Las formaciones nacionalistas reciben los mayores apoyos ciudadanos en las elecciones locales y autonómicas. En Canarias y en otras comunidades. Aunque es más volátil el voto de estas organizaciones en las Islas. En los comicios generales o en las convocatorias para el Parlamento europeo (salvo la excepción del año 1999, donde CC ganó las europeas en el Archipiélago) la situación cambia sustancialmente: una parte de sus votos nutre a las formaciones de carácter estatal. Se podría también leer al revés: los partidos estatales pierden apoyos en el ámbito local a favor de las formaciones nacionalistas.
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Esto se viene repitiendo en Canarias en los últimos procesos electorales, con una reducida representación nacionalista en las Cortes, muy alejada de los cuatro escaños en el Congreso de los años 1993, 1996 y 2000. Pero en uno y otro caso con cuatro o con dos han sido determinantes para conseguir elementos tan importantes como la participación del Estado en el plan de carreteras de las Islas, logrado por CC en los noventa, o el 75% de descuento en los billetes aéreos y marítimos, conseguido por NC en los PGE de 2017 (viajes interinsulares) y de 2018 (Canarias con el resto de las comunidades autónomas), además del cien por cien en el caso del transporte de mercancías.
Sin olvidar otros asuntos muy relevantes conseguidos por los nacionalistas canarios, como los planes de empleo e infraestructuras educativas, en los noventa, o, más recientemente, la separación de los recursos del REF de los de la financiación autonómica.
Los mejores resultados del nacionalismo canario en unas generales se dieron en el año 2000, en el que CC obtuvo casi el 30% de las papeletas y cuatro escaños. Las mismas actas parlamentarias que en el año 1993 (25,39%) y 1996 (24,99%). En el 2004 pasó al 24,19% y tres escaños (dos por Santa Cruz de Tenerife y uno por Las Palmas).
Tras la ruptura del nacionalismo y la creación de Nueva Canarias, en el 2008 CC consigue el 29,16% en la circunscripción de Santa Cruz de Tenerife y retiene sus dos escaños anteriores. En Las Palmas logra 31.103 y no obtiene representación. Tampoco la logra Nueva Canarias (con CCN) que por primera vez acudía a estos comicios, se queda en el 7,51% y unas 38.000 papeletas, cuando el escaño costaba en aquella ocasión algo más de 50.000.
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En ese momento, las dos formaciones pierden muchos apoyos en las generales respecto a su resultado en las autonómicas de 2007 (225.878 de CC y 50.749 de NC).
Dos actas en 2011. En las generales de diciembre de 2011 suman esfuerzos, al acudir a las urnas como CC-NC-PNC. En las islas occidentales rozan el 20% de los votos y un escaño para Ani Oramas. En las orientales el 11,3% y también un diputado, Pedro Quevedo. Con un total de 153.550 votos, lejos de 305.096 que ambas formaciones habían conseguido en las autonómicas de mayo.
En el 2015 y 2016, Nueva Canarias va en coalición con el PSOE y renueva su acta en las orientales para el que luego sería un diputado clave en el Congreso, Pedro Quevedo, el diputado 176, lo que le permitiría arrancar importantes compromisos al Gobierno central en las cuentas públicas de 2017 y de 2018. Mientras que CC saca en Las Palmas un 4,22% en 2015 y un 3,58% en 2016, sin posibilidad alguna de obtener representación.
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Sí lo hace en las dos ocasiones en Santa Cruz de Tenerife con el 12,58% (2015) y el 12,64% (2016). Oramas también desarrolló un importante papel en un Congreso fragmentado y en el que era muy complicado establecer mayorías.
No es sencillo que diputados de grupos minoritarios se hagan notar en las Cámaras, pero su actividad suele contrastar con el silencio de otros y otras. ¿Cuántos nombres recuerdan del resto de los quince diputados y diputadas que han representado a Canarias en la legislatura? ¿Y de senadores o senadoras?
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La evolución ha ido a la baja. Del 29,37% de 2000 al 15,20% de 2011. Los datos de 2015 y 2016 están condicionados por la presentación de NC con el PSOE, pero aún así muestran la creciente debilidad de ese espacio.
Para renovar acta, CC debe situarse en Santa Cruz de Tenerife en torno al 11%, es decir, puede resistir perdiendo 1,5 puntos porcentuales con relación a la pasada cita electoral; en Santa Cruz de Tenerife todo apunta a este posible reparto: PSOE (2-3), PP (1-2), Ciudadanos (1), Podemos (1) y CC (1). Sin que CC tenga la menor posibilidad en la provincia oriental.
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En el caso de NC (que no concurre en las occidentales), y comparando con las autonómicas de 2015, necesitaría retener al 65% de su electorado de entonces en Las Palmas, en la que sumó 78.139 votantes. Caídas por encima del 40% de sus votos de las autonómicas le dejaría en los 46.800, zona de riesgo para la obtención de un acta que considero estará en torno a los 45.000-48.000 y con esta distribución en las orientales: PSOE (2-3), PP (1-2), Ciudadanos (1), Podemos (1), NC (1) y Vox (0-1).
Discrepancias. En una reflexión de hace algo más de un año en este periódico señalaba que para muchos resulta casi inconcebible el entendimiento de partidos «que mantienen importantes discrepancias en Canarias –sobre asuntos tan relevantes como la ley del suelo, la tasa turística, la fiscalidad, los servicios públicos o la reforma del modelo electoral», pero que pese a ello consideraba esencial la colaboración de CC y NC en los ámbitos estatal y europeo.
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Poco o nada ha cambiado desde entonces y la confrontación en las generales no creo que atisbe una postrera mejor colaboración. Aspirar hoy a una competencia virtuosa, como plantea Errejón en el caso de las izquierdas, o como con la mejor de las voluntades ha expresado Paulino Rivero con sus propuestas de no agresión, es utópico, casi quimérico. Pero el futuro no está escrito. Y, en Canarias, el nacionalismo, con sus diversas formulaciones, seguirá siendo, en mi opinión, clave para su presente y futuro.
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