Secciones
Servicios
Destacamos
Necesitas ser registrado para acceder a esta funcionalidad.
«No se aprecia el valor del agua hasta que se seca el pozo» reza un un proverbio inglés. Y el pozo se está secando en muchos lugares. Según la Agencia Europea del Medioambiente, siete de las diez cuencas con mayor estrés hídrico de toda la Unión Europea están en España. «Vivimos mirando al cielo y la planificación tiene que ser cada vez menos dependiente de la lluvia», advierte Jorge Olcina, catedrático y responsable del Laboratorio de Climatología de la Universidad de Alicante.
La palabra sequía es una palabra muy común en el lenguaje de la península ibérica. «Son intrínsecas a nuestro país», revela Núria Hernández-Mora, cofundadora de la Nueva Fundación Cultura del Agua. No es algo nuevo. En el historial de España se encuentran varios episodios: 1749-1753; 1944-1946; 1979-1983; 1991-1995; 2005-2007, 2017 y la actual. «Todas empiezan con lo que llamamos sequía meteorológica», señala. Esto significa que llueve menos de la media para un año normal y eso se ha convertido en una extraña normalidad. Para recordar el último año hidrológico húmedo hay que echar la vista atrás hasta septiembre de 2020. Desde entonces, España encadena tres años de sequía meteorológica. «Aunque algunas demarcaciones están en una situación de emergencia y encadenan 6 o 7 años», explica.
La verdad es que llueve y eso lo registran los pluviómetros de la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet). Sin embargo, «es una situación muy desigual», detalla Hernández-Mora. En las últimas semanas, la lluvia ha vuelto a muchos puntos de la península ibérica. «Nos estamos alimentando de muchas borrascas atlánticas», advierte Olcina. «Pero esas no llegan con agua a la zona mediterránea», apostilla. «El patrón de lluvias en esta zona ha cambiado. Pasan muchos días sin nada y luego llegan trombas que no ayudan, sino que dañan más».
A medida que se avanza hacia el este peninsular, el agua empieza a no caer del cielo.
Se tienen en cuenta todas las estaciones con al menos 360 días con valor registrado
La causa inicial de toda sequía es la escasez de precipitaciones. 2023 se plantó en primavera encadenando dorsales africanas, anticiclones y mucha estabilidad atmosférica. En algunas ciudades, por ejemplo, Roquetas de Mar en Almería no vieron caer una gota de agua hasta el 10 de abril. Otras cerraron el año con tan solo 60 días con precipitaciones, según los datos de la Agencia Estatal de Meteorología.
Se tienen en cuenta todas las estaciones con al menos 360 días con valor registrado y se ordenan de más a menos días sin lluvia
Sin lluvias hay insuficiencia de recursos hídricos para abastecer la demanda existente. En este estadio hablamos de sequía hidrológica, luego se suman la agrícola, que es el déficit de humedad en el suelo para satisfacer las necesidades de los cultivos, y la socioeconómica, que es la escasez de agua que afecta a las personas y a la actividad económica. «Tenemos que aprender a vivir con los recursos que tenemos», apunta Hernández-Mora. «Este año, de momento, es mejor, pero hay muchos lugares en una clara emergencia», recuerda la cofundadora de la Nueva Fundación Cultura del Agua.
A fecha de 18 de marzo, últimos datos disponibles a cierre de este artículo, los embalses españoles acumulan 32.406 hm3 de agua, el 57,83% de su capacidad total.
La España de las dos velocidades, la España húmeda y la seca se ven con claridad este 2024. Las cuencas internas de Cataluña apenas superan el 15% de su capacidad por unas pocas décimas. Las mediterráneas andaluzas están al 21,98%, la del Segura está al 20,61%, la de Guadalete-Barbate al 21,08% y la del Guadalquivir al 29,82%. «Cada vez hay menos aportación y la temperatura es más alta. Eso favorece la evapotranspiración», explica Hernández-Mora.
Desde 2013, el saldo de aportaciones a los embalses ha caído y la perspectiva a futuro no es positiva. Las estimaciones de recursos hídricos disponibles en las diferentes cuencas hidrográficas apuntan a una reducción entre un 3% y un 7% de aquí a 2040. Mientras que un estudio de WWF traslada una imagen de la Europa de 2050 donde el 17% de la población europea corre un alto riesgo de escasez hídrica. De hecho, siete de las diez zonas con más estrés hídrico en el Viejo Continente se sitúan en la península ibérica.
