorrogaron por espacio de 20 días en el barrio de La Isleta –del 6 al 26 de julio–, barrio que también ha convivido durante las dos últimas ediciones del carnaval de Las Palmas de Gran Canaria con algunos de sus escenarios principales.

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Este aspecto ha dado la sensación de colapso en algunos de los vecinos, menos propensos a la actividad festiva que, por contra, siempre ha caracterizado a esa porción de ciudad más allá del istmo. Ahora, además, previo a la próxima edición carnavalera se ha organizado ya un movimiento de vecinos que tratan de evitar por la vía judicial que el entorno de sus viviendas vuelva a ser escenario de la celebración multitudinaria que cada febrero rebosa la ciudad.

Todo esto se enmarca también en las críticas de la oposición municipal y empresarios hoteleros por la falta de convocatorias de las famosas mesas del ruido y de la noche, que pretenden conciliar la actividad en la ciudad con el descanso de los ciudadanos.

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Cada vez que se le ha preguntado por alguno de estos conflictos Carolina Darias ha respondido lo mismo: «Quiero que Las Palmas de Gran Canaria sea una ciudad viva». Algo que le está costando mantener por la cantidad de elementos que se confabulan en su contra casa vez que un evento toma las calles de la ciudad, en esta ocasión unas de las cuatro fiestas grandes de la capital.

Tras la recomendación del Defensor del Pueblo una nueva amenaza flota sobre la gran celebración del verano tras la noche de San Juan.

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