Un debate previsible
"El problema del PP de Canarias es saber timonear la situación. La ambigüedad se puede mantener un tiempo, pero a medio plazo provoca hastío y desconfianza"
Nunca antes un gobierno en Canarias se había enfrentado a un Debate sobre el estado de la nacionalidad en solitario, con la exigua representación de 18 diputados y tres apoyos de Casimiro Curbelo. Tal debilidad podría entenderse como un adelanto del resultado final del debate, pero no se escribe en política de manera uniforme. En el último debate parlamentario, a cuenta de una petición de comparecencia de la oposición para que el Gobierno explicase la ruptura del pacto con el PSC-PSOE, Fernando Clavijo logró, en el último minuto, el apoyo del PP, bien por acuerdo previo o por habilidad del presidente que tomó por la palabra a María Australia Navarro y asumió un listado de compromisos, de los que, por cierto, a día de hoy sabemos poco. En estos días algunos medios han adelantado la existencia de un acuerdo previo al debate entre PP y CC por el que el Gobierno invertirá algo más de cien millones de euros en disminuir las listas de espera en sanidad, lo que es indicativo de por dónde irán las cosas. Desde aquel debate de mediados de enero hasta hoy nada ha cambiado y es previsible que el PP siga en su ambigüedad calculada, es decir, dando mucha estopa a Clavijo pero tendiéndole la mano en el último minuto para darle oxigeno. La postura de Asier Antona es, por lo pronto, bastante cómoda. Sabe que de él dependen todas las decisiones trascendentales para la política en Canarias, solo matizadas por las necesidades de Rajoy en Madrid, que, en este momento, no son otras que lograr una mayoría para aprobar los Presupuestos. En esta coyuntura el voto de CC es clave, como lo es el de Nueva Canarias mientras el PSOE siga negándose a dar cobertura a las cuentas estatales. El problema del PP de Canarias es saber timonear la situación. La ambigüedad se puede mantener un tiempo, pero a medio plazo provoca hastío y desconfianza. En esto de la política los extremos del ring son importantes, y los ciudadanos piden bronca o compromisos concretos, y si no que le pregunten a Ciudadanos que han tenido que volver a la pelea con sus socios para no morir de indiferencia. Los hechos hacen previsible al PP, salvo que haya cambiado de estrategia, que lo dudo, sobre todo después de la reunión de este lunes entre Fernando Clavijo y Soraya Sáenz de Santamaría en la que la cordialidad y el entendimiento, como no podía ser menos, amenizaron la jornada. Los hechos son los que son, esto es, necesidades mutuas, además del sentido de la lealtad que el PP tiene con CC, uno de sus socios más cercanos a lo largo de años y que sigue ofreciéndose en Madrid para lo que haga falta. La lealtad se premia, salvo que pierdas mucho poder y te quedes en la cuneta, que es el riesgo que corre en estos momentos CC al borde o en el límite de su caída electoral. En estas circunstancias es previsible que el presidente del Gobierno se agarre como un clavo ardiendo a cualquier acuerdo que le proponga el PP. Más allá de otras consideraciones, el único objetivo de CC en este debate es evitar que se evidencie la soledad y escenificar que los populares están apoyando desde fuera y dispuestos a hacerlo, en el futuro, desde dentro. Sin duda quien le dará altura política a este debate será Román Rodríguez, pero la otra protagonista será Patricia Hernández. Crecida en la oposición y por propia necesidad de consolidarse ante los suyos, hará cara a Clavijo, posiblemente sin olvidar que ella estuvo en el Gobierno que el Parlamento evalúa. Un hecho que le resta argumentos pero que no bajará el nivel de tensión y crispación, centrado en las últimas polémicas a cuenta de Sanidad y que ha trascendido a lo personal. En este contexto no me extraña que Clavijo tenga reservada alguna otra perla a Patricia Hernández que eclipse el debate y proporcione los titulares del día siguiente y el tema de debate en las tertulias de radio. De hecho, el pasado jueves, en la cuenta oficial de Coalición Canaria en Twitter, el partido nacionalista le lanzaban a la presidenta del grupo parlamentario socialista una advertencia: «No solo no nos escondemos, ni abandonamos como otros, sino que estamos auditando ‘sus cuentas’. Al tiempo» .
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