¿Y si el agua no cae del cielo? «Hemos aprendido de sequías anteriores», tranquiliza Hernández-Mora. «En la de los años 90 lo pasamos muy mal, pero sacamos lecciones como los planes especiales de sequía», recuerda. En esta época, los cortes de agua llegaron a grandes ciudades como Sevilla, Málaga o Cádiz. En estas capitales durante más de medio día, el agua no llegaba a los grifos. Pero no solo era un problema de esa conocida como España seca, la del sur, también en la húmeda, la del norte, los cortes alcanzaban las 10 horas en Bilbao o Vitoria.
«Esa sequía (la de los 90) duró cuatro años y ahora vamos en algunos por 7 años y las consecuencias no son tan duras», explica. Desde aquel momento se priorizó el agua para consumo humano y, sobre todo, anticiparse a las situaciones de escasez de recursos hídricos.
Así se explican las fases de emergencia que se están aplicando en Cataluña o en la provincia de Málaga. O la búsqueda de barcos para transportar agua a diferentes puertos españoles. Sin embargo, «hay que gestionar desde la normalidad y no lo estamos haciendo», advierte Jorge Olcina. «Tenemos un problema estructural y seguimos poniendo parches», añade.
El cambio climático está imponiendo su ley. En todo el siglo XX se dieron tres grandes periodos de sequía (1944 - 1946; 1979 - 1983; 1991 - 1995). Los mismos que en un cuarto del XXI. «Tenemos que aceptar esta realidad», señala Olcina. No obstante, los españoles son conscientes del peligro, pero difieren en las soluciones: 2 de cada 10 reconocen que no hay suficiente agua, pero solo 2 de cada 10 son partidarios de disminuir el consumo, según una encuesta del Observatorio Ciudadano de la Sequía.
Los ciudadanos tampoco saben quiénes gastan más, ya que solo un 31% de los encuestados cita la agricultura como el principal consumidor. «Poca gente sabe que el 80% del consumo es la agricultura», detalla Regina Lafuente Fernández, socióloga e investigadora en el IESA-CSIC, miembro del Observatorio Ciudadano de la Sequía y coautora de la encuesta. «Falta mucha información», señala.
Volúmenes actuales según los planes hidrológicos 2022-2027
«Hay que cambiar el chip», relata Olcina. «Si no hacemos los deberes ahora sufriremos en el futuro y eso pasa por cambiar el esquema nacional de agua». El futuro, en opinión del catedrático y responsable del Laboratorio de Climatología de la Universidad de Alicante, pasa por apostar por la reutilización de aguas y por mirar al Mediterráneo.
La reutilización ya es una herramienta más en la planificación hídrica del país y los más de 400 hectómetros cúbicos al año de agua residual tratada se usan para el riego agrícola, el riego de parques y jardines o el baldeo de calles, entre otros. «Pero esto es solo el 10% del total, podemos mejorar más», apostilla.
El proceso de regeneración del agua, empieza con el pretratamiento, durante el cual se aplican diferentes tratamientos al agua con el objetivo de eliminar los sólidos que transporta. Una vez finalizado el proceso fisicoquímico del pretratamiento, el agua pasa por una fase de filtración donde se retienen los sólidos que por su medida o tamaño que no se han eliminado anteriormente. Por último, el agua se desinfecta y ya está a punto para ser reutilizada. «Si hacemos más esto, quitamos presión sobre los recursos actuales y más en tiempos de sequía», señala.
La otra solución es aumentar la producción de agua desalinizada. En la actualidad, España produce 3 millones de m3/día de la que más del 80% de dicha capacidad se produce en solo 50 plantas distribuidas por el arco mediterráneo y las Islas Canarias donde representa el 15 % de la producción total mientras en Valencia y Andalucía es del 25% y en Murcia del 20%. «Se que tiene un coste energético y ambiental», comenta Olcina. «Pero las lluvias cada vez son más irregulares y no hay más solución».
*Metodología: Los datos de los gráficos sobre precipitaciones proceden de la base de datos abierta de la Agencia Estatal de Meteorología. Se considera día sin lluvia aquel en el que existe un valor de 0 precipitaciones o IP (precipitación inapreciable). Solo se tienen en cuenta aquellas estaciones en las que hay al menos 360 días con referencia válida. En cuanto a la precipitación media nacional de los diferentes años hidrológicos, son datos proporcionados por la AEMET y que se comparan con el valor normal en el periodo de referencia 1991-2020.
Publicidad
José A. González y Álex Sánchez
Laura Velasco | Granada y Álex Sánchez
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para registrados
¿Ya eres registrado?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.