Día de Canarias: Así somos (parte 8)
Un retrato de las islas a través de sus ciudadanos | En esta entrega: Ricardo Miranda, Maestro Florido, Carlos Arocha, Ana Ramos y Vera Soddu
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Ricardo Miranda Policía Nacional
«Cada isla es muy especial, pero a todas nos une el mismo sentimiento»
Este agente se muestra orgulloso de vivir en Canarias y haber podido conocer y recorrer cada una de las islas
Ricardo Miranda lleva 20 años desarrollando su carrera profesional como agente de la Policía Nacional, pero a pesar de que suele ser habitual que dentro del cuerpo tengan destinos variados y algunos de ellos fuera de las Islas Canarias, él tenía claro que quería quedarse en su tierra. «Empecé de prácticas en La Laguna y me encantó la experiencia, pero soy grancanario y me tiraba mi isla. Desde que pude, accedí a una plaza en Maspalomas para luego conseguir la actual en Las Palmas de Gran Canaria donde vivo muy feliz y, a la vez, me siento realizado profesionalmente», contó.
Ricardo, o Richard para sus amigos, es un amante del archipiélago y vive el Día de Canarias con mucha intensidad. Para él, esta fiesta «significa concordia, ganas de vernos, de pasar un rato juntos y sentirnos muy orgullosos de vivir en esta tierra tan maravillosa. Siempre digo que las islas son un sitio único para vivir los que somos de aquí y también inolvidable para aquellos que llegar para pasar sus vacaciones. Por suerte, he tenido la posibilidad de viajar mucho por lugares muy diferentes y disfruto conociendo otras culturas, paisajes, gastronomías, formas de vivir y maneras de afrontar la vida. Pero lo que más me gusta es regresar a mi tierra después de esas experiencias y comprobar en primera persona que, como aquí, no se vive en ningún otro enclave del planeta», sostuvo sin dudarlo.
«Un plan único es coger mi moto, meterla en el barco y recorrerme una isla»
Ricardo insiste en que «Canarias es lo máximo, lo significa todo. Paz, tranquilidad, buenos amigos, ambientes sanos y diferentes. Es un territorio que te ofrece todo lo que necesitas. Mar, montaña, deporte, aventura, diversión y, en lo que se refiere a mi trabajo como Policía Nacional, tengo que decir que también es un destino muy seguro en el que puedes transitar de forma cómoda y sin preocuparte por otras cuestiones que no sean disfrutar de la experiencia».
Reconoce orgulloso que es un hombre inquieto, que ama viajar y conocer cada rincón de nuestras islas:«Para mí un plan único es coger mi moto, meterla en un barco y recorrerme la isla que sea. Las conozco todas, por supuesto que sí y cada una es especial. Sus parajes son diferentes, sus gentes, gastronomía y demás, pero a todas nos une el mismo sentimiento», manifestó este policía de 41 que vivirá de forma especial el próximo 30 de mayo, «el día de todos los canarios».
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Maestro Florido Humorista
«Para mí ser canario es, simplemente, respirar esta tierra»
Este teldense acumula más de dos décadas contando historias de siempre, de las islas, en clave de un humor respetuoso y socarrón
Cada 30 de mayo, el archipiélago canario celebra su identidad en una jornada que va más allá de lo institucional. Es una fecha que, más que marcarse en el calendario, se siente en la piel, en el oído y en el alma. El Día de Canarias se ha convertido en una expresión colectiva de pertenencia, de memoria y de celebración del ser isleño. Para Juan Domingo Florido, más conocido como Maestro Florido, esta conmemoración trasciende el folclore: es, sobre todo, una afirmación vital.
«El 30 de mayo es el día que conmemoramos nuestro sentimiento a esta tierra. Da lo mismo de dónde hayas venido», señala. Para Maestro Florido, la canariedad no es una cuestión de nacimiento, sino una vivencia compartida, una suma de afectos, costumbres y gestos cotidianos. «Ser canario es un sentimiento de haber parrandeado, de haber comido gofio, de haber jugado al boliche. Ser canario es simplemente respirar esta tierra».
Desde hace más de dos décadas, Maestro Florido ha hecho del humor un canal para transmitir esa identidad colectiva. A través de sus espectáculos, ha recorrido los pueblos, las medianías y las cumbres de las islas recogiendo historias mínimas, palabras en desuso, y anécdotas del pasado reciente que convierten su trabajo en un archivo oral popular en clave de risa.
«He intentado rescatar palabras y vivencias, para que queden reflejados en la sociedad actual»
«Siempre lo vivo con alguna que otra parrandita, algún que otro buchito de algo, pero sinceramente especial, especial no. Intento que el Día de Canarias dure todo el año», explica, en referencia a cómo experimenta personalmente la festividad. Su propuesta es clara: vivir la canariedad como parte estructural del día a día, no como un acontecimiento excepcional.
Maestro Florido ha sido, en muchos sentidos, un embajador del humor isleño. Pero más allá de los escenarios, ha sostenido una defensa activa de la memoria popular. Sus espectáculos no solo divierten: conservan. En un entorno globalizado donde las expresiones culturales locales tienden a diluirse, su humor actúa como refugio y espejo de una manera de vivir.
