"Con David Simón hay lateral para rato"

Fue uno de los protagonistas de la jornada. Ni más ni menos porque llevaba toda una vida esperando el momento de saltar al campo con la camiseta de la UD Las Palmas. Ya antes había lucido en el primer equipo con motivo de algún amistoso. Porque pretemporadas llevaba unas cuantas al lomo, siempre sin seducir al entrenador de turno. Pero, con Paco Herrera, llegó la hora de David Simón (Las Palmas de Gran Canaria, 1989), cuya primera hoja de servicios en categoría profesional dejó buenas conclusiones. Pese a algún achaque propio del debutante, Simón cumplió con creces en su ubicación natural de lateral con largo recorrido. Vivió mucho tiempo en campo contrario, sirvió varios centros bien dirigidos y terminó por asistir a Araujo para el 2-0 tras una arrancada por el pasillo central. Favorecido por las bajas en la retaguardia, el canterano se coló en el once titular y mostró credenciales. Ahora le toca mantenerse y el desafío no le da vértigo a juzgar por su descaro en el campo y, también, por la ambición y humildad de las que ha hecho bandera.

Gonzalo Moreno, presidente del Barrio Atlántico, en el que se formó desde benjamín, José Juan Almeida, técnico con el que explotó en el Vecindario, y Víctor Afonso, quien lo horneó antes de dar el gran salto, apuestan decididamente por un jugador al que ven con capacitación de sobra para hacer carrera en la UD. «Hay lateral y de garantías para rato», coinciden. Los tres destacan valores en Simón que van más allá del balón. «Nunca tiró la toalla y ni cuando se llevó decepciones tuvo un mal gesto. Siempre se ha dejado guiar por el esfuerzo y la dedicación. Para mí es un ejemplo por calidad futbolística y humana», resalta Almeida.

«Me emocionó verlo porque se podría decir que hasta le cambié los pañales. Es un chico del barrio que vino al nuestro club con cuatro años y ha progresado una barbaridad. Tiene mucha competencia en el puesto, pero, sabiendo como es, eso hará que multiplique su entrega», destaca el histórico dirigente isleño. Por último, Víctor, que lo conoce como pocos, sintetiza en pocas palabras lo que le despierta la última aparición del vivero propio: «Le tenía que haber llegado la oportunidad hace tiempo. Que esté ahí es de justicia».

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