Un modelo que no venga cojo
Si los recortes presupuestarios que se atisban en el presupuesto para cultura, que el viernes presentará en el Parlamento de Canarias el Gobierno de Canarias (en torno a un 65% menos con respecto al año que finaliza) se llevan a cabo, fallecerá el modelo actual. El modelo, ha leído bien, no la cultura. La segunda, peligra, siempre y cuando el nuevo modelo que se instaure venga mal parido (perdón por la metáfora) y los responsables institucionales, los artistas, y los promotores y agentes culturales privados no sean capaces de adaptarse a las nuevas circunstancias. ¿En qué consiste el modelo actual que está a punto de fallecer, si se cumple lo que se ha avanzado? Se trata de un sistema en el que casi la totalidad de la industria cultural se sustenta en las arcas públicas. ¿O de dónde cree, estimado lector, por aportar un ejemplo muy significativo, que sale el dinero que hace posible los conciertos gratuitos de pop y rock que tanto han proliferado últimamente, gracias a la Viceconsejería de Cultura? De los impuestos de todos los ciudadanos de las Islas.
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Esta situación es de dominio público, pero a tenor de la movilización generada en la industria cultural desde el fin de semana, parece que se pueden contar con los dedos de una mano los profesionales culturales que no sacan sus proyectos e ideas adelante sin que papá institución se rasgue el bolsillo. No es reprochable. El problema es que papaíto ya no tiene el mismo poder adquisitivo y se ha percatado (tarde, la verdad) de que hay prioridades (asuntos sociales, sanidad, educación) que necesitan más recursos.
Hay que estar muy ciego para no ser consciente de que salga o no adelante el recorte que, presuntamente, se avecina, el modelo es insostenible en estos tiempos de crisis. Bueno... más bien injusto. El dinero público debe estar para otra cosa. También para la cultura, pero para otra cultura. Y ahí entra el nuevo modelo.
Sólo se puede entender el apoyo a la cultura, en estos tiempos de recortes y problemas económicos, cuando éste se destine a la formación de futuros creadores y artistas, así como a la mejora y al desarrollo profesionalizado de unos circuitos insulares y regionales para todas las disciplinas artísticas. Para las empresas del sector, nada mejor que poner a su disposición nuevas infraestructuras a coste cero y cuyo mantenimiento corra a cargo de la administración. No abandonamos la música para los ejemplos. En vez de subvencionar festivales y conciertos de productoras privadas, ¿qué tal ponerles a su disposición, en cada una de las capitales, unos parques de la música relucientes, en el que a coste cero puedan llevar a cabo sus ideas?
Y la guinda del nuevo modelo, para que no vea la luz deformado e incompleto. La puesta en marcha de una ley de mecenazgo eficaz, que consiga atraer capital privado para la cultura. Nada nuevo. El modelo americano. Insignificantes son las empresas que no están ahogadas y si se les menciona que patrocinen un evento o idea cultural, no tardarán ni dos segundos en colgar el teléfono. Pero, por muy asfixiadas que estén, Hacienda no les perdona ni lo va a hacer ¿Qué tal si se les ofrece la posibilidad de disfrutar de unas excepciones fiscales importantes, si invierten en cultura? Beneficios que tendrían como complemento, seguro, nuevos clientes y una repercusión social y mediática que, en la actualidad, ni pueden soñar.
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Entiendo y respeto que muchos vean ridículo el modelo por el que abogo. Pero deben tener muy en cuenta una cuestión. El sistema actual lleva a la quiebra. Se materializará en 2012 o en un par de años, pero es tan insostenible como injusto.
Como despedida, me voy a tomar la licencia de abordar las movilizaciones puestas en marcha desde el fin de semana. ¿Qué está pasando realmente? La pregunta nace de la presencia del viceconsejero de Cultura del propio Gobierno de Canarias, Alberto Delgado, en las reuniones con los agentes culturales que reclaman una marcha atrás de los recortes. ¿Acaso la protesta, ante la medida del Ejecutivo Regional, parte de su propia casa y se trata de un motín? El martes, varios profesionales de la cultura no salían de su asombro al ver cómo se les convocaba, desde teléfonos corporativos de la Viceconsejería, para reunirse en la sede grancanaria de la misma, con el fin de tomar medidas contra el proyecto del Ejecutivo que preside Paulino Rivero.
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Una segunda opción es que, de la noche a la mañana, Alberto Delgado sea un defensor tan acérrimo de la cultura que sea capaz de enfrentarse a su superior (la consejera y el presidente). Esta hipótesis, permítanme que la descarte. No es un mártir. En todo caso, es posible que vea peligrar sus propios intereses en el sector y le haya entrado pánico (financiero). Pero repito, no es más que una hipótesis.
La tercera y última. Es todo una estrategia gubernamental, un paripé, ya que está todo planificado. El viernes, los presupuestos reflejarán un recorte importante en cultura, pero no tan grande como el que se ha filtrado. Del 65% del que se habla, se pasa al 30 o al 40%. Se vende que se ha escuchado al sector, que se ha estudiado su propuesta y, de paso, los rebeldes quedan como unos héroes. Todos contentos, el viceconsejero sería un dios, el nuevo Che de la cultura en las Islas... y con las elecciones a la vuelta de la esquina. Esta hipótesis es la más sencilla. Cuando se presenten los presupuestos, se comprobará si no es más que ficción.
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Una sugerencia como despedida. Qué tal si los integrantes de los gabinetes de crisis del sector cultural hace público hoy cuánto ha facturado cada uno, pongamos que en el último lustro, con el Gobierno de Canarias. ¿No piden transparencia? Acabarían con muchas suspicacias. O no.
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