Espinosa, el general que no es rencoroso: «Soy vengativo»
En su paso por Las Palmas, el único encarcelado hasta ahora por la trama trabó relaciones de alto nivel pero dejó muchas cuentas pendientes
Esta semana el humorista Dani Mateo hacia un pequeño monólogo en el programa 'El Intermedio' de La Sexta a cuenta de Francisco Espinosa, el general de la Guardia Civil que pasa los días entre rejas por su implicación en el caso Mediador. El colaborador de El Gran Wyoming sacó a relucir los aspectos más chuscos de la investigación sobre el militar, detalles que aparecen reseñados en los informes de Asuntos Internos de la Guardia Civil porque consideran que son relevantes para entender cómo funcionaba la trama.
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Así, Espinosa, que hasta no hace mucho daba conferencias en Casa África sobre el riesgo del terrorismo en el Sahel, es ahora conocido en toda España por sus comidas con Marco Antonio Navarro, Taishet Fuentes, el empresario de los drones José Suárez, el de las placas fotovoltaicas Antonio Bautista, el quesero Alberto Montesdeoca y el de consultorías Raúl Gómez, todos ellos implicados y detenidos el pasado 14 de febrero.
Pero, sobre todo, el nombre de Espinosa ha quedado unido al episodio del «chocho volador», como él mismo llama a la que fue su pareja y que trató de colocar en calidad de comercial en al menos dos de las empresas que pagaron presuntos sobornos. Y por si fuera poco, está el relato de un viaje a Fuerteventura para un encuentro sexual con «un churumbel», un viaje y una estancia costeadas por uno de los empresarios.
Espinosa, sevillano de nacimiento, estuvo al frente de la Comandancia de Las Palmas entre 2008 y 2012, cuando era coronel. En esa etapa se granjeó fama de simpático, buen conversador, amante de las sobremesas largas, entendido en puros y amigo de sus amigos... Pero también con capacidad para hacerse enemigos, o al menos para dejar huella poco grata entre muchos de los que estuvieron a su mando.
Personas que lo conocieron recuerdan una frase muy común de Espinosa: «No soy rencoroso; soy vengativo». Y con la misma medicina se lo están devolviendo ahora quienes tenían asuntos pendientes.
Sus andanzas en el caso corren de boca en boca en la Guardia Civil y en los chats de varios cuerpos militares de toda España. Como también el recuerdo de episodios de su pasado en las islas.
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El más conocido fue el de las diligencias abiertas por una presunta revelación de secretos que apunta a otra persona cuyo nombre aparece en las grabaciones del caso mediador: el constructor Ramón Tejera, conocido como 'Mon' o incluso 'Alférez Mon'. Este era primo de la entonces alcaldesa Isabel Déniz, detenida en su día en el marco del caso Unión y que habría sido informada previamente de que era objetivo de la investigación. El asunto se archivó por la vía rápida.
Un juzgado de Madrid investiga precisamente la gran cantidad de obras, muchas como contratos de menor cuantía, que ha hecho 'Mon' en los últimos años en cuarteles de la Guardia Civil en varias provincias, incluyendo Santa Cruz de Tenerife, donde Espinosa no tenía mando en plaza pero sí hilo directo con quien estaba entonces al frente.
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También se archivaron las diligencias abiertas cuando aparecieron 42 gramos de cocaína en el coche que usaba el entonces coronel para sus desplazamientos, un vehículo incautado en una operación antidroga.
Igualmente dejaron huella las obras que encargó en la Comandancia para una especie de salón de actos en el que, de repente, aparecieron unas 40 butacas de una sala de cines de la ciudad que había cerrado al público. «Allí veía en pantalla gigante los partidos del Sevilla», rememora un conocido. Como también lo recuerdan muchos en el palco de la Unión Deportiva Las Palmas.
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Tras dejar Gran Canaria, Espinosa acaba en una misión internacional de formación de agentes en el Sahel que tenía gran importancia para España, por el riesgo de expansión del terrorismo yihadista en esa zona de África. Es en ese marco en el que se producen adjudicaciones a la empresa de drones de José Suárez, una de las cuestiones que investiga la jueza del caso Mediador.
Los viajes de Espinosa, que ya conocía África, se multiplicaron entonces. Según adelantó este sábado el periódico digital 'El Español', el Centro Nacional de Inteligencia y la propia ministra de Defensa, Margarita Robles, investigan las contratas al amparo de esa misión en el Sahel.
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Sobre la condición de Espinosa como teórica llave para abrir negocios entre empresarios deja buena prueba uno de los informes aportados por Asuntos Internos de la Guardia Civil a la jueza. En uno de sus últimos reportes, fechado en febrero, señalan que el ganadero tinerfeño Alberto Montesdeoca trabó contacto con el militar porque creyó que este podía facilitarle la venta de sus quesos en una gran cadena de distribución con sede en Canarias. El enlace entre Espinosa y esos empresarios de distribución es identificado por los agentes como un inversor con negocios de importación, material sanitario y gestión de hoteles, entre otras actividades.
En su comparecencia ante la jueza, Francisco Espinosa se presentó como víctima de una conspiración de Marco Antonio Navarro, que lo utilizaría como «cebo» para embaucar a empresarios. Pero ambos se encontraron por primera vez en julio de 2020 y para entonces Suárez Estévez, que ya conocía al militar, había hecho negocios en África. El mismo Suárez Estévez que menciona en las grabaciones a Espinosa como su «papá», la persona que le abrió puertas en el continente vecino.
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Lo que sí admite Espinosa en sede judicial es que buscaba un complemento salarial para su jubilación, así como su empeño en que el «chocho volador» fuese contratada.
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