En sus viajes fuera de Canarias, especialmente a Galicia –tierra de su esposa– ha podido constatar que la risa tiene un lenguaje común. «Cuando llego a Galicia, pues he comprobado que al final la risa es la misma. Solo hay que intentar hacerle cosquillas en el punto exacto», afirma. En este cruce entre lo local y lo universal, Florido encuentra un punto de conexión que traspasa fronteras: «Nuestra canariedad tiene mucho que ver, en este caso, con Galicia, por la inmigración, por lo que nos une. Pero creo, creo que el canario al final es universal. Simplemente echarle nuestra forma de ser y nuestra generosidad también muchas veces».
El trabajo de Maestro Florido se convierte, así, en una forma de resistencia cultural. Una resistencia amable, cargada de humor, pero profundamente consciente de su valor. «Ese es lo que he intentado hacer en este camino, pues rescatar palabras, vivencias, golpes sucedidos para que al final queden reflejados en una sociedad actual que no tiene nada que ver con lo que yo cuento, pero a veces el futuro está en mirar para el pasado».
En un momento donde las nuevas generaciones construyen su identidad en la confluencia de lo digital y lo global, propuestas como la suya invitan a reconciliarse con lo propio, con lo cercano, con lo que nos forma desde el origen. En ese sentido, Maestro Florido no solo hace humor: hace historia, aunque sea desde una carcajada.
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Carlos Arocha Escalador
«Llevar esta bandera ha sido el empuje para realizar todas las cimas»
Es uno de los montañeros más destacados de las islas y ha llevado su bandera a las cumbres más importantes del planeta
Desde que le diagnosticaron la enfermedad de Crohn en 2017, la vida del escalador y alpinista grancanario Carlos Arocha cambió radicalmente. Una operación de urgencia lo obligó a dejar temporalmente las cumbres que antes formaban parte de su cotidianidad. Sin embargo, lejos de alejarlo de su pasión por la montaña, la enfermedad se convirtió en el motor de un proyecto de vida: Cimas de Crohn, una iniciativa para visibilizar y concienciar sobre esta dolencia inflamatoria crónica que afecta a más de 10 millones de personas en todo el mundo. «Puse en marcha el proyecto Cimas de Crohn para concienciar a la sociedad sobre los problemas de vivir con una enfermedad que afecta a más de 10 millones de personas en todo el mundo», afirma Arocha.
Su conexión con el territorio canario no es únicamente sentimental: es también geográfico, emocional y simbólico. Arocha ha llevado la bandera de Canarias a las cumbres más emblemáticas por donde ha pasado. «Por supuesto, llevando esta bandera a lo más alto, en lo más alto, en cada cima que he estado, llevar esta bandera, que es más que un trozo de tela, ha sido el empuje para poder realizar todas las cimas y todos los retos que me he propuesto».
Con motivo del Día de Canarias, Arocha reafirma ese vínculo con la tierra que lo vio nacer. «El Día de Canarias es un sentimiento que llevamos arraigado aquí, en el corazoncito, donde a cualquier parte que vamos, siempre vamos dando la nota por nuestro carácter, nuestra manera de ser, y que somos únicos a nivel mundial».
«Somos ocho puntitos ahí, en medio del Atlántico... la gente enseguida me dice: '¡Ay, las Canarias!'»
Este año, como ya es tradición personal, subirá al Roque Nublo, un punto emblemático para conmemorar lo que representa ser isleño: «Estar en la cima del emblemático gran mineral es, para un escalador como yo, conmemorar el orgullo de ser canarios».
Arocha no duda cuando debe explicar de dónde viene, especialmente ante quienes aún no ubican las islas en el mapa. «Yo se los explico fácilmente, somos ocho puntitos ahí, en medio del océano Atlántico... la gente enseguida se da cuenta y dice: '¡Ay, las Canarias! ¡Me suena, me suena!'». Su testimonio, entre la montaña y el hospital, entre la cima y la conciencia, transforma el relato del Día de Canarias en una vivencia activa, inclusiva y transformadora. Carlos Arocha no solo escala montañas: eleva la identidad de un pueblo con cada paso y, como no, visibilizando su proyecto Cimas de Crohn.
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Ana Ramos Hostelera
«Cada día me vengo a las cumbres de Gran Canaria, a lo más alto, nuestro paraíso»
Desde Ayacata, no solo atiende un restaurante: cultiva y encarna la identidad isleña con cada amanecer. Su vida transcurre entre paisajes que nunca la cansan
En el corazón de las cumbres de Gran Canaria, entre pinares y horizontes infinitos, Ana Ramos atiende cada día el Bar Restaurante Ayacata, un punto de encuentro para montañeros, turistas y locales. Su vínculo con la tierra es algo más que paisaje: es forma de vida, identidad y emoción profunda. En la antesala del Día de Canarias, su voz resuena como testimonio de quienes viven la canariedad desde lo cotidiano.
