Nuevas dramaturgias: La cosecha de ‘Canarias escribe teatro’
La última edición de las lecturas dramatizadas en la Sala Josefina de la Torre de el Cuyás que acaba de finalizar ha tenido un protagonismo femenino sin precedentes. En estas lecturas, que forman parte del programa Canarias escribe teatro que impulsa la compañía y productora teatral 2RC han tenido como protagonistas a tres dramaturgas: Victoria Oramas. Ana Vanderwilde y Noemí Pérez.
«Se presentaron 17 proyectos y un jurado seleccionó cuatro, tres eran de dramaturga y uno de un escritor. Este último se eligió para las residencias y las otras tres para lecturas dramatizadas. Fue entonces cuando desde Canarias escribe teatro pensamos en que ya que eran tres autoras podíamos retomar la idea de potenciar y dar visibilidad a las mujeres que están dirigiendo teatro o que tienen nociones de dirección para darles la oportunidad que se merecen. Hay ¡muchas mujeres que trabajan muy bien, pero por este mundo que tenemos no tienen la visibilidad que merecen. No ha sido un ciclo de mujeres o de teatro de mujeres. Ha sido un ciclo de lectura, como todos los años, pero que, casualmente la mujeres se ha visibilizado y nosotros les hemos dado un empujoncito en la dirección», explicó Alexis Corujo, de 2RC.
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Amarga, de Victoria Oramas; El mecanismo del dragón, de Ana Vanderwilde y Globos rojos, de Noemí Pérez, han sido las tres piezas que se han semiescenificado en la sala Josefina de la Torre del espacio de Viera y Clavijo este año. Para Vanderwilde, la selección de tres textos escritos por mujeres puede responder a que llamó la atención el que se abordaran los temas desde otro punto de vista.
«Ahora se nos está empezando a reconocer un poco. Cuando yo estudiaba veíamos a muy pocos autores teatrales y los que estudiábamos eran hombres, salvo Rosalía de Castro. Yo creo que tenemos una visión más abierta de cualquier tema y somos más arriesgadas tanto en autoría como en dirección».
Para la actriz Enma Álvarez, que participó en Amarga y que también escribe teatro, es importante que se lleven a escena o se semirrepresenten obras escritas por mujeres porque «al ver que otras mujeres escriben tienes referencias y eso te empodera».
Como en el caso del cine, que según el estudio de AISGE, salvo excepciones muy concretas solo cuando dirigen mujeres los elencos son más paritarios y, por tanto, reflejan la realidad social, en el teatro Ana Vanderwilde cree que ocurre algo similar. «Es que en las películas cuando las dirigen hombres si hay cuatro mujeres son cuatro pivones. Yo creo que cuando lo hace una mujer, o cuando escribe, hay un campo más abierto incluso físicamente».
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La experiencia le dice a Alexis Corujo que en Canarias no hay abundancia de directoras de teatro, algo que comparte Ruth Sánchez, quien se encargó de la lectura dramatizada de El mecanismo del dragón. «Es cierto que en Canarias no existe la figura de la directora de teatro y en el ámbito estatal hay un número muy reducido. Pasa lo mismo con las directoras de cine. En los Goya del año pasado el trabajo de Paula Ortiz [La novia] quedó relegado. Si su película la hubiera presentado un hombre los premios hubieran sido muy diferentes. Vivimos en mundo machista escrito y dirigido por hombres. Por suerte cada vez somos más los hombres y las mujeres que perseguimos cambiar la balanza».
La actriz Cata Blánquez, que participó en las tres lecturas, pone en valor la calidad de los textos que se presentan en este formato. Amarga, de Victoria Oramas reivindica la figura de la artista Margarita Gil Roësset; El mecanismo del dragón, de Ana Vanderwilde, aborda la pedofilia y Globos rojos, de Noemí Pérez, la interrumpe la directora de esta lectura, Guaxara Baldassarre, «es el más extraño. Es una reflexión sobre la vida y la aceptación de la naturaleza humana».
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«Creo que también es una metáfora de la actualidad, sobre ponerse una coraza para no sentir», añade la actriz Sara Álvarez.
Para la también actriz Karolina Rodríguez, las tres autoras destacan por tratar temas «que son importantes no desde lo femenino o lo masculino sino desde individuo. En un mundo donde ha estado muy presente el machismo es importante que no se llegue a clasificar ni por raza, ni por nacionalidad, ni por sexo sino que se piense más en el individuo», añade.
En suma, coinciden, no son textos «para entretener», que también, aclara Álvarez, «forman parte del teatro comprometido, para que la gente salga con cosas sobre las que pensar».
Autoras, directoras y actrices también coinciden en alabar la experiencia de trabajar juntas para que un texto escrito tome forma y llegue al escenario. Ruth Sánchez valora, en este sentido, la oportunidad de trabajar con un autor vivo al que poder interpelar. Mientras que la dramaturga Vanderwilde resalta la sorpresa que ha supuesto para ella descubrir cosas en su texto a través de los ojos de la directora y los actores. «Yo creo que la autoría teatral no es algo de una persona sino que es un hecho colectivo. El autor presenta una propuesta que se termina de redondear con la dirección, la interpretación de los actores y la interpretación del público. El autor lanza una propuesta para que os demás la completen».
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«Aquí no buscamos vender ni un éxito del verano»
¿Hasta qué punto condicionan condiciona el gusto del público a un dramaturgo o dramaturga? El reconocido Antonio Tabares señala que hay una diferencia entre un encargo y una obra escrita siguiendo su propio criterio. y reconoce que, al no vivir de la dramaturgia, la libertad que tiene es absoluta. Para los hermanos Bazo, que siguen explorando diversos caminos dramatúrgicos, la libertad también es imprescindible. Yeray Bazo plantea incluso que es mejor fracasar porque «se aprende más». ¿Y los nuevos dramaturgos? Alexis Corujo, de 2RC, asegura que en Canarias escribe teatro el objetivo es «plantear los que proponen nuevas voces», por eso, añade, «no buscamos un producto que se venda, que sea el éxito del verano, sino que la gente escriba sus historias».
La dramaturga Ana Vanderwilde asegura que lo importante es no autocensurarse. «El secreto de las nuevas dramaturgia, como dice José Ramón Fernández, es escribir lo que te da la gana, sin impedimentos, que después ya habrá momento de ordenarlo».
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Precisamente esa falta de fronteras, de poder escribir con absoluta libertad es lo que les ha brindado a las actrices y directoras de las lecturas dramatizadas «un regalo».
«Para mí es como un regalo porque es muy difícil en la escena canaria e incluso en la escena nacional hacer este tipo de textos que tiene una implicación va más mucho más allá, que es hablar de temas que están ahí y que no se suelen tocar».
Coinciden con Álvarez las demás actrices, y también las directoras.
«En general se le ofrece al público comida sin tropezones, porque muchos creen que si los tienen los espectadores no se los van a comer», apunta Corujo. Sin embargo, añade Ana Vanderwilde, este tipo de proyectos abre el abanico y junto a obras típicamente comerciales o más «cercanas» al público general, se ofrecen textos más atrevidos que interpelan al espectador durante toda la obra.
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Cata Blánquez pone un ejemplo, tras las lecturas dramatizadas se plantea un debate con los espectadores. Cuatro de los que asistieron a El mecanismo del dragón reconocieron que estuvieron a punto de irse porque les afectaba el tema que trataba (la pedofilia) «pero se quedaron», resalta la actriz, porque «la obra interesa porque es un tema de actualidad bajo otra mirada».
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