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Emociones e inteligencia

Jueves, 16 de julio 2020, 23:21

El triunfalismo es inherente al discurso del que está en el poder. Sea el que sea. Y cuando vienen mal dadas siempre habrá un enemigo exterior con el que rasgarse las vestiduras y justificar los contratiempos. En uno y otro caso de lo que se trata es de suscitar emociones antes que inteligencia.

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Pero guste o no, ante esta apuesta sencilla, benditos los críticos que se salen del discurso único y aportan visiones que atemperan en unos casos el éxtasis y en otros la desazón.

Como decía Oscar Wilde en su obra El alma del hombre bajo el socialismo, recordada por Slavoj Zizek en su último ensayo, La nueva lucha de clases. Los refugiados y el terror, es verdad que estamos rodeados de una horrenda pobreza, de una atroz fealdad y de una repulsiva miseria. Es inevitable, por tanto, que nos dejemos conmover por todo eso y no es de extrañar que los hombres, con unas intenciones admirables pero erróneas, se dediquen muy seriamente, y también muy sentimentalmente, a la tarea de remediar los males que ven a su alrededor. Pero sus remedios no curan, como se comprueba, la enfermedad: lo único que hacen es prolongarla.

Esta semana hemos sabido que cuatro de cada diez familias canarias tienen muchas dificultades para llegar a fin de mes, una cifra que se ha duplicado respecto al año anterior y que sitúa a los hogares isleños a la cabeza del ranking nacional; también hemos conocido que la tasa de la población en riesgo de pobreza ha subido un punto más que el año anterior y que somos los que tenemos los ingresos por persona más bajos.

Esta misma semana igualmente nos hemos extasiado con la presencia de Brad Pitt, fundamentalmente, y Marion Cotillard, en el rodaje, en dos islas nuestras, de la superproducción Allied, hasta el punto que desde la oficialidad se ha calificado este hecho como «impagable» carta de presentación para captar nuevas producciones en Cannes. Ha sido «un argumento de venta muy potente», han dicho, para promocionar esta tierra como plató natural, sobre todo porque oferta unos «incentivos fiscales altamente competitivos».

No seré yo quien critique el esfuerzo por generar una nueva fuente de riqueza, ni mucho menos este intento por diversificar nuestra economía; pero tampoco desatenderé a esos otros, como Yeray Rodríguez, verseador sin igual, ilustre lingüista y profesor de Literatura Canaria de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, que esta misma semana también, advirtió en el Parlamento de Canarias sobre lo paradójico que resulta que se elija a Canarias como plató solo por las ventajas fiscales, para «disfrazarnos de otros lugares». Cuidado, dijo, con confundir cultura con industria cultural y con unir turismo con cultura sin que nos importe no ser lo que somos con tal de que se hable de nosotros para que vengan más turistas. La industria cultural, afirmó, no tiene sentido si no hay cultura.

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Por eso, parafraseando a Benedetti, porque es bueno coincidir con gente que te haga ver cosas que tú no ves, que te enseña a mirar con otros ojos, deberíamos cuidarnos de la borrachera triunfalista a la que tan dados somos. Menos emociones y más inteligencia.

@VicenteLlorca

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