Urgente Luis García: «A nosotros no nos engaña la posición del Mirandés»

Bicis, peatones y fósiles varios

Jueves, 16 de julio 2020, 11:33

«El Papa insta a acabar con urgencia con la dependencia de combustibles fósiles. Pepa, Nardi y Beatriz, en pecado mortal». Escribí hace unos días este tuit en tono irónico-festivo para retratar una realidad que lo es mucho menos. La de un mundo con insoportables niveles de contaminación, con escaso peso de las energías limpias, con predominio del transporte privado. Un panorama completamente irracional e insostenible y que nos lleva inexorablemente a la autodestrucción.

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Cierto es que Francisco frecuentemente adelanta por la izquierda a las derechas varias en muy distintos temas. Como es el caso de los fenómenos migratorios, más sensible y humano el papa que los Casado, Salvini y compañía, para los que hay seres humanos de primera, segunda y hasta de cuarta división.

Y parece que, respecto a las energías renovables y el apocalíptico Cambio Climático, el papa también es más lúcido que quienes irresponsablemente minimizan o niegan los enormes riesgos que tiene el Planeta (¡ay, el primo de Rajoy, Trump o Bolsonaro!) y pide modificar la actuación de los estados para tratar de evitar una catástrofe irreversible. «Están aquí para reflexionar sobre cómo remediar esta profunda crisis causada por una confusión de nuestras cuentas morales con nuestras cuentas financieras. Están aquí para ayudar a cerrar una crisis que está conduciendo al mundo hacia el desastre», señaló en un reciente evento científico.

En la larga noche electoral del domingo 26 de mayo, mientras el escrutinio avanzaba muy lentamente, también tuiteé lo siguiente: «Lo mejor de la jornada: las que miden los carriles bicis en Las Palmas de Gran Canaria y hacen una campaña demagógica, personalista y disparatada, se estallan como una pita en las urnas. Ella y sus brillantes asesores».

Sabido es que una de las obsesiones de la reciente campaña fue cargar agresivamente contra los carriles bicis, en lo que participaron también algunos periodistas de medios privados y públicos (estos debieran ser más prudentes) que vieron una oportunidad para atacar al gobierno municipal de Las Palmas de Gran Canaria y a NC, grupo responsable del área de movilidad. Llegando incluso a la indecencia, sí, indecencia, de intentar aprovechar electoralmente un atropello de un ciclista. Para ser justos tengo que decir que no fue una exclusiva de las derechas, también algunos progres se sumaron a la batalla.

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manifestación. Un proceso, con raquítica y patética manifestación incluida a muy pocas horas de la cita con las urnas. Una movilización cuasi jurásica respecto a los modelos de movilidad urbana en la que participaron entusiastas las candidatas de las tres fuerzas conservadoras y que juntó a antibicis con el club de enemigos de la metroguagua, resistentes pese a sus continuas derrotas en los tribunales en sus intenciones de cargarse el proyecto. ¡Vivan las caenas!, pero no las de las bicicletas, claro.

Antes tuvimos que sufrir con asombro a la esperpéntica actuación de una de ellas, midiendo a taconazo limpio las dimensiones de uno de los carriles bicis de la ciudad. Responsabilidad en primer lugar suya, en segundo de quienes le aprecian y le aconsejaron/permitieron semejante charlotada, con perdón de Chaplin que no merece la comparación. Mientras otra anunciaba que, de llegar a la alcaldía, pintaría de negro los actuales y rojos carriles para bicicletas. Del ruido, mucho ruido de Sabina al humo, mucho humo de las candidatas, no sé si por convicción o por formar parte del todo vale que tanto daño hace a la política.

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El problema en las ciudades no son las bicicletas ni los carriles bici, sino los coches que contaminan y afectan a nuestra salud, que ocupan espacios que deben ser para los ciudadanos y ciudadanas, que ocasionan accidentes. Hace falta más transporte público, más bicis, más calles peatonales, si queremos vivir un poco mejor.

Siempre que quedo en Donosti para hablar un rato con el socialista Odón Elorza, ex alcalde de San Sebastián y actualmente diputado en el Congreso, llega a la cita en bicicleta. Es responsable de haber ampliado notablemente los carriles bicis y las calles peatonales en su ciudad. De entrada, lo machacaron sin piedad por todos lados: iba a hundir a los comerciantes, la ciudad sería un caos ingobernable en su movilidad... Hoy, Donosti es una urbe mejor, más respirable y más amable.

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«Hemos convertido tramos de vías muertas en carriles bici, transformado túneles, arreglado pistas, construido ascensores, pasarelas y rampas mecánicas para salvar desniveles... Y hemos peleado mucho contra la derecha para darle a la bicicleta el espacio que necesita. Todo, bajo una premisa: la bicicleta siempre ha de quitar sitio al coche, nunca al peatón. Los coches ocupan demasiado espacio en nuestras ciudades» afirma Elorza en una entrevista en Ciclosfera.

Y asegura, asimismo, que «hay que apreciar las virtudes de desplazarse en bicicleta, estar en contacto con la primavera, oler los árboles, cambiar el concepto de tiempo... Usar la bicicleta haría a la gente mucho más feliz y mucho más libre».

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futuro. El futuro, si tenemos futuro, pasa por ciudades con menos coches y más espacios para las bicis y los peatones. Urbes más respirables y más seguras. Con más y mejor transporte público -tren, tranvía, guaguas, metroguagua...- y que este sea barato -algunos expertos reflexionan incluso sobre las posibilidades de su gratuidad-, cómodo, eficiente y que responda fielmente a las necesidades de movilidad del conjunto de la ciudadanía.

«Cuando los coches empezaron a invadir nuestras vidas, empezamos a construir ciudades en contra de la gente. Calles de seis vías, avenidas sin sombras, sin árboles. Y, sin embargo, se ha demostrado que el tráfico es como el agua, va donde puede. Y cuando no puede ir a alguna parte, se detiene». Son palabras del padre del urbanismo humanista, Jan Gehl, en una entrevista reciente en el periódico El País. Y que dibujan claramente la distopia en que estamos metidos y de la que nos costará mucho salir.

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Deconstruir esa distopia, para dar paso a un modelo bien diferente centrado en el bienestar de las personas, no resultará, lo sé, nada fácil. Existe una auténtica cultura del uso/abuso del coche, profundamente interiorizada por amplios sectores sociales. Así como notables intereses económicos en juego. Pero en este asunto no nos encontramos ante un capricho o ante un debate sobre una opción ideológica. Se trata solo, y claramente, de pura supervivencia.

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