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Nacionalismo, tareas múltiples

Jueves, 16 de julio 2020, 11:37

Plantea Edmundo Ventura en el semanario crítico Tamaimos una interesante reflexión sobre el presente y el futuro del espacio nacionalista de las islas, bajo el título Tres tareas para el nacionalismo canario (http://www.tamaimos.com/2019/06/26/tres-tareas-para-el-nacionalismo-canario/). Tareas que son, a su juicio imprescindibles, «si quiere ser un proyecto mínimamente seductor y útil para la sociedad canaria que se apresta a finalizar el primer cuarto del siglo XXI».

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Llevo tiempo compartiendo, contrastando y, a veces, discrepando, con Ventura sobre algunas de nuestras preocupaciones comunes sobre el nacionalismo canario. Y considero que el momento actual puede resultar propicio para ahondar en esta materia de la manera más abierta posible.

Se lo señalé telegráficamente en Twitter el pasado miércoles: «Debate imprescindible. Interesantes varias cosas que apuntas. Muchos los planos de actuación. Situación de gran debilidad (no solo institucional) del nacionalismo hasta ahora gobernante. Necesarios espacios para el diálogo y la búsqueda de confianza. Sin prisas, pero sin pausas...». Añadiéndole que, sin la actual crisis y pérdida de cuotas importantes de poder, las posibilidades de debate serían, estoy seguro, mucho menores. Creo que este es imprescindible al margen de las circunstancias actuales, pero estas pueden facilitarlo.

Destaca Ventura que, en primer lugar, el nacionalismo «debe gobernar con visión de país, esto es, con la mente puesta en nuestra población en el sentido más amplio, sin alinearse con grupos de intereses o sectores minoritarios que apoyan su bienestar en el malestar de la mayoría».

Esto no ha sucedido, en modo alguno, en el período reciente. Me refiero a la Coalición Canaria, que ha gobernado nuestra nacionalidad en la legislatura pasada, con Fernando Clavijo al frente de su Gobierno. Un Ejecutivo con importante presencia empresarial -en dos departamentos, Economía, Industria, Comercio y Conocimiento y Sanidad- y que tenía una alta sintonía con las confederaciones empresariales de las islas. Incluso militantes del PP de estas no ocultaron su apoyo a Clavijo en la pasada campaña electoral del 26M.

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correa de transmisión. No significa ello que el nacionalismo tenga que colocarse en el otro extremo y ser correa de transmisión sindical o que se convierta en enemigo número 1 del sector empresarial de las Islas. Por principios -el nacionalismo es, esencialmente, transversal- debe estar atento a todas las realidades y tejer alianzas con todos los sectores desde la absoluta independencia en la acción gubernamental, en su caso, y desde una visión, a mi juicio, profundamente social.

Una visión que puede apreciarse, por ejemplo, en el nacionalismo vasco moderado que representa el PNV. En el País Vasco se puso en marcha la Renta de Garantía de Ingresos (RGI) sin que hubiese la oposición que estos días ya han mostrado hacia la Renta Canaria de Ciudadanía (que forma parte del renovado Estatuto) representantes empresariales de las Islas, con ADN mucho más conservador, y que, pese a sus buenas relaciones del último período con CC, por su derechización, se sientan muy atraídos y más cercanos por las formulaciones más a la derecha en lo social y más centralistas en lo nacional.

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Una Renta Canaria de Ciudadanía que tiene mucho sentido en una Comunidad con el 30% de la población en situación de pobreza, según Caritas, y en la que datos recientes del ISTAC señalan que el 35% de los hogares depende de las pensiones o de las prestaciones por desempleo. Coincido con Ventura, por tanto, cuando señala que también el empresariado canario debe estar interesado «en que el bienestar sea mayoritario, que haya buenos servicios sociales, buena educación y sanidad públicas, convenios justos, niveles de sostenibilidad altos, una sociedad de plena igualdad entre mujeres y hombres, etc.»

Reivindico, como Ventura, una visión progresista -de equidad, de defensa de los servicios públicos, medioambientalista y feminista- que ayude a superar los graves lastres que arrastra la sociedad canaria, profundamente desigual y con un elevado retraso en relación con el conjunto del Estado en nivel económico, empleo, funcionamiento de los servicios públicos o formación de su gente. Su nacionalismo, todo, no solo el de izquierdas, debe estar a la cabeza de esas exigencias transformadoras.

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firmeza. La segunda tarea es, según Edmundo Ventura, una mayor firmeza «en la defensa de los intereses canarios fuera de nuestras fronteras». Aseverando que «en los momentos en los que el nacionalismo ha tenido más pegada han sido episodios puntuales, muchas veces marcados por la coyuntura, pero no como una seña de identidad irrenunciable del proyecto político». Considero que ha habido firmeza en distintos episodios recientes: desde el rechazo a las prospecciones petrolíferas a algunas polémicas decisiones de ministros socialistas; así como una inteligente negociación de los PGE 2017 y 2018.

Pero es cierta nuestra debilidad, la de Canarias, frente a otras comunidades con más peso económico y demográfico, así como el creciente decaimiento del nacionalismo canario; no ya solo cuantitativo, en representatividad en el Congreso y en el Senado, sino también a consecuencia de su tendencia a escorarse hacia las propuestas más conservadoras en lo económico y en lo social, así como la pérdida de perfiles nacionalistas y un discurso próximo, en lo nacional, al que mantienen PP o UPN.

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Y, en tercer lugar, Ventura plantea que el nacionalismo canario «debe ser auténticamente nacionalista y entregarse con entusiasmo y decisión a la tarea de la construcción nacional». Con referencia a estructuras culturales y comunicativas propias, a la defensa sin tapujos ni ambigüedades de nuestra variedad dialectal o a la puesta en marcha de «un programa de contenidos canarios con una ficha financiera digna de tal nombre, que abarque todos los niveles educativos y que ponga por fin, después de casi cuarenta años de autonomía, las bases de la Escuela Canaria que necesitamos de manera inaplazable».

Asuntos en, los que me temo, hemos fracasado de forma rotunda, pese al dominio nacionalista, casi tres décadas, en el Gobierno canario. En los que la cultura ha sido vista de forma reduccionista y, a veces, caricaturesca.

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Todo ello, y seguro que Edmundo Ventura coincidirá en el planteamiento, sin necesidad de emular a otros nacionalismos continentales, diferentes en su historia y conformación, que con mayor o menor acierto responden a las necesidades de sus territorios y pueblos. Las de aquí son otras y ello exige creativas respuestas y formulaciones propias. Desde, por y para Canarias. Sin complejos ni chovinismos.

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