«Me siento muy orgullosa de ser canaria. Ser canario es lo mejor», afirma con rotundidad. Y aunque lo repite varias veces, cada vez lo dice con más fuerza que la anterior. Para Ana, que comparte testimonio con Egoray Báez, la identidad isleña se resume en una palabra que repite como mantra: sentimiento. «Es que lo es todo, ¿no? Sentimiento es todo. Ser canario es lo mejor, lo mejor del mundo».
Ana no se define solo como trabajadora de la restauración. Su vida está impregnada por la montaña y por la gente que la habita. «Siempre he sido canaria, muy canaria y presumo de ello. Desde que me levanto cada día, me vengo a las cumbres de Gran Canaria, a lo más alto que es nuestro paraíso. Y estoy trabajando aquí en Ayacata hasta por la noche, pero para mí no es solo trabajar, también es disfrutar de este aire, ambiente y paisajes. También, por supuesto, cada día como hostelera disfruto de la gente, tanto de la tierra como de aquellos turistas que nos visitan desde todos los puntos, no solo de España, sino del planeta».
«Trabajar en Ayacata es disfrutar cada día de este aire, ambiente y paisajes»
Ese disfrute no es superficial: está anclado en la convivencia, en la acogida y en el orgullo por los paisajes que rodean su día a día. «¿Y no te cansas de ver estos paisajes?, le pregunta Egoray Báez. Su respuesta es clara: «No, para nada me canso, y de ver la gente tampoco. Me agrada ver la gente canaria y de todos los lugares que nos visitan. Y encima fíjate en el entorno», comenta señalando a su alrededor, con macizos infinitos que se elevan hasta lo más alto de la isla.
Ana no solo trabaja en la cumbre; es parte de ella. Cada visitante que entra al restaurante es recibido con la calidez de quien abre su casa. Cuando llegan turistas, suele advertirles que, por mucho que lo intenten, es imposible abarcarlo todo. «Que no pueden ver la isla, porque no les da tiempo. Los paisajes tan bonitos que tenemos. Yo, que conozco muchos de sus rincones, me lamento porque aún me quedan otros tantos».
A través de su testimonio, el Día de Canarias se encarna en un relato sencillo y profundo a la vez. No necesita grandes discursos ni símbolos solemnes. Su voz —natural, espontánea, sin artificios— es reflejo de una identidad que se respira entre montañas, miradas, y el trabajo bien hecho.
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Vera Soddu Artesana
«Los canarios te abren los brazos tan grandes que te envuelven»
Llegó desde Cerdeña buscando salud y encontró su hogar. Tras 20 años, celebra nuestra fiesta convencida de que «se es de donde te forma el carácter»
Vera Soddu llegó a Canarias por necesidad, pero se quedó por convicción. Nacida en Cerdeña, una isla con cultura y clima insular, aterrizó en Tenerife en 2004 con una maleta, un diagnóstico médico y la intención de quedarse solo tres meses. Hoy, 20 años después, es madre de dos hijas canarias, artesana y ciudadana orgullosa de Las Palmas de Gran Canaria. El Día de Canarias lo vive como si fuera propio, porque en sus palabras, la canariedad la acoge, la transforma y la define: «Yo esto no lo cambiaría por nada. Tenía un trabajo súper consolidado en Cerdeña», relata. Pero una psoriasis agresiva cambió su rumbo vital. «En 2004 no mejoré, y los médicos me recomendaron buscar un lugar más cálido». Fue en una agencia de viajes donde alguien le dijo: «¿Y por qué no te vas a Canarias? Hace calor todo el año».
Vera encontró en Canarias algo más que sol y buen clima. Encontró comunidad. «A mí lo que me curó fue la gente. Me acogieron como una hija. Los canarios te abren los brazos tan grandes que te envuelven». Se quedó, construyó una familia, y cuando nacieron sus hijas, decidió que quería ser madre con plena dedicación. Dejó su puesto fijo, se formó en arte y emprendió como artesana de velas. «Desde que nacieron mis hijas me reinventé. Me sostengo en torno a mi familia, mi oficio y este entorno».
«Vine para pasar solo tres meses y curar mi psoriasis... y sigo aquí»
En 2014 se trasladó a Gran Canaria buscando una vida más cultural y tradicional para sus hijas. «El sur de Tenerife era ya 'guirilandia'. Ellas querían aprender a bailar canario, a practicar lucha canaria. Buscaba un lugar con identidad». Eligió Las Palmas de Gran Canaria porque «lo tiene todo: cultura, playa, escuelas, tradición. Nos mudamos a Pedro Hidalgo, a un colegio pequeñito, y ahí aprendieron todo. Ahora son canarionas. Hablan con acento de aquí, sienten que son de aquí». Una de sus hijas estudia en Granada, y no duda cuando le preguntan de dónde es: «Dice 'yo soy de Las Palmas de Gran Canaria'. Me dice: 'mamá, tú eres de donde formas tu carácter, donde tienes tu gente, donde respiras ese ambiente'».
Para Vera, el Día de Canarias es una fiesta real y sentida. «Siempre voy a la feria de artesanía. Decoro mi puesto con telas canarias, pompones, me visto con ropa tradicional. Mis hijas me roban la ropa para irse a las romerías con sus amigas», cuenta. «Esto es vivirlo».