«En unas horas plácidas, banales, de un domingo radiante, Francia, la Francia que creíamos inmortal, se había hundido, quizás para siempre, entre la indiferencia absoluta de una gran ciudad alegre y confiada, y el discurrir perezoso de una muchedumbre endomingada». Manuel Chaves Nogales escribió La agonía de Francia para dejar constancia de los mecanismos que llevaron al país considerado el faro de la democracia a sucumbir ante el nazismo.
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Abril pregona la lectura como herramienta cultural, refuerzo de la inteligencia, tratamiento preventivo frente a los males del mundo. Este año la exaltación del libro coincide con la última tentación de Francia. La primera ronda de las elecciones presidenciales galas devuelve la memoria de escenarios ya descritos en la obra del perseguido periodista sevillano.
Testigo directo de las miserias de los años 30 en España y en Europa, Chaves Nogales pudo publicar su crónica del desastre en Montevideo en 1941, mientras huía de la persecución alemana. Tuvieron que pasar 70 años hasta que la obra fue difundida en España, hace apenas cinco años. El silencio durante tanto tiempo no fue casual. Ningún olvido es inocente, pero en este caso fue un intento más de rematar cualquier memoria crítica del totalitarismo. No era sólo el libro el que molestaba; era su autor, un irredento y lúcido observador del tiempo que le tocó vivir, el que debía ser destruido.
«La indiferencia inhumana de las masas» es una de las conexiones entre aquel derrumbamiento colectivo y el actual estado de las cosas. El aumento de los partidarios del fascismo que reflejan las urnas en distintos países se contempla hoy con la misma frivolidad. Basta un racimo de bombas en Siria para rescatar la imagen del crecido soldado Trump. En Francia como en España, la corrupción es un asunto particular, sin ninguna responsabilidad corporativa. Y no basta con leer para evitar la derrota.
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